En un frondoso suburbio de Tiblisi, el restaurante Pan Varenki es discreto. Un poco apartado de la calle, no oculta su identidad con los colores amarillo y azul de la bandera ucraniana en sus barandas y las pegatinas con las banderas de Ucrania y Georgia se observan en las mesas y las paredes.
Detrás de la pared de cristales de la cocina hay mujeres doblando la masa y el relleno de los varenyky, unos bocadillos ucranianos.
“Cuando no se necesite más nuestro trabajo aquí en Georgia y los ucranianos puedan regresar a casa, entonces volveremos”, dice Dmytro Korin un hombre de 40 años.
Su organización benéfica Unite Together trabaja con Pan Varenki, que organizó un evento con niños refugiados ucranianos para hacer los bocadillos. Unite Together apoya a los ucranianos que se han reubicado en Georgia tras huir de la guerra desde febrero de 2022.
"Los georgianos han sido muy acogedores, pero no creo que nos integraremos a Georgia permanentemente”, dijo. “Volveremos a casa cuando podamos”.
En febrero de 2022, Korin y su familia estaban de vacaciones con un grupo de amigos en Gudauri, un popular centro de esquí en las montañas de Georgia, cuando se desató la guerra.
Con una sola maleta de equipaje para todos y algunos pocos artículos personales, Korin y su familia no regresaron a su casa en Zaporinyia, en el este de Ucrania.
Junto a otras familias ucranianas, han estado viviendo en un hotel de Tiblisi, mientras Korin preside Unite Together, de la fue cofundador tras comenzar la guerra. El grupo humanitario recauda fondos para los ucranianos en Georgia, que los ayudan con los alquileres y las escuelas, y también provee apoyo comunitario.
Los fondos recaudados en Georgia también se usan para comprar y enviar medicinas esenciales a pueblos y ciudades en Ucrania.
"Desde los primeros días estuvo claro que teníamos un gran apoyo de los georgianos”, dijo Korin. “La gente en realidad trataba de ayudarnos, psicológicamente, financieramente, etc. Observamos que ellos verdaderamente querían ayudarnos. Pensábamos que quizás estaríamos aquí por una semana, pero con la red que se desarrolló y el trabajo con Unite Together, terminamos quedándonos”.
Korin es uno de los aproximadamente 120.000 ucranianos que han llegado a Georgia desde la invasión de Rusia a Ucrania. Aunque muchos han usado a Georgia como una ruta de tránsito hacia otros destinos, otros se han quedado y recibido apoyo, primero del gobierno y después de organizaciones internacionales, como la Cruz Roja, ACNUR y People In Need, un grupo humanitario checo.
En un país con una economía deprimida y un creciente desempleo que ya lucha para asistir a más de 280.000 desplazados oficiales, en su mayoría de Abjasia desde la guerra de 1992-93, los refugiados ucranianos se preocupan.
Al igual que Korin, muchos de los refugiados ucranianos que llegaron a Georgia después de la invasión de Rusia han creado proyectos e iniciativas, que ahora ayudan a otros ucranianos.
"Todos en Tiblisi nos han ayudado mucho, tanto en la escuela como con mi familia”, dijo Olena Kukharevsk.
Ella trabajaba en una escuela privada en Ucrania y después de llegar a Georgia en marzo pasado abrió una sección ucraniana en la Escuela No. 41 de Tiblisi, que comenzó a funcionar con 120 niños ucranianos.
Para el fin del curso escolar, el número había crecido a 500. Desde el 1 de septiembre de 2022, la cantidad de niños ya alcanza el millar, con otro departamento abierto en otra escuela de Tiblisi.
Con una alta demanda, Kukharevsk y otros colegas abrieron dos departamentos ucranianos en Batumi, una ciudad georgiana en la costa del mar Negro, y alrededor de 1.000 niños estudian ahora allí.
"El gobierno georgiano suministró laptops y cuadernos a los niños. También nos han ayudado empresas y escuelas internacionales. Hay autobuses para llevar y traer a los niños”, dijo la maestra. “Aún hay problemas con los libros de texto ucranianos, que solo se consiguen en formatos electrónicos y eso es complicado para las escuelas primarias. No se puede enseñar a leer a un niño sin un libro”.
Los recursos escolares no son el único problema de los refugiados ucranianos en Tiblisi. Cientos de miles de rusos también huyeron de Rusia después de comenzar la guerra y ahora se calcula que 140.000 entraron a Georgia, que no requiere visa para los rusos.
Muchos de los rusos que se establecieron en Tiblisi son de una clase media profesional urbana, lo que disparó la demanda por viviendas y el precio de los alquileres en más de un 200 por ciento. Eso desplazó a muchos georgianos y dificultó la necesidad de los refugiados ucranianos, que lo dejaron todo atrás.
“Los ucranianos pueden encontrar empleos, pero los salarios no alcanzan para el precio de la vivienda”, dijo Kukharevsk. "También hay un problema con el hecho de que los ucranianos van a cumplir un año en Georgia sin un estatus migratorio”.
Anastasia, quien prefirió no revelar su apellido, salió de Dnipro, una ciudad del centro de Ucrania que ha sido intensamente bombardeada por las fuerzas rusas, poco después de comenzar la guerra. Sus padres quedaron atrás y ella primero fue a la frontera con Polonia antes de llegar a Georgia con su hija, su hermana y una sobrina.
Antes trabajaba como traductora, pero ahora está en el proceso de establecer una pequeña dulcería en Tiblisi, horneando pasteles y otras golosinas por encargo.
"Me encanta Tiblisi y que la gente apoye a Ucrania, con tantas banderas ucranianas en los edificios. Eso es reconfortante”, dijo. "Tenía la idea de regresar a casa sin mi hija en febrero, porque extraño mucho a mi familia, pero con lo más reciente sucedido en Dnipro, esos planes quedaron atrás. Quiero que termine la guerra y poder ver a mis seres queridos”.
Un devastador ataque de misiles ruso el 14 de enero mató a por lo menos a 46 personas en un bloque de apartamentos en Dnipro.
Marta Drobina, una chef ucraniana de 36 años que vivía en Svalyava, una ciudad del oeste de Ucrania, llegó a Georgia en automóvil desde Polonia en la primavera pasada y alquila un pequeño apartamento en un suburbio de Tiblisi.
"No hay calefacción”, dijo en una entrevista a finales de enero, cuando una ola de frío fuera de temporada blanqueó de nieve varias semanas a Tiblisi.
Drobina, quien vive con un hijo con necesidades especiales, encontró un empleo en un restaurante de hotel, donde cocina comidas europeas para los turistas y ocasionalmente trabaja en servicios de hostelería. También recibe un subsidio mensual equivalente a 19 dólares de una ONG.
Con la guerra en Ucrania a punto de entrar en su segundo año, queda por ver si el apoyo a los ucranianos, desde el gobierno y la población, se mantiene con fuerza.
Kukharevsk dice que los ucranianos creen que ganarán la guerra y regresarán a su país, pero las perspectivas de que todo termine pronto parece improbable.
"Aquí en Georgia hay muchas familias ucranianas de territorios ocupados (por los rusos), familias que han perdido todo lo que tenían: casas, escuelas, hospitales y hasta ciudades”, dijo Kukharevsk.
"Esas familias no tienen adonde regresar y pienso que después de la guerra muchas se quedarán aquí. Creo que la escuela ucraniana seguirá funcionando después de la guerra. Hay tantos ucranianos en Georgia ahora y ellos quieren conocer su historia y su cultura”.
[Informe de Nadia Beard, periodista de RFE/RL]
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