Francia surgió del confinamiento esta semana básicamente de la misma forma en que entró, con cielos azules y frescas brisas en la capital, donde los parisinos saborean sus recién recuperadas libertades.
Hasta ahí llegan las similitudes. Mientras la curva se está aplanando, el saldo del coronavirus en Francia ha aumentado a casi 180.000 casos, y las mascarillas siguen siendo parte de la vida diaria. El metro y las carreteras siguen medio vacíos. Y el gobierno enfrente la monumental tarea de reactivar una economía devastada por dos meses de confinamiento.
El camino a la recuperación que tomen los franceses y otros gobiernos de la Unión Europea será clave para cumplir con sus compromisos climáticos y ambientales, dicen los analistas.
“Esta realmente podría ser una oportunidad inédita de un aceleramiento hacia una economía sostenible y competitiva”, dijo Annika Ahtonen, una experta en desarrollo sostenible del Centro de Políticas Europeas, quien señala los masivos paquetes de rescate que los países están preparando.
Pero agregó: “nosotros también sabemos que los países miembros están bajo enormes presiones para rescatar a los negocios sin adjuntar muchas condiciones”
La presión está sobre Francia, donde la economía se contrajo 5,8% en el primer trimestre de este año, la caída más grande desde la Segunda Guerra Mundial. La proyección general de la Unión Europea es más sombría aún, con pronósticos de que la economía se contraerá un récord de 7,4%.
Aún así, los funcionarios prometen una reactivación verde.
“El abandono de políticas que van contra el cambio climático será una de las principales tentaciones en los próximos meses”, escribió en un libro publicado este mes el ministro de Economía, Bruno Le Maire. “Debemos hacer exactamente lo opuesto”.
Más bicicletas, menos vuelos
Ya las autoridades nacionales y locales han tomado algunos pasos inmediatos. En París, los ciclistas ahora tienen prioridad en la icónica Rue de Rivoli, una arteria principal ahora cerrada a casi todo el tráfico vehicular. La ciudad ha anunciado kilómetros adicionales de rutas ciclísticas y calles peatonales. El estado está subsidiando la reparación de bicicletas para incentivar la movilización verde y para reducir los riesgos de contraer el coronavirus en un atiborrado sistema de transporte público.
También han generado titulares las condiciones que el gobierno ha puesto a los fondos de rescate a las empresas, para que adopten políticas más amistosas al medioambiente. Eso incluye a la emproblemada aerolínea Air France, que deberá recortar vuelos domésticos para recibir cerca de 7.600 millones de dólares en préstamos para convertirse en “la compañía de aviación más respetuosa del medioambiente en el planeta”, dijo Le Maire.
La presión pública para acciones ambientales es alta. Científicos climatológicos, estrellas de cine y líderes empresariales franceses han firmado varias peticiones para que se hagan cambios a “las operaciones igual que siempre”.
Pero a los ambientalistas les preocupa que el gobierno, amistoso con las empresas, equipare la retórica con cambios tangibles, señalando su fracaso en alcanzar sus metas de reducción de emisiones, entre otras promesas.
“Necesitamos atender el cambio climático de una manera más ambiciosa”, dijo el portavoz francés de Greenpeace, Clement Senechal. “Este gobierno es renuente a hacerlo, porque prefiere proteger los intereses de las industrias y mercados financieros”.
¿Una oportunidad?
Esas preocupaciones se ven reflejadas en el resto de Europa, al preparar los gobiernos sus estrategia de recuperación del coronavirus.
En Bruselas, la rama ejecutiva quiere que su Acuerdo Verde alcance cero emisiones netas, como la base de su recuperación regional.
“Podemos convertir la crisis de esta pandemia en una oportunidad para reconstruir nuestras economías de forma diferente y hacerlas más resistentes”, dijo la presidente de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen.
El analista de energía y medioambiente, Miral Elkerbout, del Centro para Estudio de Políticas Europeas, con sede en Bruselas, se preocupa de que algunos países opten por el camino a la recuperación más fácil y económico.
“Hay muchos países miembro dispuestos a gastar en grande en este momento, solo para romper la espiral deflacionista”, dijo. “Así que hay mucho atractivo para cualquier proyecto de inversión que esté listo para ejecutarse, pero que tal vez no sea necesariamente amistoso con el medioambiente”.