El canciller mexicano, Marcelo Ebrard, dijo el viernes en conferencia de prensa que México ha logrado reducir un 56 por ciento el flujo migratorio indocumentado hacia EE.UU. entre mayo y agosto.
La cifra llega justo cuando Ebrard planea presentar el viernes un balance del acuerdo que evitó la imposición de aranceles a las exportaciones mexicanas, cuando acaba de cumplirse el plazo de 90 días acordado por ambos países para valorar lo conseguido.
Ebrard informó que viajará el lunes a Washington y tendrá reunión el martes con autoridades estadounidenses.
"Nosotros estamos acreditando que la estrategia que México planteó ha sido exitosa, que no conviene cambiar esa estrategia", dijo Ebrard en una conferencia de prensa acompañado del presidente Andrés Manuel López Obrador.
"No espero que haya amenaza arancelaria (...) porque no se entendería (...) si hay una reducción del 56% en tres meses", agregó.
El canciller mexicano dijo además que 4.300 migrantes se han registrado en programas sociales en el sur de México, en particular en el estado de Chiapas. Además explicó que su país continúa invirtiendo en programas sociales en Centroamérica para detener migración hacia Estados Unidos.
"México está dando ejemplo", dijo Ebrard a medios.
En junio, México y Estados Unidos llegaron a un acuerdo para evitar una guerra arancelaria, y México acordó expandir rápidamente un programa de asilo y desplegar fuerzas de seguridad para frenar la inmigración ilegal desde Centroamérica.
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Las autoridades mexicanas sostienen que han resultado las medidas tomadas para frenar el flujo migratorio que tiene agobiado al gobierno de Donald Trump.
Sin embargo, grupos de derechos humanos valoran que México está acosando a los migrantes, mientras crece la desesperación de los que se han quedado varados en el norte y el sur del país.
El flujo migratorio se redujo. La Patrulla Fronteriza detuvo en julio a 72.000 personas frente a las 95.000 de junio y 133.000 en mayo.
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¿Qué hizo México hasta ahora?
En virtud de un acuerdo con EE.UU. ten junio, -tras días de tensión por la amenaza de Trump de imponer aranceles a las importaciones mexicanas-, el gobierno de Andrés López Obrador endureció los controles con el despliegue de 21.600 efectivos, incluyendo a militares y a miembros de la nueva Guardia Nacional. Estos se han encargado desde entonces de blindar las dos fronteras y las rutas migratorias.
López Obrador enfrentó las críticas de grupos de derechos humanos sobre vulneración a los migrantes, indicando que lo alcanzado se consiguió sin violar derechos y "sin usar la fuerza y la coerción, sino creando oportunidades de trabajo y bienestar para la gente en sus lugares de origen".
Las autoridades mexicanas hicieron redadas en trenes hacia el norte, sacaron a los migrantes de autobuses o de camiones de carga en los que viajaban de forma ilegal, pusieron patrullas militares frente a los albergues o hoteles donde se alojan y devolvieron a sus países a los que cataloga como "rescatados" de las casas de seguridad donde los tienen los traficantes.
México y las caravanas
López Obrador, que llegó a la presidencia en pleno apogeo de las caravanas de miles de migrantes centroamericanos quen principio toleró la crisis, mientras autoridades locales de pueblos fronterizos pedían ayuda para hacer frente a la avalancha migratoria.
Recientemente ha culpado a coyotes por organizarlas: "Todos estos que cobran, que trafican con la necesidad de trabajo, de bienestar, de seguridad de los migrantes, pues están cometiendo un delito y si continúan con esas actitudes, pues van a ser sancionados", ha dicho el mandatario.
Dijo que su gobierno se enfretará ante cualquier intento de "anarquía" o "desorden".
Su plan de hacer frente a la migración irregular, en respuesta a lo exigido por Washington, es aplaudido por sectores nacionales como el empresarial. Los críticos lo acusan de seguir la pauta de la Casa Blanca.