El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó el martes con cortar “de inmediato” los fondos de ayuda que su país proporciona a Honduras, si la caravana de migrantes hondureños que salió el sábado no se detiene antes de llegar a territorio estadounidense.
“¡EE.UU. ha informado firmemente al presidente de Honduras (Juan Orlando Hernández) que si la gran Caravana de personas que se dirige a EE.UU. no se detiene y regresa a Honduras, no se dará más dinero ni ayuda a Honduras, con efecto inmediato!”, advirtió Trump en su cuenta de Twitter.
La ministra de Finanzas de Honduras, Rocío Tábora, respondió a la amenaza del presidente de EE.UU., asegurando el martes en su cuenta de Twitter que, "El Plan de la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte de CA (Centroamérica), se ha financiado fundamentalmente con fondos propios".
La travesía
La caravana con unos 2.000 hondureños, ya cruzó la frontera de su país hacia Guatemala, en su trayectoria para llegar a Estados Unidos.
El grupo, cuya travesía comenzó el pasado sábado en San Pedro Sula, en el norte de Honduras, ha ido creciendo mientras avanza en busca del "sueño americano". La mayoría de los integrantes de la caravana huye de la pobreza y violencia en Honduras.
La cifra de caminantes no es definitiva, no sólo porque ha ido creciendo durante lo que va de recorrido, sino debido a que ingresaron a Guatemala sin someterse a controles migratorios y ninguno de los dos países por los que ha cruzado la caravana ha revelado hasta ahora datos oficiales del paso fronterizo.
El grupo lo integran familias completas, incluyendo niños y mujeres con pequeños en brazos, y embarazadas.
"Sí se pudo, sí se pudo, el pueblo unido jamás será vencido", gritaban varios migrantes que corrieron después de que los agentes guatemaltecos les abrieron el paso en la carretera, mientras empujaban y otros cantaban el himno nacional de Honduras.
"Hondureños migrantes oraron de rodillas al Cristo de Esquipulas y la policía les abre paso en Guatemala", escribió en su cuenta en Twitter el usuario Jefferson Maradiaga.
La caravana prosigue, pese al ejercicio de una mayor presión del gobierno de Donald Trump para reducir la inmigración ilegal al país.
"Estamos seriamente preocupados por la caravana de migrantes que viajan al norte de Honduras, con falsas promesas de ingresar a Estados Unidos, por parte de quienes buscan explotar a sus compatriotas", indicó una declaración emitida por la embajada de EE.UU. en Honduras el pasado domingo.
El vicepresidente de EE.UU., Mike Pence, pidió la semana pasada en Washington a los presidentes de Honduras, Guatemala y El Salvador frenar la migración en masa, la corrupción y la violencia.
Guatemala respondió con otro comunicado diciendo que no promueve ni respalda la "migración irregular".
El paso por Guatemala
Medios extranjeros describieron que a unos dos kilómetros de la ciudad de Esquipulas, departamento de Chiquimula, había unos 250 policías con la orden de detener la caravana y permitir el ingreso al país sólo si los migrantes presentaban su documentación legal en los controles migratorios.
Con frases como "no somos delincuentes, no vamos a robar, no vamos a hacer maldad", los hondureños rogaron y consiguieron entrar a Guatemala, donde algunos vecinos del lugar de la caminata, les ofrecieron agua fría y algunos utilizaban sus vehículos para adelantarlos en su marcha.
Keilin Umaña, una enfermera de 21 años, dijo que está decidida a seguir adelante, alegando que su embarazo la impulsa a no detenerse.
"A mi casa nos llegó una nota donde decía que no podía quedarme, que tenía que irme, sino me iban a matar", dijo a la AP.
Y no es la única decidida a continuar.
"Vamos para allá, le vamos a caer a Donald Trump, tiene que recibirnos allá en Estados Unidos", dijo a Reuters Andrea Fernández, de 24 años, quien cargaba a un bebé de menos de un año y caminaba junto con una niña de 5 años y un niño de 7.
La población de Honduras, donde un 64 por ciento de los hogares vive en condiciones de pobreza, es asolada en barrios y colonias por pandillas que imponen violentamente un llamado "impuesto de guerra" o extorsión a pobladores, comercios y negocios, autobuses y taxis.