Antonio García se levantó a las cinco de la madrugada, se preparó un café y se fue a rotular la tierra húmeda con sus bueyes “Rompecampo” y “Abremonte”. En Cuba la siembra del tabaco está por comenzar y los campesinos saben que este año la poca tracción mecanizada de la que dispusieron en temporadas anteriores estará restringida.
La crisis energética que la isla enfrenta actualmente obligó a las autoridades a estimular el uso de la tracción animal más de lo acostumbrado. No es una práctica nueva pero la falta de combustible, insumos y fertilizantes llevó al Estado a permitir a los coches de caballo cruzar ciudades de provincia y obligar a que vehículos estatales lleven algunos pasajeros ante la merma en el transporte público.
“Lo ideal sería tener un tractor, una mecanizada, pero ya que el país se encuentra en esta situación hay que recurrir al ganado”, comentó Antonio a The Associated Press. “Son menos los recursos que vamos a tener para el tabaco, para el frijol y sembrarlos a lo que la naturaleza nos quiera ayudar... a lo que la tierra nos dé”, agregó el trabajador de 50 años de la finca Rivero, en la provincia de Pinar del Río, a unos 150 kilómetros de la capital.
El uso de bueyes o el transporte tirado por animales es común en el campo cubano, pero en los últimos años habían comenzado a utilizarse tractores --necesarios para incrementar la productividad y para palear la emigración de mano de obra campesina-- y otros equipos para mecanizar la agricultura. A la par, autobuses y taxis particulares se ocupaban de mover a la gente.
La economía cubana lleva tiempo enfrentando problemas de liquidez, pero en las últimas semanas la situación empeoró con las sanciones impuestas por Estados Unidos, que comenzó a perseguir a los cargueros que traen el petróleo venezolano como parte de una escalada de medidas de la administración de Donald Trump para presionar un cambio de modelo político en la isla.
Además del aumento del uso de tracción animal, desde hace unos días puede verse que las paradas de autobuses cuentan con inspectores vestidos de azul para detener a los autos con placas estatales para que suban pasajeros varados por la falta de transporte. Se multa a quien se niegue.
“Los choferes prácticamente se detienen solos, van pasando por el punto y recogen al personal, incluso los particulares --sin la obligación de parar-- según la capacidad del vehículo”, explicó a la AP en las inmediaciones del pinareño poblado de San Luis, el inspector Julio César Miranda, de 53 años.
En Cuba, el parque vehicular es escaso y viejo, pero el Estado cuenta con unidades asignadas a empresas o dependencias gubernamentales que junto con los autobuses obreros mueven a la mayoría de los trabajadores.
Para enfrentar el problema que la falta de combustible ocasiona para transportarse, también hay familias que retomaron el uso de sus viejas carretas.
Más allá del transporte, la crisis exigió a las autoridades tomar otras medidas a lo largo y ancho del país, por ejemplo, pedir a los ingenios azucareros recortar sus asignaciones de combustible incluso para el cultivo de la caña, reestructurar los horarios de clases en escuelas y disminuir el consumo de electricidad en las dependencias públicas.
Cuba produce unos 42.000 barriles de crudo, pero el déficit para su economía ronda los 60.000, que obtiene gracias a créditos blandos de su principal socio, Venezuela, ahora sometida a una baja en la producción de petróleo y una fuerte presión de Estados Unidos.
A mediados de mes, el presidente Miguel Díaz-Canel reconoció la crisis energética y culpó a Trump por el endurecimiento del embargo de seis décadas que asfixia la economía isleña para culpar a la revolución de ineficiencia.
Entre otras cosas, el presidente estadounidense limitó los viajes de sus ciudadanos a la nación caribeña, recortó el envío de las remesas y la entrega de visas a los isleños, formalizó listas negras de empresas cubanas, retiró a la mayoría de sus diplomáticos y canceló los permisos para cruceros.
A pesar de todo, las autoridades aseguran que el déficit energético será pasajero y los especialistas reconocen que se está lejos del Periodo Especial, la crisis de los años 90 que provocó en tres años una caída del 30% del Producto Interno Bruto.
Expertos coinciden en que las sanciones estadounidenses potencian la crisis, pero también las ineficiencias internas que en los últimos años le impidieron a Cuba crecer o convertirse en una economía más productiva.