Escasas horas después de que se registrara una nueva matanza en Estados Unidos, en esta ocasión ocho personas asesinadas en Indianápolis, el presidente Joe Biden insistió en que este tipo de incidentes son "una vergüenza nacional que debe acabar" y se comprometió a no cejar hasta conseguir, al menos, restringir la venta de armas de asalto.
"Es una vergüenza nacional lo que está pasando", comenzó diciendo Biden al ser preguntado sobre esta última masacre, durante una rueda de prensa conjunta con el primer ministro de Japón, Yoshihide Suga, en la Casa Blanca. "Y no hablo solo de estas masacres que están teniendo lugar cada día; cada día hay una matanza en Estados Unidos, si cuentas aquellos que mueren en nuestras calles y en nuestras zonas rurales".
El jueves, un hombre abrió fuego en un depósito de FedEx a las afueras de Indiana, matando a ocho personas e hiriendo a otras siete, antes de quitarse la vida. El 22 de marzo, diez personas perecieron en un supermercado de Boulder, Colorado, y una semana antes, el 16 de marzo, un hombre mató a ocho personas en diversos ataques a locales asiáticos de masajes en Atlanta, Georgia.
El mandatario instó al Congreso a "dar un paso al frente" y que apruebe legislación relativa al control de armas. "Necesitamos prohibir las armas de asalto, pero eso no significa que no pueda también estar trabajando en el covid y la economía", dijo un Biden que en los últimos tiempos ha recibido críticas por dejar aparentemente aparcado su compromiso de liderar una mayor regulación de armas.
Biden dijo que esta cuestión nunca dejó de ser una prioridad en su agenda y recordó que hace poco más de una semana anunció medidas para controlar las armas de fuego, entre ellas el regular la venta de "armas fantasma" -aquellas que no tienen número de serie- y el promover que los estados pasen normas para que familiares puedan pedir que se confisque las armas de personas en riesgo.
Sin embargo, estas medidas ejecutivas podrían ser fácilmente revocadas en un futuro, motivo por el cual la Casa Blanca insiste en la necesidad de aprobar nuevas leyes, algo que muchos consideran difícil debido al escaso apoyo que este tipo de medidas suele tener en el Congreso, donde muchos legisladores, generalmente republicanos, alegan que sus constituyentes no quieren renunciar a su derecho a portar armas.
"Los tipos que poseen armas, los tipos que poseen pistolas, ellos apoyan el chequeo de antecedentes universal. La mayoría de ellos no cree que debiéramos estar vendiendo armas de asalto", aseguró hoy el demócrata. "¿Quién, en nombre de Dios, necesita un arma que puede disparar cien veces, o cuarenta veces, o veinte veces? Está mal y no voy a cejar hasta que esté hecho".
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