El decreto del presidente estadounidense Joe Biden para asegurar las cadenas de suministro de semiconductores para la producción de hardware de alta tecnología ofrece un impulso comercial a Taiwán, uno de los mayores proveedores de chips del mundo, y le da a Taipei un nuevo peso en cualquier negociación de libre comercio, dicen los analistas.
Biden firmó una orden ejecutiva el 24 de febrero para que Estados Unidos comience a superar la escasez de chips que ha obstaculizado la fabricación de vehículos, productos electrónicos de consumo y suministros médicos. Activará un proceso de revisión que conducirá a recomendaciones de políticas sobre cómo reforzar las cadenas de suministro.
Taiwán entra en juego como la sede de Taiwan Semiconductor Manufacturing Co., que produce más chips que cualquier otro fabricante en el mundo y tiene algunos de los procesos de producción más avanzados. Esos avances generan semiconductores que funcionan con relativamente poca energía sin sacrificar la velocidad de un dispositivo.
El estudio remoto y el teletrabajo, dos tendencias que florecieron durante el brote de coronavirus de 2020, aumentaron la demanda el año pasado de chips que funcionan con computadoras portátiles, entre otros tipos de hardware de consumo. La demanda mundial de chips debería aumentar de 450.000 millones de dólares el año pasado a alrededor de 600.000 millones en 2024, dice la firma de investigación de mercado Gartner.
"Esto es bueno, y creo que en este momento Taiwán finalmente puede ofrecer algo en concreto y ayudar a Estados Unidos de alguna manera", comentó a la Voz de América Liu Yih-jiun, profesor de asuntos públicos de la Universidad Fo Guang en Taiwán.
Taiwán ha intentado varias veces desde 1994 concertar un acuerdo comercial con Estados Unidos, que es su segundo socio comercial más importante después de China. El comercio entre Estados Unidos y Taiwán totalizó 90.900 millones de dólares en 2020. Los estadounidenses compran chips, computadoras y maquinaria, entre otros productos taiwaneses, lo que resultó en un superávit comercial de 29.300 millones de dólares para el centro de fabricación asiático el año pasado.
A partir de enero, Taiwán comenzó a permitir envíos de carne de cerdo estadounidense de cerdos criados con el aditivo alimentario ractopamina, y los funcionarios estadounidenses elogiaron ese paso como un progreso en las relaciones comerciales.
La Administración Biden ha pedido a los funcionarios taiwaneses que presionen a sus fabricantes de chips para que aumenten la producción de semiconductores en medio de una escasez de chips para uso automotriz, informó Bloomberg el mes pasado.
La demanda estadounidense de semiconductores ayudará a elevar la posición de Taiwán cuando los negociadores se reúnan para las conversaciones comerciales, dijo John Brebeck, asesor principal de la consultora de inversiones Quantum International Corp. en Taipei.
“Debido a la guerra comercial [entre China y Estados Unidos], y debido a los semiconductores, y porque a Taiwán le fue tan bien enel manejo del COVID, y es una democracia que quieren apoyar, creo que avanza”, comentó Brebeck a la VOA.
Las conversaciones comerciales se llevarán a cabo "de una manera mucho más equilibrada" debido al peso de Taiwán en los semiconductores globales, dijo Liu.
Con acuerdo comercial o no, los fabricantes de chips de Taiwán tendrán un aumento en el negocio debido a la escasez, aunque pueden tener dificultades para priorizar a los clientes, dijo Brady Wang, analista en Taipei de la firma de inteligencia de mercado Counterpoint Research.
“En realidad, no hay riesgo para las empresas, pero se puede decir que existe la cuestión de cuánto pueden distribuir la producción y a quién van a sacrificar”, dijo Wang.
Taiwan Semiconductor Manufacturing Co. inició la construcción en 2018 en un complejo de fábrica de 15.000 millones de dólares en Taiwán y se espera que el volumen de producción alcance su capacidad máxima este año. El complejo producirá más de 1 millón de tarjetas para la fabricación de chips al año y empleará a unas 4.000 personas. En diciembre del año pasado, la empresa de 34 años obtuvo la autorización del gobierno de Taiwán para construir una fábrica de 12.000 millones de dólares en el estado estadounidense de Arizona. Esa planta producirá hasta 20.000 tarjetas para chips por mes.
El proyecto en Arizona y el nuevo en Taiwán están "bien encaminados", dijo un portavoz de la sede de la empresa.
Powerchip Semiconductor Manufacturing Corp. y United Microelectronics Corp. también fabrican chips en Taiwán. Un portavoz de United Microelectronics dijo el mes pasado que su compañía estaba haciendo todo lo posible para satisfacer la demanda de chips automotrices.