Carlos Valle, un nicaragüense de 42 años, trabajaba en su país como fotorreportero, pero cuando la crisis política se desató en Nicaragua en 2018 por las protestas antigubernamentales, dice que sufrió amenazas de muerte y decidió trasladarse con su familia al vecino Costa Rica.
Comenzar de cero implicó poner en marcha una serie de trámites que forman parte del camino del migrante. Valle tuvo que obtener un permiso de trabajo para poder trabajar legalmente. Solicitó refugio en Costa Rica en 2018, sin embargo, le dieron un carné que servía únicamente como un permiso de estadía.
Antes del 2018, solicitar refugio en Costa Rica era más restrictivo porque la persona no podía trabajar, explicó Daguer Hernández, exsubdirector de Migración y Extranjería de Costa Rica. “El carné de solicitante de refugio no se reconocía en ningún banco, en ninguna institución pública, en ningún lado. Era un carné para que usted lo tuviera y no lo arrestara la policía”, detalló a LA PRENSA y la Voz de América.
Pero ese proceso se modificó después del 2018, cuando como Valle, más de 200.000 nicaragüenses se refugiaron en el vecino Costa Rica. Ahora los solicitantes de refugio reciben un permiso laboral sin pasar por el carné de solicitante de refugio.
Esto le abrió nuevas puertas a los migrantes nicaragüenses. Valle, por ejemplo, pudo homologar su licencia de conducir y trabajar como chofer de Uber. Antes solo había conseguido trabajar en la construcción.
El migrante que está de paso en Costa Rica y no tiene regulación, no puede trabajar. Para salir a buscar un empleo, el migrante se tarda unos ocho meses en un proceso para recibir su permiso y luego debe renovarlo una vez al año. Los migrantes solicitantes de refugio, reciben un permiso laboral tras un trámite de tres meses.
“Un ajuste legal importante es que las personas que no son solicitantes de refugio tengan un carné previo al del permiso laboral. Va a quedarse en el país de cualquier forma. Eso evitaría el abuso del carné solicitante de refugio”, explicó el exsubdirector de Migración de Costa Rica, explicó Hernández.
Emigración a EEUU
Ernán Talavera, de 30 años, es uno de los miles de nicaragüenses que salió del país en 2018 rumbo a Estados Unidos, donde ingresó de forma irregular en noviembre de ese año.
Tras recolectar dinero, solicitó formalmente asilo político seis meses después de haber llegado, y 150 días más tarde solicitó permiso de trabajo. Al mes le llegó su tarjeta.
Una vez con el permiso de trabajo -explica- obtuvo grandes beneficios, como el Social Security, como se le conoce al documento en virtud del cual las personas pueden entre otras cosas participar en programas de asistencia del gobierno y aplicar a puestos laborales.
“Fue un gran beneficio para mí”, expresa. El permiso se lo dieron por dos años y no tuvo necesidad de renovarlo, debido a que las autoridades migratorias le respondieron positivamente a la solicitud de refugio.
Además de Costa Rica, decenas de miles de nicaragüenses se han marchado a Estados Unidos. Solo en los primeros seis meses de 2022 han sido detenidos un total de 96.000 en la frontera sur, según cifras de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EEUU.
Los nicaragüenses que ingresan de forma irregular a EEUU y piden refugio tienen que seguir un procedimiento para poder obtener un permiso de trabajo, indicó la abogada de inmigración Astrid Montealegre, presidenta y cofundadora de la fundación Nicaragua American Human Rights Alliance (NAHRA).
Para los solicitantes de asilo en EEUU, el proceso inicia cuando presentan la forma I-589, “Solicitud de Asilo y de Suspensión de Remoción”, explicó Montealegre. “Eso empieza a marcar el reloj”, dijo. Se requiere un mínimo de 150 días después de presentar la I-589 para que el solicitante de asilo pueda presentar una solicitud de permiso de trabajo.
Según la abogada, las leyes administrativas de EEUU establecen que Inmigración tiene como máximo dos meses para procesar estos permisos pero, debido a que hay demasiados casos y no se está cumpliendo en forma con este tiempo establecido, hay una demanda en contra del gobierno para que cumplan con ese tiempo.
“Lo que hemos visto en la práctica es que, después de que el aplicante presenta su solicitud, pasan aproximadamente otros seis meses. Puede transcurrir un año desde que la persona presenta su permiso de trabajo hasta que lo recibe”, agregó.
Presentar la solicitud de asilo y de permiso de trabajo por primera vez no tiene ningún costo. Para la renovación sí se tiene que pagar 495 dólares por el proceso, subrayó la abogada. Además sugirió tramitar la renovación como mínimo dos meses antes de vencer porque cuando están los procesos estancados, Inmigración dispone por cuánto tiempo se extienden los permisos vencidos mientras procesa las aplicaciones, dijo.
En EEUU el permiso laboral permite trabajar con un número de seguro social y declarar sus ingresos para poder recibir un reembolso si es que el gobierno le ha deducido demasiado dinero.
Otras vías para trabajar legalmente en EEUU
La analista sénior de políticas del Instituto de Políticas Migratorias en Washington DC Julia Gellatt dijo a la Voz de América y a LA PRENSA que existen múltiples vías legales para los migrantes viajar a EEUU y trabajar.
Una de ellas es la visa H2A, disponible para aquellas personas dispuestas a hacer trabajadores agrícolas, una visa con la que los dueños de granjas pueden patrocinar a inmigrantes para trabajar por temporadas en esa industria.
Este tipo de migración se conoce como “circular”, personas que están parte del año en EEUU y luego regresan a sus países.
Otro de los caminos es la visa H2B, también temporera pero dedicada a trabajos que no estén relacionados con la agricultura, usada por empleadores estadounidenses para trabajos de limpieza del hogar, resorts de verano o paisajismo.
Según apuntó la experta en políticas migratorias, usualmente estas visas son por menos de un año. Si los migrantes pueden encontrar múltiples empleadores, podrían quedarse hasta tres años como máximo.
“Bajo las visas temporeras, para poder calificar, tienes que decirle al Gobierno que planeas regresar a tu país y demostrar evidencia de que regresarás a tu hogar al final de tu estadía en Estados Unidos”, dijo Gellatt.
Gellat concluyó que las visas temporeras de trabajo “no son el camino” para personas que estén buscando huir de una situación peligrosa en su país de origen, sino para personas que “tienen un hogar que mantienen afuera pero quieren venir a Estados Unidos a ampliar las ganancias que podrían tener, y llevar ese dinero a su país”.