El primer paso que dio el exiliado nicaragüense Luis al llegar a Miami, Florida, fue visitar la Iglesia Católica de Santa Agatha, a pocos kilómetros de la casa donde fue acogido en Estados Unidos tras emigrar por razones de seguridad.
Dice que se sintió como en su “hogar” al ver a dos de los principales sacerdotes que en Nicaragua acompañaron a los manifestantes en las demandas por “un cambio y el cese de la represión” durante la crisis iniciada hace cuatro años.
Se trata de monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, y el padre de la iglesia San Miguel Arcángel, Edwin Román.
Báez salió de Nicaragua en noviembre de 2019 por orden del papa Francisco, tras recibir amenazas de muerte, mientras que Román se movió a Estados Unidos por razones personales.
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La iglesia donde se encuentran se ha convertido en la actualidad en el refugio espiritual de decenas de personas que han huido de Nicaragua durante la crisis, exacerbada ahora por las polémicas elecciones del pasado 7 de noviembre.
“A esta parroquia de Santa Agatha vienen muchos nicaragüenses, muchos de ellos en chinelas, llorando, contando sus problemas”, dijo a la Voz de América el sacerdote Román, quien descarta por el momento regresar al país por temor a ser encarcelado tras recibir amenazas de la vicepresidenta Rosario Murillo.
Explica que viajó a Estados Unidos por unos días en agosto. “Sin embargo, unos días después, la señora Rosario Murillo me amenazó e hizo alusión a mi persona en su discurso transmitido en la televisión”.
El religioso menciona que encontrarse en Miami, Florida de forma súbita, lo ha hecho identificarse con el resto de las personas que se han exiliado.
“Sentís que te arrancan un pedazo de tu tierra. Comprendo un poco a nuestros hermanos que están llegando. Es triste. Saber que has dejado a la familia, a quienes te quieren. Yo tengo feligreses que me dicen: quédense, aunque nos hagas falta”, expresó Román.
Aunque la Iglesia Católica no ha revelado una cifra oficial, tres sacerdotes y un obispo han salido de Nicaragua, mientras que otros han denunciado que la Dirección de Migración les ha retenido sus pasaportes.
“Desde 2018 ha venido la persecución. Hemos visto los ataques a templos, imágenes, feligreses, sacerdotes y obispos”, dice Román.
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Los últimos sondeos de opinión indican que la Iglesia Católica es la institución mejor valorada por los nicaragüenses, a pesar de las tensiones que mantiene con el Gobierno de Daniel Ortega, quien ha tildado a los sacerdotes de “hijos del demonio” y de “golpistas” por exigirle la democratización del país.
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