Flanqueado por los expresidentes de Venezuela Hugo Chávez y de Bolivia Evo Morales, el exlíder guerrillero Daniel Ortega asumió el poder en Nicaragua en 2007. Habían transcurrido 16 años después de haberlo perdido en las urnas frente a Violeta Barrios de Chamorro.
Ortega retornó con apenas un 38% de los votos. Sin embargo, a juicio de analistas consiguió el triunfo debido a un supuesto pacto con el expresidente Arnoldo Alemán, quien pidió un cambio al sistema electoral reduciendo el porcentaje necesario para declarar ganador a un candidato.
A raíz de ese momento, el gobernante sandinista comenzó a hilar una red que le garantizaría su permanencia en el poder y en eso el fallecido Hugo Chávez tuvo un papel fundamental hasta su muerte, según explicó en su momento a la Voz de América el exembajador de Managua en Washington, Arturo Cruz.
De hecho, el apoyo de Venezuela fue clave para las elecciones posteriores, donde Ortega fue reelegido, en 2011 y en 2016. Ambos comicios fueron cuestionados por parte de la comunidad internacional que criticó una serie de maniobras del mandatario.
Solo en 2011 la cooperación venezolana en Nicaragua alcanzó unos de sus mayores repuntes. Ese año el país recibió más de 500 millones de dólares, según datos del Banco Central.
Después Ortega recibió más dinero de Venezuela. El Banco Central reflejó que en 2016 Nicaragua obtuvo más de 700 millones de dólares.
“Esos eran los años de vacas gordas. A Nicaragua eso le permitió elaborar un sinnúmero de programas de régimen clientelar, bajo argumento de que así capturas a ese segmento de la sociedad, que van a ser tus votantes cautivos”, valoró Cruz.
Pero la cooperación venezolana cayó a niveles históricos en Nicaragua desde 2018 hasta la fecha, coincidiendo con la crisis sociopolítica ocurrida en el país centroamericano y que también redujo a niveles nunca antes vistos el apoyo logrado por Ortega gracias a los programas asistencialistas.
“Cuando la cooperación venezolana disminuye, el gasto público se mantuvo y eso llevó al gobierno a aumentar la carga tributaria. Entonces la gente sintió que le estaban sacando, precisamente supongo yo, recursos de su bolsa para darle sustento a esos gastos clientelares que antes los financiaba la cooperación venezolana”, explicó Cruz.
Según una encuesta publicada en octubre de 2021, a solo un mes de las elecciones presidenciales, la popularidad del partido oficialista Frente Sandinista cayó al nivel más bajo de toda su historia.
La misma encuesta reflejó que Ortega perdería en unos comicios, con apenas el 19% de los votos, frente a un 65% opositor.
De igual manera se evidenció que seis de los siete precandidatos presidenciales encarcelados por el gobierno cuentan con mayor opinión favorable en relación a la administración de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
“El Frente Sandinista en este momento está en sus niveles más bajos observados a lo largo de estos estudios, con un nivel ya de un dígito, inferior al 19 por ciento previo que ha tenido y al 30 por ciento tradicional” dijo a la VOA, Luis Haug, gerente general de la encuestadora CID Gallup.
Instituciones armadas son clave
En medio de la caída en picada de la aceptación al gobierno de Ortega y del apoyo de Venezuela, el mandatario ha hecho uso del control que ejerce sobre los poderes del Estado, como la Asamblea Nacional, donde impulsó reformas electorales que anularon la posibilidad de unas elecciones creíbles, opina un sociólogo que prefiere no ser citado por razones de su seguridad.
También Ortega vino trabajando para tener el mando de instituciones armadas, como el Ejército y la Policía, que le permitirían controlar cualquier movilización en su contra, tal y como se vio en 2018 cuando la represión hacia las protestas contra el mandatario dejó más de 300 muertos, explicó a la VOA el mayor en retiro del Ejército de Nicaragua Roberto Samcam.
Samcam señala que el Ejército, por ejemplo, con unas reformas al Código de Organización Militar en el 2014, selló su futuro al futuro de Ortega.
La principal reforma, según Samcam, subordinaba a la institución al mando directo del presidente Daniel Ortega. “Había una figura que se llamaba Ministerio de Defensa que era el interlocutor entre el Ejército y la presidencia. Ortega eliminó a ese interlocutor, a ese eslabón, y se convirtió en el jefe directo del Ejército”, explicó.
“Como consecuencia, todas las órdenes de Ortega se tienen que cumplir sí o sí por parte del Ejército”, agrega.
Otro pilar, según Samcam es la Policía. “El cuerpo policial está sancionado, y señalado de cometer crímenes de lesa humanidad… es decir, tenemos un tendido militar que proporciona a Ortega la implementación de una política de terrorismo de Estado dirigida hacia la población nicaragüense”.
¿Aliados internacionales?
Aunque a nivel interno Ortega se encuentra aparentemente sólido, a nivel diplomático el apoyo de la comunidad internacional ha mermado, a lo que su gobierno ha reaccionado con furia, tildando a organismos como la OEA de “títeres de Estados Unidos”.
De hecho, Washington y sus aliados han elevado las acciones contra Managua, sancionando a más de 30 funcionarios allegados a Ortega, quien de lograr un nuevo período tal y como se vislumbra, cumpliría dos décadas completas en el poder de forma consecutiva.
De igual, forma Estados Unidos ha revocado visas a más de 150 legisladores de la Asamblea Nacional, así como a sus familiares. Lo mismo ha ocurrido con jueces, señalados de “socavar” la democracia en Nicaragua.
Paula Bertol, exembajadora de Argentina en la OEA, cree que después de las elecciones del 7 de noviembre, si todo sigue como hasta ahora, “no van a ser válidas, y que el orden constitucional realmente quedará herido, herido de muerte”.
“La OEA va a tener un papel protagónico” considera Bertol y agrega que probablemente se pueda dar una resolución en donde se llame a una “sesión extraordinaria” para expulsar a Nicaragua de este organismo.
Ortega por su parte ha intentado buscar nuevos aliados en otros continentes, a como ha ocurrido con Moscú, pero “Nicaragua no tiene ninguna importancia para Rusia", señaló con anterioridad el exministro de Defensa, Avil Ramírez.
“Venezuela y Cuba tienen importancia geopolítica, pero Nicaragua no tiene ninguna importancia para Rusia. Ya no hay tráfico de armas a El Salvador como en los años 1980, no hay esa relación estrecha. Los sueños imperiales de Rusia quedaron limitados a su vecindario y por eso tiene las ansias expansionistas en Ucrania, Crimea y resto de la región donde puede tener influencias”, dice Ramírez.
El exministro de Defensa cree que lo ha Rusia ha dado a Nicaragua son intercambios ligeros “a cambio que Nicaragua respalde diplomáticamente las acciones de Rusia en su patio trasero, es decir reconocer el reconocer a Osetia del Sur, el establecer relaciones diplomáticas con Abjasia, que son provincias rebeldes”.
Ante este panorama, algunos opositores, como el general Samcam, llaman a que después de los comicios de noviembre, se debería “someter al régimen de Ortega a un aislamiento internacional, eliminar esa concesión graciosa que están haciendo los organismos bilaterales al financiar al régimen, por ejemplo, el BCI y el Banco Mundial, que entregan una cantidad de dinero violentando incluso lo que está previsto en la Nica Act”.
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