En el día en el que Moscú sufrió una importante derrota simbólica con la pérdida del buque insignia de su flota en el Mar Negro, el presidente de Ucrania eligió a su pueblo por su determinación desde el inicio de la invasión rusa en febrero y por tomar “la decisión más importante de su vida: luchar”.
En su discurso nocturno, Volodymyr Zelenskyy, dijo a los ucranianos el jueves que deben estar orgullosos de haber sobrevivido 50 días bajo ataque ruso cuando los invasores “nos daban un máximo de cinco”.
Entonces, hasta los líderes mundiales afines le instaron a abandonar el país, ante las dudas de si Ucrania podría sobrevivir, agregó. “Pero no sabían lo valientes que somos los ucranianos, cuánto valoramos nuestra libertad y la posibilidad de vivir como queremos”.
Al enumerar las formas en las que Ucrania se ha defendido de la agresión, Zelenskyy señaló a “los que demostraron que los buques de guerra rusos pueden navegar lejos, aunque sea hasta el fondo” del mar.
Fue su única referencia al Moskva, un crucero con misiles guiados bautizado con el nombre de la capital rusa que se convirtió en un importante objetivo de la resistencia ucraniana en los primeros días de la guerra. Se hundió el jueves mientras era remolcado a puerto tras sufrir graves daños en circunstancias que siguen en disputa.
Las autoridades ucranianas dijeron que sus fuerzas atacaron el buque con misiles, mientras que el Kremlin reconoció un incendio a bordo pero ningún ataque. Funcionarios de Estados Unidos y otras naciones no pudieron confirmar las causas del fuego. En cualquier caso, es una devastadora derrota simbólica para Moscú en momentos en que sus tropas se reagrupan para una renovada ofensiva en el este de Ucrania después de replegarse de buena parte del norte, incluyendo la capital, Kiev.
El buque tenía capacidad para 16 misiles crucero de largo alcance, y su retiro del combate reduce enormemente la capacidad ofensiva de Rusia en el Mar Negro. El hundimiento es un fuerte revés para el prestigio de Moscú en una guerra que ya está considerada por algunos como un fracaso histórico. En el inicio de su octava semana, la invasión rusa ha quedado estancada debido a la resistencia de los combatientes ucranianos, reforzados con armas y otras ayudas de naciones occidentales.
Durante los primeros días del conflicto, el Moskva habría sido el buque que pidió la rendición de los soldados ucranianos estacionados en la Isla de las Serpientes, en el Mar Negro. En una grabación que se viralizó, los soldados responden: “Buque ruso, váyase al demonio”, usando palabrotas.
The Associated Press no pudo verificar el incidente de manera independiente, pero Ucrania y sus simpatizantes lo consideran un momento icónico para la resistencia. El país presentó recientemente una estampilla postal que conmemora el episodio.
Si Ucrania llevó a cabo el ataque, el Moskva podría ser el mayor buque de guerra hundido en combate desde la Guerra de las Malvinas de 1982, cuando una embarcación similar, el ARA General Belgrano argentino, fue torpedeado por un submarino británico. Sus más de 300 soldados murieron.
Las noticias sobre el barco ensombrecieron los anuncios rusos de avances en la ciudad portuaria de Mariúpol, donde se enfrentan a las fuerzas ucranianas desde los primeros días de la invasión con un aterrador costo en vidas civiles.
Un número cada vez menor de defensores resisten al asedio ruso que ha atrapado a más de 100.000 civiles, quienes necesitan de forma desesperada alimentos, agua y calefacción. David Beasley, director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas dijo en una entrevista con la AP el jueves que la gente que sigue allí se está “muriendo de hambre”.
El alcalde de Mariúpol dijo esta semana que más de 10.000 civiles murieron y que la cifra de víctimas mortales podría superar los 20.000 tras semanas de ataques y privaciones que han sembrado las calles de cadáveres.
La captura de la ciudad es fundamental para Rusia ya que le permitiría conectar sus tropas en el sur, que ingresaron a través de la Península de Crimea que se anexionaron en 2014, con los soldados en la región oriental de Donbás, el corazón industrial de Ucrania y el objetivo de la próxima ofensiva. Los rebeldes separatistas prorrusos combaten a las fuerzas de Kiev en la región desde hace casi ocho años.
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