Cuba lamentó el jueves que el Departamento de Estado continúe usando el término “ataques sónicos" en sus declaraciones sobre una serie de misteriosos incidentes que afectaron a diplomáticos estadounidenses y canadienses y lo consideró una actitud irresponsable.
El director de Estados Unidos de la cancillería de la isla, Carlos Fernández de Cossío, encabezó una comparecencia de científicos, médicos y criminalistas para mostrar los resultados de una investigación realizada por expertos cubanos y reiteró su rechazo que la explicación a tales afectaciones de salud fueran producidas por algún tipo de elemento, arma o agente de la nación caribeña.
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“Este es un tema de seguridad nacional para Cuba”, aseguró Fernández de Cossío, quien indicó que ambos países mantuvieron nueve encuentros tratando de cooperar en este asunto pese a sus tensas relaciones.
Los incidentes, que comenzaron a producirse en 2016, pero se hicieron públicos el año pasado, fueron el argumento usado por el presidente Donald Trump para reducir drásticamente al personal de la embajada de su país en la isla e iniciar un proceso de endurecimiento con medidas políticas y financieras hacia Cuba luego de la distención producida por su predecesor Barack Obama.
Los expertos en la presentación sugirieron que muchos casos presentaban síntomas de enfermedades comunes y pudieron ser mal interpretadas al calor de la sugestión por la atención mediática de los supuestos ataques.
Unas dos docenas de estadounidenses y más de una decena de diplomáticos canadienses dijeron haber sufrido mareos, disminución auditiva, jaquecas y pérdidas de sueño luego de haber escuchado ruidos similares a los de grillos. Un caso similar fue reportado por la prensa en China.
“Se nos ha asegurado oficialmente en esos intercambios que no hay pruebas para esgrimir que se hayan producido ataques. Lo que es notorio es que el departamento de Estado sigue usando el término ataques en sus declaraciones a la prensa con total irresponsabilidad”, agregó el funcionario.
Otras cuatro reuniones se desarrollaron con agentes de la Real Policía Montada de Canadá y representantes de ese país cuyo gobierno también retiró personal de su embajada tras dar a conocer un caso a fines de enero.
A diferencia de Estados Unidos, Canadá mantiene nexos de cooperación política y financiera con Cuba. Empresas de ese país invierten en sectores clave de la isla como el níquel. Fernández de Cossío remarcó la diferencia en la reacción de Washington y Toronto ante los incidentes.
Entre los panelistas estuvo el doctor Mitchell Valdés-Sosa, director del Centro de Neurociencias de Cuba, quien abordó varias hipótesis como un arma sónica, microondas, alta o baja frecuencia y reveló que tuvo intercambios en 30 ocasiones con expertos independientes de Estados Unidos y Europa sin llegar a un resultado.
El médico aseguró que una revisión de los estudios estadounidenses de las enfermedades de los afectados mostró que algunas habían comenzado antes del inicio del supuesto fenómeno y otras consistían en una amplia gama de síntomas que casi nunca resultan de una enfermedad única o constituyen una nueva patología.
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Valdés-Sosa y el teniente coronel Roberto Hernández Caballero, del Ministerio del Interior, lamentaron la falta de cooperación de Estados Unidos, que tardó en entregar pruebas o no permitió el acceso directo a los pacientes.
En Cuba se entrevistó o investigó a testigos, vecinos de los lugares o personas cercanas a los diplomáticos sin que éstos reportaran ningún problema de salud.
Aunque el secretario de Estado, Mike Pompeo, reconoció a mediados del año pasado que no tenía pruebas contra Cuba, varios políticos prominentes como el cubanoamericano Marco Rubio y otros cercanos al presidente Trump insistieron en el ataque, lo que para Cuba busca crear una opinión contra La Habana en momentos de una fuerte tensión regional ocasionada por los enfrentamientos de Washington con Venezuela.