Durante los últimos meses, en Venezuela se ha impuesto una narrativa que plantea que el país “se arregló”. Constantemente, en redes sociales, se exponen nuevos restaurantes, productos, ofertas de entretenimiento y otros servicios, que presentan una sensación de mejora.
Muchos utilizan la expresión con ironía, otros con sinceridad si toman como punto de comparación la época más crítica de la crisis, entre 2014 y 2018, cuando el país vivió una escasez de productos y racionamiento que llevó a la población a realizar largas filas para obtener alimentos de la canasta básica.
Se trata de un debate que genera incomodidad entre los ciudadanos de diversas ciudades de Venezuela donde las fallas de los servicios públicos son más profundas y frecuentes que en Caracas, la capital del país. También entre actores humanitarios que, día a día, trabajan de la mano de los sectores más vulnerables.
Representantes de diversos sectores, entre ellos Carlos Fernández, presidente de Fedecamaras, organización que reúne a los empresarios venezolanos, coinciden en que en el país hay una “enorme desigualdad” y que “está lejos” de haberse arreglado, sin embargo, aseguran que están trabajando para lograr soluciones.
De acuerdo a expertos, la “incipiente” recuperación de la “frágil” economía venezolana y el dinamismo que ha evidenciado en los últimos meses obedece a la dolarización de facto y al “relajamiento” de controles de precios y fiscalizaciones por parte del gobierno.
En ese sentido, ¿está saliendo Venezuela de la emergencia humanitaria compleja? Para los expertos la situación sigue su curso.
Al menos 19 millones de personas presentan “necesidades humanitarias” y más del 40 % de esa población tiene “necesidades humanitarias severas”, de acuerdo a Jo D’Elia, director de la Civilis DDHH.
El sociólogo y director de la asociación sin fines de lucro dedicada a brindar apoyo a la labor de organizaciones de la sociedad civil admite que, si bien pueden verse “algunas mejoras, muy leves”, advierte que los indicadores están en “peor situación” que antes de la pandemia de COVID-19.
“De ninguna manera la emergencia ha cedido en sus proporciones, alcances, sigue siendo a una escala mayor, a nivel nacional y afecta a millones de personas en Venezuela. Causa una migración forzosa que va a continuar ocurriendo”, dijo D’Elia durante un foro.
La nutricionista Susana Raffalli, alerta que los seguimientos que llevan a cabo desde hace seis años en hogares de las parroquias más empobrecidas del país confirman que se vive una situación humanitaria y nutricional “consistente con una crisis humanitaria incontestable”.
“La escala del problema en términos de número de niños y mujeres afectados no es la misma de 2016 y 2018, es quizás un poco menos la gente que está situación, pero, esa cantidad de personas afectadas en términos de prevalencia en los sectores más pobres del país es consistente con umbrales internacionales que definen una crisis humanitaria”, expone.
Agrega, además, que el tipo de problemas que reciben en las parroquias donde opera Cáritas, la organización de la Iglesia Católica que ofrece ayuda humanitaria, es “más complejo y sofisticado de abordar”.
“No es la misma familia con el niño en brazos que viene por un plato de sopa, con hambre. Esa familia está viniendo por el plato de sopa, con la misma hambre, pero presa de dinámica de explotación, prostituida en actividades económicas ilegales de las que es muy difícil rescatarlos, víctimas, presas de dinámicas de esclavitud moderna, eso es más difícil de abordar”, explica.
Raffali afirma que han ido perdiendo acceso al espacio humanitario de trabajo por “efectos de la violencia relacionada con grupos paraestatales armados, con actividades ilegales”.
“No vayan a creer que solo en Apure donde por cierto Colombia abrió corredores humanitarios para poder pasar. No veo que Venezuela demore en tener que solicitar lo mismo. Tenemos que poder llegar a la población que está bajo fuego, bien sea por las Fuerzas Armadas o por grupos irregulares con vacunas, con citologías para las mujeres, con suplementos nutricionales”, insistió durante el foro titulado ¿Es necesaria la acción humanitaria en Venezuela?
Respecto a la crisis humanitaria en Venezuela, en su página web, la organización Acceso a la Justicia afirma que, si bien no existe una definición clara sobre el término, “se puede decir que se refiere a una situación de grave emergencia, hambruna y/o falta de asistencia sanitaria por la que atraviesa un pueblo por diferentes causas, y que sus instituciones se muestran incapaces de resolverla, por lo que se ven necesitados de ayuda extranjera”.
De acuerdo a la más reciente Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi), la situación “se sigue deteriorando” y, entre 2020 y 2021, registró un aumento de la Inseguridad Alimentaria Severa que se ubica en 24,5 %.
Según el más reciente informe sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, publicado por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y otras 4 agencias, Venezuela es el segundo país de la región con mayor prevalencia de hambre por debajo de Haití.
En julio, el presidente Nicolás Maduro aseguró que Venezuela “está creciendo a un ritmo inimaginable” y que durante el primer semestre del año hubo un “récord mundial de crecimiento para Venezuela”.
“Se va agosto, mes de renovación de liderazgos de bases, de avances en las áreas de la economía real, de la ciencia y la atención del pueblo. Es impresionante, todo lo que podemos lograr unidos, trabajando por un objetivo: el crecimiento de Venezuela. ¡Nadie nos detendrá!”, escribió el miércoles en su cuenta en Twitter.
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