El 1 de febrero, la jefa de redacción de la cadena rusa RT, Margarita Simonyan, apareció en el programa político “En la tarde con Vladimir Solovyov” para desmentir las denuncias de que Rusia planea una invasión en gran escala a Ucrania.
Simonyan planteó que es incorrecto suponer que Rusia invadirá a Ucrania.
“Estoy absolutamente convencida de que Rusia no va a iniciar una guerra con Ucrania y eso no sucederá de ninguna forma. Y si Rusia se viera obligada a interferir en lo que sucede en Ucrania (solo será) con la meta de poner fin a la guerra en Ucrania, no a iniciar una guerra en Ucrania”.
Simonyan alegó que Ucrania está en una guerra con su propio pueblo desde hace ocho años, en que ha matado a miles de civiles. Miles de niños con “los brazos y las piernas destrozados” fueron “sepultados en “pequeños ataúdes”, dijo.
También usó un lenguaje provocativo para promover una intervención humanitaria.
“Rusia no puede hacer otra cosa que detener esta guerra. ¿Qué estamos esperando? ¿Qué se creen campos (de concentración)? ¿Qué comiencen a usar gases contra su propio pueblo?”.
Los comentarios de Simonyan tuvieron lugar después de que el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, advirtió que una invasión de Rusia era inminente.
Estados Unidos comenzó a evacuar a su personal de embajada en Kiev, mientras que algunas aerolíneas han suspendido sus vuelos a Ucrania o los han desviado a otros destinos.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, dijo que la invasión podría ocurrir el 16 de febrero, pero después se retractó.
Las declaraciones de Simonyan son engañosas o falsas.
En realidad, Rusia ya invadió a Ucrania en 2014. La interrogante hoy en día es si los 130.000 soldados estacionadas cerca de las fronteras de Ucrania están allí para avanzar más.
Rusia desde hace tiempo ha tratado de presentar el conflicto que comenzó en la región de Donbas como una guerra civil, pero Moscú instigó ese conflicto y lo sigue perpetuando.
La invasión de Rusia a Ucrania comenzó el 26 de febrero de 2014, cuando fuerzas apoyadas por el Kremlin establecieron un punto de control militar en Crimea en la carretera que une a la ciudad portuaria de Sebastopol con la capital de la península, Simferópol.
Al día siguiente, fuerzas especiales rusas, operando sin la insignia nacional, tomaron el edificio del parlamento de Crimea e izaron la bandera de Rusia. La incursión por los llamados “hombrecitos verdes” terminó con la ocupación de la península por tropas rusas.
A pesar de desmentirlo inicialmente, el presidente Vladimir Putin admitió que las fuerzas rusas invadieron la península: “Nuestras tropas apoyaron a las fuerzas de autodefensa de Crimea”, dijo.
Rusia trató de justificar la anexión ilegal de Crimea alegando falsamente que la población de la península “estaba amenazada de exterminio y votaron por la reunión con Rusia”.
Moscú nunca ha presentado pruebas de que existiera ese peligro de exterminio después de la revolución de febrero de 2014 en que el presidente ucraniano Víctor Yanukovich huyó del país.
Aunque surgieron protestas en Crimea a favor y en contra de la llamada revolución de Maidan, no hubo reportes de violencia ni represión promovidas por el Estado en ese momento, y mucho menos pruebas de “exterminio”.
En contraste, después de la anexión, miembros del grupo autóctono tártaro musulmán de habla turcomana han reportado abusos, discriminación y supresión en Crimea.
Rusia niega que desplazó tropas en el este de Ucrania para respaldar a los separatistas prorrusos, algunos de los cuales estaban relacionados con la inteligencia rusa. El conflicto armado comenzó en la región en abril de 2014.
La evidencia dice otra cosa.
En noviembre de 2021 una corte de la región rusa de Rostov, cerca del sector ocupado de Donbas, emitió un veredicto en un caso de corrupción.
V.N. Zabaluev, administrador de una firma que suministraba alimentos a las tropas rusas emplazadas en la “República Popular de Donetsk” y la “República Popular de Luhansk”, los dos estados marionetas de Rusia en Donbas, había pagado sobornos a oficiales militares.
Soldados rusos han colocado fotografías en las redes sociales y admiten que están operando dentro de Ucrania, atacando a Ucrania y transportando armas a Ucrania.
Otras pruebas de que las fuerzas rusas están operando en Ucrania son videos de entrevistas a tropas rusas capturadas dentro de Ucrania, menciones en las redes sociales de soldados rusos que han muerto en Ucrania, un aumento inexplicable de tropas rusas muertas o heridas, y la aprobación de beneficios por muerte o incapacidad a soldados rusos y sus familiares.
Las llamadas fuerzas “separatistas” en el este de Ucrania tienen armas y equipos de fabricación rusa que nunca fueron exportados a Ucrania ni fueron usados por las fuerzas armadas ucranianas.
Un estudio de tres años de la organización con sede en Gran Bretaña Conflict Armament Research (Investigadora de Armamentos de Conflictos) encontró “que fábricas en lo que es hoy la Federación Rusa produjeron la mayoría de las municiones de las milicias y casi todas sus armas, desde fusiles de asalto y de precisión, hasta lanzadores de granadas, minas personales y armas antitanques”.
Los “combatientes prorrusos” en el este de Ucrania están usando armas y sistemas de armamentos sofisticados que no fueron comprados por los militares ucranianos y por lo tanto tampoco fueron conquistados. Entre los sistemas de armamentos hay tanques modernos con tripulaciones entrenadas.
Un equipo internacional de investigación encontró que un sistema de misiles Buk-TELAR, llevado hasta Ucrania desde Kursk, en Rusia, por la 53 Brigada de Misiles Antiaéreos de Rusia, fue usado para derribar el vuelo 17 de Malaysia Airlines en el este de Ucrania el 17 de julio de 2014. En ese ataque murieron todas las 298 personas a bordo.
Igor Girkin, alias Strelkov, un comandante de alto rango de las fuerzas rusas en Donbas en 2014, es uno de cuatro individuos juzgados en ausencia en la Corte de Distrito de La Haya por su presunta participación en el ataque al avión de Malasia.
El día del suceso, una cuenta de redes sociales asociada con Girkin alardeó de haber derribado a un avión de carga militar ucraniano An-26 cerca de donde cayó el avión de Malasia.
Ese mensaje fue retirado después de revelarse que el avión derribado era el vuelo 17 de Malaysia Airlines y no el de carga ucraniano. Así y todo, la agencia de noticias rusa TASS aún tiene un reporte en línea de que fuerzas prorrusas “derribaron” un An-26 en las afueras del poblado de Torez.
El 14 de julio de 2014, funcionarios ucranianos dijeron que un An-26 fue derribado por un misil tierra-aire en el este de Ucrania, pero no hay registros de una nave similar que fuera impactada el 17 de julio.
Girkin ha expresado que las hostilidades en el este de Ucrania se habrían diluido si su unidad no hubiera invadido.
Girkin, quien también fue uno de los principales comandantes de las “autodefensas” en Crimea, admitió en una entrevista en 2015 que los miembros del parlamento de la península fueron obligados a punta de pistola a respaldar la anexión.
Mientras tanto, la referencia de Simonyan a los niños asesinados y al potencial escenario similar al Holocausto son indicadores de la propaganda rusa,
En julio de 2014, la prensa estatal rusa publicó un reporte falso de soldados ucranianos que torturaron y crucificaron a un niño de 3 años en Sloviansk.
En abril de 2021, la prensa rusa falsamente informó que un dron ucraniano había matado a un niño en Oleksandrivsk, una pequeña ciudad en Luhansk.
La prensa estatal rusa ha presentado sistemáticamente al gobierno de Ucrania como una “junta fascista” y regularmente promueve temores de una amenaza nazi en Ucrania.
El canciller ruso, Sergey Lavrov, recientemente calificó comentarios de su homólogo ucraniano, Dmitry Kuleba, como propaganda “de la escuela de Goebbels” que “incluso sobrepasan el arte del jefe de propaganda del Tercer Reich”.
En un artículo publicado en 2016 por el Centro de Análisis de Política Europea, con sede en Washington, Edward Lucas y Peter Pomeranzev señalaron que los propagandista del Kremlin “exploran el legado de la Segunda Guerra Mundial” y el trauma histórico de Rusia para propagar la falsa idea de que “todo el que se opone a Rusia ahora es un fascista”.
[Este artículo de William Echols fue originalmente publicado en Polygraph.info]
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