Con pocas ventas y muchas fábricas, General Motors no puede costear y mantener en funcionamiento a todas sin tener que tomar decisiones difíciles. Sin embargo, es probable que la atmósfera política limite sus opciones.
Los analistas dicen que la hipótesis más probable es que la automotriz cierre su planta en Lordstown, en el noreste de Ohio, debido a que el automóvil compacto que fabrica ahí también lo produce en México. La que alguna vez fuera una fábrica llena de gente ya ha perdido dos de sus tres turnos y 3.000 empleos sindicalizados desde principios del año pasado.
No obstante, trasladar la producción de ese automóvil, el modelo Chevrolet Cruze, al sur de la frontera plantea el riesgo de provocar una represalia y una tormenta de tuits por parte del presidente Donald Trump. GM tampoco está segura si el mandatario cumplirá con las amenazas de imponer aranceles del 25% a los vehículos importados de Canadá y México.
Parte del problema es que la planta que produce el Cruze, ubicada en las afueras de Youngstown, está en un baluarte demócrata y sindical, donde Trump logró una sorprendente cantidad de votos hace dos años al llegar hasta los que llamó como los “hombres y mujeres olvidados” de Estados Unidos.
En conjunto, GM tiene cinco fábricas de autos con mucha capacidad sin usar en Kansas City, Kansas; Lordstown y Detroit-Hamtramck, en Lansing, y en el municipio de Orion, Michigan.
Para lidiar con el exceso de capacidad, GM tendrá que asumir los costos adicionales, cerrar una o más plantas, o rediseñarlas para construir camiones y camionetas utilitarias que ahora son las preferidas entre los compradores estadounidenses.
Escuche este informe aquí: