La crisis humanitaria que atraviesa Venezuela forzó al menos a 6 millones de sus ciudadanos a salir del país en los últimos cinco años, según la agencia de la ONU para los refugiados ACNUR, pero desde 2020 el panorama ha dado un tímido e inesperado giro.
La recuperación de apenas un 5% de la economía, el fin de la escasez de productos básicos, la dolarización informal y la pérdida de empleos en las naciones de acogida por el confinamiento han impulsado a algunos a volver. Así le ocurrió a Mike Portas, un publicista venezolano de 33 años cuyos proyectos en España fueron suspendidos por la pandemia.
"Ya yo no tenía cómo sustentarme allá", explica Portas, por lo que volvió a Caracas el año pasado y notó los cambios que le habían comentado sus amigos.
"Es deslumbrante ver la cantidad de comercios nuevos, la cantidad de ofertas, una situación totalmente distinta. Pero como siempre lo he dicho, es una burbuja de cristal. Uno no sabe la procedencia de esos ingresos, no sabe de dónde se está manejando tanto capital para montar esos nuevos comercios, y como todo, eso se infla, pero uno no sabe cuándo va a explotar. Es una inestabilidad total".
Portas no está seguro de quedarse definitivamente en Venezuela.
"Hoy estamos bien, mañana no sabemos, y así estamos, en una montaña rusa que sube hoy y baja mañana. Al final, la inflación es la misma y no todos alcanzamos a eso".
La nación petrolera salió en enero de la hiperinflación que comenzó en noviembre de 2017 y que destruyó los ahorros de los ciudadanos. Ya no hay largas filas para comprar alimentos y medicinas, pero apenas un 5% de la población tiene capacidad de pagar estos artículos, de acuerdo con la Encuesta de Condiciones de Vida, elaborada por la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).
A pesar de que los indicadores financieros siguen siendo poco alentadores, María José Bocaranda, bioanalista de 36 años, empacó sus maletas en marzo de 2021 y preparó su vuelta a Venezuela. Meses antes de tomar la decisión, estuvo de vacaciones en Valencia, al norte del país. En ese tiempo, hizo averiguaciones para saber si era viable el retorno, algo que lucía impensable en 2018, cuando partió a Argentina y más tarde a Chile.
"Años atrás, cuando decidí irme, era porque no cubría mis gastos básicos, a pesar de tener un negocio".
Aunque admite que le iba bien en Santiago de Chile, donde pasó sus últimos días, en Venezuela reabrió el laboratorio de bioanálisis que había cerrado antes de irse al extranjero.
"Me di cuenta que, dentro de toda la situación que sigue difícil en algunas áreas, está más manejable que antes y los costos de nuestros servicios como profesionales de salud alcanzan para pagar gastos. En cuestión de una semana, conseguí local, pude reactivar la parte fiscal de la empresa y todo fluyó", indica Bocaranda.
"Lo que producía allá [en Chile], de alguna manera lo produzco aquí . Estoy en mi casa y puedo ayudar a mi familia, estoy presente y eso influye mucho cuando la familia es adulta mayor y necesitan a sus hijos o sus sobrinos", detalla Bocaranda.
Por ahora, no hay estadísticas de cuántos venezolanos han regresado. Según el investigador del Centro de Derechos Humanos de la UCAB, Carlos Lusverti, no es un "número significativo" frente a la diáspora de la última década.
"Un disparador del retorno de las personas tuvo que ver con que muchísimas de las personas que han salido forzosamente de Venezuela, en los países a los que llegaban se dedicaban al tipo de trabajos que se vieron directamente impactados por las cuarentenas mandatorias", argumenta Lusverti.
"En la medida que se informa una supuesta recuperación económica, hay algunas personas que están tomando la decisión de volver, en algunos casos, impulsados también por cambios políticos en el continente", como el triunfo de los gobiernos izquierdistas de Alberto Fernández en Argentina, Luis Arce en Bolivia y Pedro Castillo en Perú.
"Es importante no caer en la trampa de reducir las cantidades de personas que regresan por un tema económico, porque banalizamos las causas de salida forzosa como inestabilidad económica, violación grave a sus derechos humanos e inseguridad", recalca Lusverti.
A diario cientos de venezolanos siguen partiendo, algunos arriesgando sus vidas en peligrosas rutas, como la selva del Darién, entre Colombia y Panamá, el desierto de Atacama para llegar a Chile o tomando precarias embarcaciones rumbo a Trinidad y Tobago. Al menos cuatro niños han muerto en estas travesías durante 2022.
No en vano la Encuesta de Juventud, presentada por la UCAB, reveló que pasó de 20 a 44 el porcentaje de jóvenes que quieren permanecer en Venezuela.
¡Conéctate con la Voz de América! Suscríbete a nuestro canal de YouTube y activa las notificaciones, o bien, síguenos en las redes sociales: Facebook, Twitter e Instagram.