El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó este jueves que, a pesar de haber estado enfermo de covid, no ha cambiado su postura sobre la adopción de medidas de seguridad, específicamente respecto al uso de mascarillas, y reiteró una vez más que la solución al coronavirus "no puede ser peor" que la pandemia en sí misma.
“La cura no puede ser peor que el problema en sí”, dijo el mandatario al defender la gestión de la pandemia llevada a cabo por su Administración durante un foro ciudadano celebrado en Miami, Florida, organizado por la cadena NBC.
El Gobierno de Estados Unidos, país que lidera el ránking mundial de muertes por COVID-19 con más de 217.000, según datos de la Universidad Johns Hopkins, ha sido muy criticado por su supuesta tardía respuesta a la pandemia, su negativa inicial a imponer restricciones y su decisión de apostar por una vuelta a la normalidad lo antes posible. "Hicimos lo correcto", aseveró el presidente esta noche.
Trump fue consultado directamente por una ciudadana de la audiencia sobre si había cambiado su opinión sobre el uso de las mascarillas después de que tanto él como su esposa, Melania Trump, y su hijo Barron Trump hayan caído enfermos de covid. La respuesta del mandatario fue palmaria: "No".
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El republicano aseguró que "la gente con mascarilla se enferma todo el tiempo" y restó importancia a que las autoridades sanitarias estadounidenses recomienden su uso, alegando que no existe consenso, en referencia a su asesor Scott Atlas, un radiólogo que en las últimas semanas se ha erigido como el principal asesor del Ejecutivo en la gestión de la pandemia. "Es un gran experto, un experto mundial", sostuvo.
Trump, quien evitó detallar cuándo fue la última vez que dio negativo antes de caer enfermo, un asunto que se ha cobrado especial relevancia por saber si pudo haber expuesto a su rival en las urnas el próximo 3 de noviembre, el demócrata Joe Biden, aseguró que se somete a pruebas con "frecuencia" pero que no recuerda cuándo exactamente.
Supremacismo y teorías conspirativas
La moderadora del evento y periodista de NBC, Savannah Guthrie, pidió a Trump que aclare su postura sobre el supremacismo blanco, después de que, durante el primer debate presidencial, eludiera condenarlo de manera firme.
“Denuncio al supremacismo blanco y, francamente ¿quieres saber algo? Denuncio a Antifa y denuncio a esa gente de la izquierda que está quemando nuestras ciudades, que están dirigidas por demócratas que no saben lo que hacen”, dijo, en referencia a la oleada de protestas surgidas a raíz de la muerte del afroestadounidense George Floyd, mientras se encontraba bajo custodia policial, y que desembocaron en actos vandálicos en algunos centros urbanos.
Inmigración
Respecto a la cuestión migratoria, el mandatario se comprometió a ocuparse de los conocidos como dreamers, que son aquellos inmigrantes que entraron al país siendo niños, y que se encuentran protegidos por el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), creado por la Administración de Barack Obama y con el cual el actual Gobierno está intentando acabar en los tribunales.
“Vamos a encargarnos de DACA, vamos a encargarnos de los soñadores, estamos negociando distintos aspectos migratorias y de política migratoria", dijo Trump, quien al ser preguntado sobre porqué su Administración no admite nuevas solicitudes, como dictó el Tribunal Supremo, explicó que se debe a las restricciones impuestas por la pandemia.
En cualquier caso, defendió su política de mano dura con la migración irregular y sostuvo: “Si la gente quiere venir, tendrá que ser legalmente".
Seguridad electoral
Una vez más, Trump volvió a arrojar una duda sobre la legitimidad de los próximos comicios y sobre la seguridad del voto por correo. Cuando Guthrie le señaló que hasta el director del FBI, Christopher Wray, ha negado que existan indicios de una amenaza significativa a esta modalidad de sufragio, el presidente se limitó a observar: "No está haciendo un buen trabajo".
“Puedes perder la elección por un 1 por ciento", apuntó el republicano, quien aseguró que, en cualquier caso, querría que se produjera una transición pacífica en caso de perder los comicios.
“Absolutamente, quiero una transición pacífica, pero no deseo eso porque quiero ganar”, zanjó Trump, quien en las últimas semanas evitó comprometerse a abandonar el cargo de manera pacífica en caso de no estar de acuerdo con los resultados electorales.
Impuestos
Otro de los temas de contienda a lo largo de la noche fueron los impuestos del mandatario. Durante el evento, volvió a rechazar hacer públicas sus declaraciones de la renta, que, según un reciente reportaje del diario The New York Times evidencian pagos solo $750 dólares al fisco y una deuda de cientos de millones de dólares.
A pesar de que el mandatario aseguró que las cifras desveladas por el diario neoyorquino “están todas mal” y de que sostuvo que su publicación fue “ilegal”, Trump pareció confirmar el hecho de que arrastra una deuda de $400 millones dólares, una cantidad que, en todo caso, calificó de “cacahuetes” para alguien de su posición.
“Tengo un porcentaje de deuda muy, muy pequeño en comparación… De hecho, una parte [de la deuda] la tengo por hacerle un favor a las instituciones, que querían prestarme dinero”, alegó el mandatario, quien reconoció que es “probable” -sin dar más detalles- que parte de ese dinero se lo adeude a instituciones financieras extranjeras, algo que sus detractores ven como una clara amenaza a la seguridad nacional del país.
No obstante, el presidente aseguró con toda seguridad, que no le debe dinero a Rusia, ni a “ninguna de esa gente siniestra”.
Asimismo, el presidente confirmó otro de los aspectos más controvertidos de dicho reportaje, el hecho de que mantiene un pleito abierto con el Servicio de Rentas Internas (IRS, por sus siglas en inglés), motivo por el cual, según dijo, sus cuentas siguen siendo auditadas y, por lo tanto, descarta revelarlas por el momento.
“Nadie en su sano juicio lo divulgaría antes de conseguir un acuerdo con el IRS. Y diré algo más, me tratan muy mal”, consideró.