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Investigadores buscan tratamientos más baratos contra el COVID-19


Personal médico trata a un paciente de COVID-19 en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Providence Mission Hospital en Mission Viejo, California, EE. UU., el 25 de enero de 2022.
Personal médico trata a un paciente de COVID-19 en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Providence Mission Hospital en Mission Viejo, California, EE. UU., el 25 de enero de 2022.

A partir de los tratamientos ya existentes investigadores de distintos países colaboran para producir otros iguales o más efectivos, pero a un menor costo.

Una colaboración internacional liderada por investigadores de Canadá y Brasil está implementando métodos innovadores de prueba y financiamiento para determinar si los medicamentos existentes pueden proporcionar tratamientos más baratos y efectivos contra el COVID-19 y se siente alentada por sus resultados iniciales.

La iniciativa conocida como "Ensayo JUNTOS", la que hace referencia a su método "ensayo clínico de plataforma adaptativa", permite probar varios tratamientos potenciales simultáneamente, reduciendo los costos y la cantidad de personas que deben someterse a prueba.

Los investigadores también han acelerado la búsqueda de tratamientos efectivos contra el COVID-19 gracias al financiamiento y apoyo de fundaciones privadas, universidades y sector privado, en lugar del lento proceso de búsqueda de financiación gubernamental.

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Uno de esos ensayos realizado en Brasil a partir de junio de 2020, encontró que la fluvoxamina, un antidepresivo común, ayudó a reducir la hospitalización y la muerte de pacientes con COVID-19 en un 32 %.

Ed Mills, un epidemiólogo clínico que enseña en la Universidad McMaster de Ontario y que está ayudando a coordinar el proyecto desde sus oficinas en Vancouver, Canadá, explicó a la Voz de América el modelo de “plataforma adaptativa” en el que se prueba más de un fármaco al mismo tiempo.

“Por lo general, en un ensayo clínico, esperas ver un fármaco versus un placebo”, relató Mills. “Bueno, en nuestra circunstancia, estamos haciendo cinco medicamentos versus placebo, seis medicamentos versus placebo”.

Mills afirmó que, mientras se descubrían datos prometedores sobre la fluvoxamina, descubrir lo que no funciona ha sido igualmente importante.

Por ejemplo los ensayos mostraron que la hidroxicloroquina, el lopinavir, la metformina, la doxazosina y la ivermectina no ayudan a prevenir la hospitalización por COVID-19.

Dos de esos medicamentos, la hidroxicloroquina y la ivermectina, ganaron notoriedad en Estados Unidos ya que algunos pacientes con COVID-19, como el entonces presidente Donald Trump, insistieron en tomarlos a pesar de las advertencias de los funcionarios de salud de que los medicamentos son, en el mejor de los casos, ineficaces para tratar una infección por coronavirus.

En medio de la ola global de infecciones causadas por la variante ómicron, el proyecto está reclutando a unos 100 participantes por día, y ahora se están realizando ensayos en Sudáfrica, Pakistán y Brasil. A la fecha, cerca de 5.000 personas han participado en los ensayos, que actualmente involucran a unas 2.500 personas.

Un proceso más ágil

El doctor Brian Conway, director médico del Centro de Enfermedades Infecciosas de Vancouver, ve en el trabajo realizado un modelo para futuras investigaciones médicas.

Los nuevos medicamentos requieren ensayos clínicos rigurosos y prolongados antes de que puedan aprobarse para su uso, anotó. Pero el progreso puede ser más rápido “si un medicamento ha existido por un tiempo, ha sido autorizado, está disponible para la venta y está tratando de decidir si hay una nueva indicación para él”.

Conway, que no participa en el estudio JUNTOS, quedó impresionado con la metodología de los investigadores.

Entre las conclusiones de los estudios, según Mills, está que el "Sur global" (países en desarrollo del hemisferio sur) tiene mucho que enseñar al llamado "Norte global" o naciones más desarrolladas.

“Aunque somos nosotros los que tendemos a elaborar las reglas sobre epidemiología, son ellos los que aplican esas reglas sobre epidemiología y tienen experiencia práctica”, dijo.

Esta no es la primera vez en que Vancouver desempeña un papel en el avance de la epidemiología. Las vacunas de ARNm desarrolladas por Pfizer y Moderna se basan en nanopartículas de lípidos para ingresar a las células humanas. Esa tecnología se investigó por primera vez en la Universidad de Columbia Británica a fines de la década de 1970.

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