El estudio dado a conocer por Organización Mundial para las Migraciones (OIM) es producto de un sondeo realizado a migrantes de Centroamérica y México, en él también explica como las medidas adoptadas para frenar la propagación del COVID-19 tuvieron un impacto negativo en aquellos sectores de migrantes que pudieron conservar sus empleos debido a que vieron mermados sus horas de trabajo y por ende sus ingresos.
De aquellos que lo conservaron el 44% redujo su jornada laboral y horas de trabajo; cerca de un 20% pasó a hacer trabajo remoto, mientras que un 10% tuvo un aumento en su jornada laboral y restante 26% no ha vista cambio alguno en su rutina.
Otro dato interesante que reveló el estudio es que las personas que perdieron su trabajo han buscado en el trabajo informal una alternativa para subsistir. Sin embargo, lo anterior no es suficiente, especialmente porque la gran mayoría tiene que enviar remesas a sus países de origen y al no contar con los ingresos suficientes los envíos se detienen.
Las restricciones como el cierre de fronteras y las medidas de distanciamiento social, también han provocado cambios en los planes de aquellas personas que estaban pensando migrar, según el estudio.
Muchas de las personas afirman que retomaran sus planes de movilidad entre fronteras (ya sea para retornar a su país de origen o para continuar su viaje) cuando las medidas impuestas por el coronavirus se hayan flexibilizado.