Un médico, un artista de rap y un futbolista son algunos de casi dos docenas de iraníes que están en peligro de ser condenados a muerte en los esfuerzos de Teherán de usar la pena capital como una táctica intimidatoria para frenar las protestas, denuncian los grupos de derechos humanos.
Las ejecuciones la semana pasada de Mohsen Shekari y Majidreza Rahnavard, dos jóvenes de 23 años sentenciados por las protestas, han desatado denuncias, especialmente porque Rahnavard fue ahorcado en público desde una grúa en lugar de una prisión.
Sin embargo, los activistas advierten que habrá más ejecuciones sin una fuerte respuesta internacional, porque ya hay más sentenciados a muerte por las protestas y otros acusados de delitos que podrían llevarlos a la horca.
"Hasta que no haya un costo político significativo por las ejecuciones, continuaremos viendo ejecuciones masivas”, dijo Mahmood Amiry-Moghaddam, director del grupo Iran Human Rights, con sede en Noruega.
El activista acusó a los líderes iraníes de usar las ejecuciones para “propagar el temor entre la gente y salvar al régimen de las protestas en todo el país”.
No ha habido reportes de una disminución de las protestas en los últimos días, pero el movimiento ha estado marcado por fases más y menos intensas de manifestaciones.
Las autoridades describen a los condenados a muerte como “sublevados” que han sido juzgados de acuerdo con la ley islámica sharía de Irán.
Sin embargo, los activistas expresan alarma por el uso de conceptos vagos en la ley contra los manifestantes, como “hostilidad contra Dios”, “corrupción en la tierra” y “rebelión armada”, todos los cuales son delitos capitales en Irán.
El grupo Amnistía Internacional ha confirmado 11 casos de sentencias de muerte emitidas contra manifestantes y otros nueve casos de personas acusadas de delitos que podrían acarrear la pena de muerte.
Los activistas están tratando de resaltar los casos de todos los individuos que enfrentan la pena de muerte, con la esperanza de que un mayor escrutinio en los casos individuales les ayude a salvar vidas.
Sin embargo, advierten que las ejecuciones son a menudo inesperadas.
Rahnavard fue ahorcado solo a 23 días de su arresto y poco después de reunirse con su madre, quien ni siquiera sospechaba que iba a ser ejecutado.
Los activistas tampoco conocían del caso de Shekari hasta que su ejecución fue anunciada por la prensa estatal.
Amnistía dijo que las autoridades iraníes están emitiendo las penas de muerte de una forma expedita y hay gran peligro de que algunas no se hayan informado al público y las ejecuciones se lleven a cabo en cualquier momento.
Agregó que Irán no ha hecho caso a sus solicitudes de poner fin a las ejecuciones.
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