La recompensa de cinco millones de dólares por información que derive en la captura de Maikel Moreno, presidente del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, ofrecida este martes por el Departamento de Justicia de Estados Unidos, es una medida adicional de presión al madurismo para forzar su salida del poder, coinciden expertos en ciencias políticas.
El estímulo se suma a una lista de ofertas similares que la justicia estadounidense ha divulgado en los últimos cuatro meses, que incluye al presidente en disputa Nicolás Maduro, por 15 millones de dólares.
Los ofrecimientos de recompensas también prometen 10 millones de dólares por Diosdado Cabello, líder de la Asamblea Nacional Constituyente, el exjefe de inteligencia Hugo Carvajal, y Tareck El Aissami, vicepresidente económico.
El gobierno en disputa de Maduro repudió en marzo los incentivos económicos de Estados Unidos y los calificó de “nueva modalidad de golpe de Estado”. El canciller Jorge Arreaza criticó en un comunicado, entonces, el ofrecimiento de recompensas “al estilo de los vaqueros racistas del lejano oeste”.
Analistas venezolanos difieren sobre la eficacia de ese tipo de acciones con fines tanto penales como políticos. Pablo Andrés Quintero, politólogo y profesor de la Universidad Central de Venezuela, no las ve como un portal hacia la transición ni a una salida negociada en el país.
“No puedes generar ningún tipo de negociación partiendo de la premisa de que ‘te voy a capturar por tanto dinero’. No estimula el diálogo ni hacen que los jerarcas del madurismo estén abiertos a una negociación, sino todo lo contrario”, dice en entrevista con la Voz de América.
Quintero asegura que las recompensas son “atípicas” y no constituyen una estrategia política productiva por sí solas. Advierte que sirven de pulmón para la radicalización discursiva y de acción de quienes permanecen en el poder.
“Se ha comprobado que las sanciones generan a los países la narrativa y los justificativos para atrincherarse más en el poder. Ningún gobierno ha salido por sanciones. Son traducidas en bloqueos y justificativos que buscan darle una narrativa lógica al accionar del gobierno para mantenerse en el poder”, asegura.
Las recompensas, acota Quintero, son “caldo de cultivo para la opinión pública”, si bien las valora como un elemento que debilita la credibilidad del chavismo. “Pero, puertas adentro, los cohesiona, especialmente a la elite militar y política. No tienen ningún tipo de impacto. Desde el año pasado, ha sido como lanzar comida al lorito y que aún no se la haya comido”, añade.
Quintero no descarta que las recompensas tengan un efecto positivo para la dinámica electoral del presidente Donald Trump en estados con notoria población latina, de cara a su intención de reelegirse en noviembre.
Entre negociación y resultados
Para Giulio Cellini, abogado de la Universidad Católica Andrés Bello y experto en asuntos de política exterior, las recompensas “forman parte de la presión” para finiquitar la salida del poder de Maduro y sus aliados, Moreno entre ellos.
Opina que el anuncio del departamento de Justicia revela el compromiso de las instituciones de Estados Unidos con una transición factible en Venezuela.
“Esto debería llevar a los jerarcas del régimen a buscar una negociación. Ya no se trata de cambiar las sanciones del departamento del Tesoro, sino que los jerarcas del régimen eventualmente tendrán que cumplir con las penas por haber cometido delito o buscar atenuantes a las penas”, comenta a la VOA.
La oferta de dinero por información que permita la captura de Moreno, Cabello o Maduro no impide el diálogo, a su entender.
“Estas recompensas deberían abrir aún más las vías del diálogo. Estas personas ahora tienen aún más intereses para negociar y darle cauce al proceso democrático que Venezuela requiere en este momento”, observa.
No cree casual que las recompensas reveladas en marzo estuvieran a solo días de distancia de la descripción de un plan de transición política en Venezuela de parte de Mike Pompeo, secretario de Estado. Todo está vinculado, a su juicio.
Cellini subraya que las recompensas se publican luego de 10 años de investigaciones penales sobre líderes de la política chavista.
Ricardo Ríos, politólogo de la Universidad de los Andes, echa mano de un viejo adagio para evaluar las recompensas por Moreno y otros dirigentes del madurismo: “la amenaza es más efectiva que el cumplimiento de la misma”.
“Se trata de una estrategia de presión que hace Estados Unidos sobre la nomenclatura política del madurismo para llevarlos a un terreno donde tengan que abandonar el poder, que no parece una jugada simple”, examina.
Cuestiona, no obstante, la efectividad de acciones políticas y penales de Washington como las recompensas y las sanciones económicas.
“La gente ve con simpatía las sanciones personales, pero las generales, que perjudican a todos, no son tan bien vistas. Pasa lo mismo con las recompensas”, dice Ríos, quien remarca, además, la inexistencia de un ejemplo reciente de la captura de algún jefe de estado por esas ofertas millonarias.
Entiende que la recompensa por Moreno busca “fracturas internas” en el chavismo en momentos donde predomina un “basamento ideológico pobre”.
No interpreta como una tarea sencilla sopesar los beneficios y dificultades de dar información sobre Moreno u otro jerarca del chavismo.
“Son una medida comunicacional para calmar la ‘jauría anti-Maduro’ en vista de la falta de resultados” hacia una transición o una negociación, opina.