Está ubicado en unas de esas estrechas subidas típicas de las zonas populares de Caracas. Rodeado de casas sencillas con techos de zinc, lo único que lo identifica es una cartela que se deja ver desde las rejas blancas que sirven de puerta principal. Sin embargo, al entrar, la amplia sala, el aula de clases, la pequeña biblioteca y la improvisada cocina, todo lleno de color, orden y huellas de quienes los han apoyado, dejan saber que no es una casa más.
Se trata de ‘Nutriendo El Futuro’, el único comedor nocturno de Venezuela. La iniciativa está enfocado en niños entre 1 y 10 años de la comunidad de El Calvario, en el Municipio El Hatillo, una zona de clase media alta de la capital venezolana.
Inaugurado oficialmente en febrero de 2018, la idea surgió de cinco jóvenes universitarios, actualmente ya todos graduados con trabajos a tiempo completo. Uno de sus cofundadores es Samuel Díaz, quien contó a la Voz de América que él y sus cuatro compañeras quisieron llevar a cabo este proyecto porque el tema alimentario ya estaba “dando las primeras luces de la emergencia humanitaria que hoy en día vivimos”.
Explicó que es vecino de El Hatillo desde hace 13 años y quería que el comedor, además, sirviera para “visibilizar y poner conectar dos realidades”.
“La gente pasa por El Calvario, pero no sabe que aquí el agua no llega si no cada dos meses, y que la electricidad se va constantemente”, dijo.
Ailín Cisneros es parte de esa otra realidad. Esta profesora retirada vive en la comunidad donde está el comedor y, junto a otras cuatro mujeres que ella misma reclutó, son las encargadas de cocinar cinco días a la semana para los niños.
Explicó a la VOA que conoce a Díaz desde el 2014 y que recuerda claramente que todo comenzó con una llamada y la intensión de hacer unas tradicionales arepas para regalar con unas harinas de maíz que había conseguido. Confiesa que al principio creyó que era algo de “muchacho rico” y que no duraría más allá de esos paquetes de harina, “y mira dónde vamos, no se acabó nada”.
“Fue duro al principio”, aseguró, explicando que comenzaron en un salón múltiple que está encima de donde están actualmente, entregando la comida en la calle. En ocasiones, agregó, habían madres que se negaban a que las ayudaran y niños se desmayaban porque la del comedor era la única comida que recibían en día.
Pero fueron ampliándose, creando estructura y reglas, hasta llegar al punto en que está actualmente: atendiendo entre 80 y 100 niños.
Precisamente es una de esas reglas por las que surge la idea de ofrecer la cena, y no las otras comidas. Díaz explicó que cuando estaban haciendo el diagnóstico, las madres de la comunidad comentaron que “si dábamos el almuerzo, íbamos a romper con el principal propósito del comedor, que era mantener a los niños en el colegio (...) ellas dijeron ‘si tu das la cena, garantizas que vayan al colegio, y además le sigues dando el beneficio’”.
Es por ello que, para poder participar, los niños deben estar inscritos en el colegio, asistir constantemente a clases y no faltar un cierto número de días a la semana al comedor sin ningún justificativo.
¿Y 'la comidita'?
Cisneros comentó a la VOA que normalmente encienden la cocina a las 3:00 p.m. En esta oportunidad tocaba avena, por lo que solo había que poner a hervir el agua. En otras ocaciones les toca preparar cremas, hacer la masa para las arepas o ablandar los granos para tener todo listo a las 5:00 p.m., cuando empiezan a servirle a los niños.
El menú es realizado de la mano con un centro médico privado, pero no son sus únicos colaboradores o fuentes de ingreso con lo que cuenta el comedor. Tienen alianzas con una importante cadena de supermercado del país y marcas de ropas venezolanas, además de contar con unos 50 padrinos dentro del municipio.
Igualmente cuentan con cuatro reconocimientos internacionales, como el Resolution Project Fellowship de la Universidad de Harvard (2018) o el otorgado por la Organización Panamericana de la Salud (2019), que les ha servido como capital semilla para poder cubrir gastos.
Sobre la evolución de los niños, Cisneros afirmó que anteriormente llegaban con miedo y con quejas, pero que ahora ellos mismos se esperan en la puerta del centro para saludarse y se comen todo lo que les preparan. Agregó que ya los pequeños se acostumbraron al espacio: “ellos te miran en la calle, te saludan y te preguntan por la comidita”.
Según el último informe realizado en julio por el centro médico privado que los ayuda y hacen seguimiento a los pequeños, el comedor logró disminuir la desnutrición en niños menores a 5 años de 50 % a 5% en cuatro meses.
Un contexto complicado
La crisis que atraviesa la nación suramericana es conocida, discutida y registrada internacionalmente. Venezuela se encuentra entre los 41 países del mundo con necesidad alimentaria, según indicó en septiembre la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, o FAO por sus siglas en inglés.
Y en esta situación, ni los más pequeños salen ilesos. Huniades Urbina, presidente de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría, comentó a la Voz de América que no existen datos oficiales de la desnutrición infantil porque el gobierno dejó de publicar sus boletines en 2016.
Sin embargo, señala que datos de la Fundación Bengoa para la Alimentación y Nutrición y la organización Caritas Venezuela - usados por organismos internacionales como Unicef - estiman que el 26% de niños menores de 5 años están en algún riesgo de desnutrición.
Ante esta realidad, los venezolanos han decidido poner manos a la obra y existen otras iniciativas como ‘Alimenta la solidaridad’, una red con 159 comedores en 13 de los 23 estado del país que sirvió de inspiración y guía para ‘Nutriendo el futuro’.
El gobierno en disputa de Nicolás Maduro ha asegurado en múltiples ocasiones que las sanciones de Estados Unidos son las que impiden el ingreso de alimentos al país.
Sin embargo, aseguran que seguirán trabajando para garantizar la distribución de cajas de alimentos a precios subsidiados.
“Firmé los acuerdos y le aprobé los recursos en Petro (criptomoneda creada por el gobierno venezolano) a todos los gobernadores del llano venezolano para producir 100% las cajas CLAP en la tierra venezolana", afirmó reciente Maduo
Además, según el Ministerio de Comunas, desde el año pasado han atendido a más de cinco mil niños en los comedores del Estado, donde brindan atención nutricional a los sectores más vulnerables.
Más que alimentos
Además de servir la cena, una de las características que resalta de ‘Nutriendo al Futuro’ es que la “nutrición” va más allá de lo alimenticio y no es solo para los niños.
Este año escolar, iniciaron con “Plan A”, un programa que buscan suplementar las clases que ya reciben los pequeños y ayudarlos con sus deberes. Diana Yánez es la profesora que ofrece clases desde 1er hasta 6to grado de educación básica para el proyecto.
“Decidimos hacer esto porque notamos que habías muchas fallas a nivel académico y decidimos también nutrir esa área académica”, comentó Yánez, quiene ya tenía tiempo trabajando con 'Nutriendo el Futuro'.
Relató que los niños recibieron positivamente esta ayuda. Han adquirido hábitos, y, resaltó, llegan comentándole lo que verán en la escuela al día siguiente para poderlo adelantar con ella y sus compañeros.
“Se intenta tener unos niños nutridos en todas las áreas para que puedan tener un mejor futuro”, afirmó la profesora.
Las madres que hacen vida en el comedor tampoco son dejadas atrás. Ya han recibieron talleres de panadería, nutrición, potabilización de agua, entre otros, con el objetivo de ayudarlas a conseguir su independencia económica.
A los niños que pasaron a primer año de secundaria y que han formado parte del proyecto también se les da la oportunidad de asistir en el comedor con las madres que cocinas y así poder seguir recibiendo el beneficio.
Díaz concluye que con - todas estas aristas que ha tomado el comedor - la idea ante todo “es simplemente darle herramientas a la gente para que ellos entiendan que el cambio en su vida no depende de un tercero, sino de que confíen en ellos”.