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Keiko Fujimori, la “mujer más poderosa de Perú”, cumple un año en prisión


Keiko Fujimori, hija del ex presidente peruano encarcelado (1990-2000) Alberto Fujimori, es conducida esposada a la cárcel en el Palacio de Gobierno, después de una audiencia judicial en Lima el 31 de octubre de 2018.
Keiko Fujimori, hija del ex presidente peruano encarcelado (1990-2000) Alberto Fujimori, es conducida esposada a la cárcel en el Palacio de Gobierno, después de una audiencia judicial en Lima el 31 de octubre de 2018.

La “mujer más poderosa de Perú”, Keiko Fujimori, cumple este jueves un año en prisión tras caer desde la cima del poder debido a errores propios y a las investigaciones de un fiscal implacable.

La líder opositora y primogénita del también encarcelado expresidente Alberto Fujimori (1990-2000) dirigía desde las sombras los hilos del poder en Perú, pero una suma de desaciertos acabaron por llevarla a un despeñadero judicial y político.

“Keiko no solo ha sido la mujer más poderosa, sino que fue la persona más poderosa del Perú entre 2016-2018”, dice a la AFP el analista político Augusto Álvarez.

“Ella sigue teniendo bastante poder a pesar de estar en la cárcel, pero se ha reducido”, destaca por su parte el analista Luis Benavente.

Desde la prisión de mujeres de Chorrillos, en el sur de Lima, Keiko ha visto como su partido se desangra y se esfuma su apoyo popular, después de haber estado dos veces cerca de ganar la presidencia de Perú, en 2011 y 2016.

“Ha llegado el momento de volver a empezar”, declaró Keiko el martes, un día después de que su padre -condenado a 25 años por crímenes contra la humanidad- llamara a la unidad de la familia para salvar al movimiento político que él fundó hace tres décadas.

El fujimorismo, una amalgama populista de conservadurismo moral y economía neoliberal que desde 1990 consiguió votos en todos los estratos sociales, ahora corre el riesgo de convertirse en partido minoritario.

Su próximo reto son los comicios legislativos del 26 de enero, convocados por el presidente Martín Vizcarra tras disolver el Congreso hace un mes. Sin embargo, estas elecciones podrían no realizarse si el Tribunal Constitucional falla en favor de la oposición en una demanda contra el cierre del parlamento, aunque esta posibilidad parece improbable.

La disolución del parlamento socavó más la ya mermada base del poder de Keiko, pues ella dirigía al Congreso peruano desde sombras aunque ni siquiera era parlamentaria.

“Fallo el 20 de noviembre”

Fue el fiscal más famoso de Perú, José Domingo Pérez, quien puso a Keiko tras las rejas el 31 de octubre de 2018, a raíz del megaescándalo de corrupción de la constructora brasileña Odebrecht, que salpica también a cuatro expresidentes peruanos.

Para evitar que interfiriera en las indagaciones de la fiscalía, Pérez pidió a la justicia que mandara a Keiko a prisión preventiva por 36 meses. Es investigada por lavado de dinero, por supuestamente blanquear 1,2 millones de dólares en donaciones ilegales de campaña de Odebrecht, cargo que ella niega.

En septiembre, la Corte Suprema redujo el periodo a 18 meses, por lo que quedará libre el 30 de abril de 2020 o incluso antes si el Tribunal Constitucional acoge un recurso de amparo presentado por su hermana Sachi, que sería anunciado dentro de unos 20 días.

“El caso de Keiko se empezaría a discutir en el TC la semana próxima. La decisión final se tomaría más o menos hacia el 20 de noviembre”, declaró este miércoles el presidente del TC, Ernesto Blume, a corresponsales extranjeros.

En 2016, a Keiko se le quemó el pan en la puerta del horno. Perdió la presidencia por apenas 40.000 votos ante el banquero Pedro Pablo Kuczynski.

Ella creyó que le habían robado la victoria, por lo que aceptó a regañadientes la derrota, pero nunca felicitó al vencedor. A pesar de perder la presidencia, su partido Fuerza Popular ganó 73 de las 130 bancas del Congreso unicameral.

Obnubilada por el poder y la falsa sensación de que le robaron la elección, una serie de malas decisiones la empujaron a una suerte de despeñadero desde el cual sigue en caída libre.

“Esa fue su fatalidad”

Keiko, que ahora tiene 44 años, usó su mayoría parlamentaria para mantener contra las cuerdas a Kuczynski hasta forzarlo a renunciar en marzo de 2018.

Sin embargo, no tuvo la misma suerte con su sucesor, Martín Vizcarra, quien ha ganado un récord de popularidad al cerrar el Congreso y emprender una guerra contra la corrupción, uno de los males de Perú.

“Súbitamente, Keiko dejó de ser la persona más poderosa por su incapacidad de aceptar la realidad, su torpeza, su promiscuidad con la corrupción, acabando en la cárcel al igual que su padre”, destaca Álvarez.

“El principal motivo de pérdida de poder ha sido no saber administrar su poder en la oposición”, dice Benavente a la AFP. “Simplemente ella se instaló el 28 de julio del 2016 (día en que asumió Kuczynski) y dijo ‘gobernaré desde el Congreso’ y esa fue su fatalidad”.

Un tema pendiente de Keiko es la reconciliación con su hermano Kenji, al que ella hizo marginar del Congreso en 2018.

Álvarez afirma que las decisiones de Keiko acabaron con “su hermano vendiendo huevos en el mercado, su familia destruida, su partido demolido y su reputación pulverizada”.

La eventualidad de que Keiko se rehabilite una vez liberada no es imposible en Perú, pues antes se han reivindicado políticos caídos en desgracia.

No obstante, “será muy difícil que se recupere, por lo menos durante algunos años, después quizá, en el Perú nunca se sabe. Tal vez para las elecciones de 2026”, dice el analista Fernando Rospigliosi a la AFP.

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