Siete hombres armados entraron el domingo a un hospital de una provincia occidental de Ecuador y tomaron como rehenes a médicos y enfermeras, pero no se registraron víctimas, confirmó el presidente Guillermo Lasso.
En un mensaje en Twitter, el mandatario aseguró que, gracias a la intervención policial, “se logró detener a los 7 delincuentes, liberar a 4 rehenes y salvar vidas” en el hospital Napoleón Dávila de la localidad de Chone, en la provincia de Manabí, 380 kilómetros al suroeste de la capital.
“La situación está bajo control”, concluyó, sin dar más detalles.
El ministro del Interior, Juan Zapata, expresó en la misma red que “no hay heridos, ni fallecidos”, y advirtió que “quienes causen zozobra en la sociedad afrontarán las consecuencias”.
Hay un estado de excepción vigente en las provincias de Guayas, Esmeraldas y Santo Domingo debido a una ola de criminalidad que se exacerbó en los primeros días de noviembre con un ataque simultáneo a varias unidades policiales, en el cual murieron al menos siete uniformados.
Entre las provincias declaradas en emergencia no se encuentra Manabí.
Las autoridades adjudican el aumento de muertes violentas, especialmente en las provincias del litoral ecuatoriano, a una disputa de poder y control entre bandas delictivas vinculadas a carteles mexicanos del narcotráfico y que son causantes de las matanzas en los centros carcelarios, en las que hasta el momento han sido asesinados 400 reclusos.
El comandante de policía de Chone, Alex Salgado, dijo a la prensa que, según las primeras investigaciones, un ciudadano que fue víctima de sicarios ingresó herido al hospital la noche anterior, por lo que “presumiblemente serían estas personas que querían victimarlo”.
“Todo está bajo control. El personal está a salvo, los pacientes están a salvo”, confirmó la gerente del hospital, Kerry Alcívar, a un medio local digital, y narró que los hombres armados entraron amedrentando a los guardias.
En imágenes difundidas en redes sociales podía verse a los sujetos en una de las puertas del hospital mientras amenazaban y sujetaban por el cuello a una enfermera, quien suplicaba a gritos que no se le hiciera daño.
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