Pasadas las recientes fiestas locales en la ciudad Juigalpa, en la zona central de Nicaragua, Mariana Talavera empezó a presentar dolores de cuerpo y problemas para respirar. Inicialmente creyó que su mente le jugaba una mala pasada, debido a que constantemente escuchaba por altoparlantes las muertes de personas a las que conoció.
En medio de susurros, entre los pobladores circulaba el rumor de que los decesos eran presuntamente por COVID-19.
Juigalpa es un pueblo pequeño, con un clima cálido y donde todas las personas se conocen. A pesar de que la Iglesia prohibió actividades masivas en honor a una imagen religiosa, la alcaldía de la localidad insistió en “seguir con las costumbres” y celebró un sinnúmero de actividades semanas atrás. Después de esto “todo se descontroló”.
Pedro es hijo de Mariana y quien hoy se encuentra cuidándola después de que en poco tiempo su cuadro clínico se complicó tras presentar un cuadro respiratorio severo. Aunado a los dolores musculares, a Mariana le detectaron una inflamación en los pulmones y la posible formación “de un trombo”. Su diagnóstico presuntivo es COVID-19.
“Esto era algo que, me imagino, mucho habíamos visto y pensado desde antes. Pero, aun así, la alcaldía fue la que patrocinó e incentivó las fiestas patronales. Era de esperarse que ahorita el pico se elevase y según lo que me han estado comentando algunas personas, este repunte es de la hípica y de lo que fue el carnaval. Eso fue a inicios de agosto”, dice Pedro.
Casos se disparan en el norte y el centro de Nicaragua
Pero el panorama desolador que se vive en esta ciudad no es la excepción. En Estelí, en el norte de Nicaragua, hay reportes similares. Bares han anunciado la suspensión temporal de sus actividades y la Alcaldía solicitó la compra de ataúdes por un monto de más de medio millón de córdobas (22.000 dólares), según un reporte del medio digital Nicaragua Investiga.
Debido a los contagios masivos, algunos hospitales han colapsado, según medios independientes, y algunas personas han comenzado a tratarse en casa, tal y como es el caso de Mariana Talavera.
“La única persona que tiene contacto con ella soy yo y el enfermero. Somos los dos que estamos en contacto con ella y nos turnamos, un tiempo él, otro tiempo yo, y el resto de la familia no está en contacto con ella”, dice Pedro.
Comenta que debido al nivel que tiene de oxigenación, ha requerido asistencia respiratoria. Sin embargo, ha sido una odisea poder encontrar en la ciudad “relleno para los tanques de oxígeno”, y cuando la empresa encargada de suministrar en la localidad llega, “las filas son largas”.
“Nosotros nos la jugamos consiguiendo con conocidos. Hemos podido conseguir dos tanques en estos días, pero hay muchas personas que no han corrido la misma suerte”, relata, y agregó que “la demanda es grande”.
“Lo que hacemos en la noche es esperar al camión, que venga, y aprovechamos, si tenemos dinero, dejar pagados uno o dos tanques, lo que se pueda”, dijo el joven.
“Por ejemplo, ayer vinieron dos camiones, pero en eso llegaron del hospital, llevaron 36 tanques que eran de pacientes que tenían con oxígeno y que se habían quedado sin oxígeno. Lógicamente, ellos tienen que priorizar al hospital y después quedan los particulares”.
Los reportes de ciudadanos y organizaciones médicas independientes se dan en momentos cuando el Ministerio de Salud informó en la última semana de agosto el mayor número de casos de COVID-19 desde que llegó la pandemia al país en marzo de 2020.
Las autoridades sanitarias indicaron que en la última semana de agosto 568 personas se contagiaron de coronavirus, aunque el Observatorio Ciudadano, compuesto por expertos que bajo el anonimato recopilan estadísticas paralelas a las del Ministerio de Salud, tienen otro dato mayor.
El Observatorio contabilizó 796 casos sospechosos de COVID-19 y 97 fallecidos desde la antepenúltima semana de agosto.
El rebrote de casos fue confirmado este miércoles por la Organización Panamericana de la Salud, que señaló que un 94% de los municipios a nivel nacional en Nicaragua tienen reportes de un aumento de casos.
Dentro de los departamentos más afectados se encuentran Managua, y varias ciudades del centro y norte de Nicaragua.
Medidas a tomar. El gobierno desatiende
Al respecto, el doctor Enrique Pérez, asesor en Prevención y Control de Enfermedades de la OPS, manifestó que la disponibilidad de datos precisos y la capacidad de analizarlos y contextualizarlos es clave para frenar el aumento de contagios de coronavirus.
“Los pasos que se han hecho y han sido efectivos en muchos de los países de la región, y que también se aplican en Nicaragua, es identificar los casos, aislar a las personas y poner en cuarenta a los cercanos”, dijo Pérez.
Pero el caso en Nicaragua es complejo debido a que las autoridades han mantenido bajo hermetismo el avance del virus y ni siquiera informan cuáles son las principales ciudades contagiadas y si hay presencia de variantes como la delta.
“Esto es tan sencillo como que yo vaya a tu barrio (o comunidad) y haya una calle donde asaltan y vos no me decís. Entonces yo voy y me asaltan. Me pueden matar o sólo golpearme y quitarme lo que tengo. Yo no sé lo que puede pasar si me meto en esa calle. Es lo mismo con la pandemia. No puede ser que vos no alertes que en esa calle no se puede pasar”, dijo el epidemiólogo nicaragüense Leonel Argüello al ser consultado por la Voz de América.
Según el especialista, “eso es elemental pero no se está haciendo. La gente no percibe realmente el riesgo y es más difícil que adopte las medidas de prevención”.
Arguello, que fue fundador del Ministerio de Salud, considera que la pandemia no solamente se encuentra concentrada en el norte y centro del país. “Lo que pasa es que ha habido más información sobre los departamentos. Pero acordate que un departamento es más chiquito. Es más chiquito y vas a ver la fila de las personas buscando tanques de oxígeno”.
“Aquí en Managua es mucho más grande, entonces es diferente. Pero no es que no hay en Managua, hay en absolutamente todo el país, en el Caribe también. Hay casos de COVID en todos lados del país porque se ha ido alimentando el contagio y no la prevención” recrimina Argüello.
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