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Economías más grandes de América Latina están en manos de presidentes de izquierda


Trabajadores de la construcción viajan sobre una viga que cuelga de una grúa en el sitio de construcción de un edificio residencial de gran altura en la Ciudad de México, el 17 de junio de 2022.
Trabajadores de la construcción viajan sobre una viga que cuelga de una grúa en el sitio de construcción de un edificio residencial de gran altura en la Ciudad de México, el 17 de junio de 2022.

El deseo de mejoras económicas marca las elecciones en la región latinoamericana, según expertos. Líderes como Lula da Silva, Gustavo Petro y Alberto Fernández se debaten entre sus postulados ideológicos y el pragmatismo de sus economías, aseguran.

El ascenso de Luiz Inácio Lula da Silva a la Presidencia de Brasil ha dejado a las cinco mayores economías de América Latina en manos de dirigentes de la izquierda, con grandes retos presentes e inminentes, según expertos.

Andrés Manuel López Obrador, dirigente del Movimiento de Regeneración Nacional, gobierna México desde 2018 y Gustavo Petro, del Pacto Histórico, hace lo propio en Colombia desde agosto. Lula da Silva, por su parte, presidirá Brasil desde enero de 2023 tras vencer al aspirante a la reelección, el mandatario derechista Jair Bolsonaro.

Alberto Fernández, de la mano del peronismo, gobierna en Argentina desde 2019, mientras que Gabriel Boric, en Chile, y Pedro Castillo, en Perú, ganaron sus elecciones el año pasado.

Brasil, con 1.608.981 millones de dólares de Producto Interno Bruto en 2021, es la economía más grande de América Latina, según datos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), un órgano dependiente de las Naciones Unidas.

Le siguen México, con 1.296.024 millones de dólares de PIB; Argentina, con 487.227 millones; Chile, con 317.059 millones; Colombia, con 314.464 millones; y Perú, con 223.252 millones, según las mismas estadísticas.

La anterior coincidencia de líderes de izquierda en países con economías pujantes en Latinoamérica ocurrió en la primera década de este siglo, con Lula y el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez Frías a la cabeza, recuerda el economista Francisco Monaldi.

“Aquel momento no incluyó a México ni Colombia”, entonces gobernados por los dirigentes derechistas Vicente Fox y Felipe Calderón, y Álvaro Uribe Vélez, resalta a la Voz de América el especialista, con postgrado y doctorado en la Universidad de Stanford.

En esta ocasión, tenemos a México, Colombia, Brasil y Argentina, incluso Chile y Perú”
Francisco Monaldieconomista

Venezuela rondaba en aquella época una producción de casi tres millones de barriles de petróleo por día, mientras los precios del crudo superaban los 100 dólares. Hoy, sin embargo, el país presidido por Nicolás Maduro no se suma a la lista por estar sumido en una crisis sin precedentes y con una producción que roza los 700.000 barriles por día.

“Es diferente a la vez pasada. En esta ocasión, tenemos a México, Colombia, Brasil y Argentina, incluso Chile y Perú” con presidentes de izquierda, acota Monaldi, que también cursó estudios de desarrollo económico en la Universidad de Yale, en Estados Unidos.

Monaldi subraya diferencias en los matices que cada uno de los presidentes regionales de izquierda imprime sobre la economía de su país. A López Obrador, por ejemplo, lo evalúa como un mandatario “con una visión de los años 70” en el sector energético, priorizando el rol de la estatal Pemex, sin darle mayor preponderancia al sector privado, mostrando “una mentalidad tradicional” en cuanto a la explotación de combustibles fósiles.

Luego, ve a Petro como “un estatista pragmático en algunos sentidos”, pero que anhela reducir la importancia de la producción de hidrocarburos en la economía colombiana.

“Colombia es fundamentalmente un exportador de petróleo y carbón. Petro se quiere salir de ellas, algo de pragmatismo va a prevalecer. La suya es una combinación de izquierda con una visión ambientalista, de que hay que salir de la industria de combustibles fósiles”, dice.

En el caso de Argentina, “hay una mayor apertura” al capital privado, mientras líderes como Boric, en Chile, desean un repunte económico con un enfoque ambientalista, opina.

Deseos de cambio

Alejandro Grisanti, director y socio fundador de Ecoanalítica, advierte que América Latina transitó una década de “muy bajo crecimiento” económico y de poco bienestar social, entre 2010 y 2020, para luego enfrentar una “fuerte recesión” por la pandemia del COVID-19.

Ese fenómeno y su respectivo impacto social, opina, ha marcado a un electorado que vota en contra del gobierno corriente, sin que sean decisivas las ideologías políticas.

No es correcto pensar en los ejes de derecha e izquierda"
Alejandro Grisanti, director y socio fundador de Ecoanalítica

Ese voto castigo contra el establecimiento político ha ocurrido en 24 de las últimas 25 grandes elecciones en Latinoamérica, subraya Grisanti, con estudios de postgrado en economía.

“No es correcto pensar en los ejes de derecha e izquierda, sino más bien en una población latinoamericana que está sedienta de cambio y que busca precisamente votar contra el gobierno de turno”, apunta en conversación con la Voz de América.

Monaldi, por su parte, coincide y recuerda que hubo giros hacia la derecha en las presidenciales recientes en Ecuador y Uruguay. “Es una ola de antigobiernos”, señala. Las economías del continente encaran un desafío inminente, sin importar su tamaño, dice Grisanti, por su lado.

“El reto es cómo satisfacer el deseo de cambio cuando, después de la pandemia, terminaste con países altamente endeudados para poder expandir sus gastos fiscales y reducir impuestos. Esto pasa en un mundo con grandísimas fragilidades”, indica.

El especialista precisa que su firma de consultoría contempla una recesión en 2023 en grandes economías globales, como las de Europa e incluso Estados Unidos.

“Otro gran reto en la región es cómo crecer y satisfacer la demanda que tiene la población con un entorno externo tan adverso y con muy pocas posibilidades de recurrir de nuevo a un endeudamiento. Lo que viene es una mayor retención fiscal, que trae de nuevo bajo crecimiento económico y, por consiguiente, más demandas de cambio”, concluye.

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