El alcalde Óscar Escobar de la ciudad de Palmeira, en Colombia, la urbe que hace unos años ostentaba la nada grata distinción de ser el lugar con el mayor porcentaje de homicidios en el país, destaca con orgullo que su localidad hoy es vista como ejemplar por la reducción significativa de los crímenes gracias a la intervención con programas de prevención de violencia.
La intervención y acercamiento con la policía ha sido clave para "descongestionar" a los uniformados, un punto en que coincidieron otros funcionarios latinoamericanos invitados a un diálogo para abordar el impacto de los programas de pacificación en urbes, bajo el título 'Lecciones de los alcaldes de América Latina', organizado por el Institute of Peace de Estados Unidos (USIP, por sus siglas en inglés).
Escobar lanzó dardos a las políticas públicas como la que dirige el presidente salvadoreño Nayib Bukele, “Debemos trabajar con la policía, y por supuesto que debemos ser firmes para que impere la justicia, pero no podemos tener una guerra estilo Bukele con las pandillas para poner a todos en la cárcel, porque eso sólo va crear mayor resentimiento y mayores problemas en el futuro”, dijo.
Alcaldes y funcionarios municipales enrolados en programas de prevención de violencia en Colombia, México, Honduras coincidieron en que la inversión para prevenir la violencia es más rentable que meter a la gente a la cárcel.
“Enviar a los jóvenes a la cárcel es más costoso y simplemente es una universidad de la delincuencia”, apunto Escobar quien explicó que algunos programas han sido subvencionados con fondos de donantes, incluso con pagos de medio salario para que los jóvenes involucrados en pandillas se mantengan en el programa mientras encuentran salida a su situación social.
Recuperar la confianza perdida
Romper la brecha ante la confianza perdida en la policía “no es fácil” ahondó Alejandro Cussi, director de programas del gobierno de Morelia, México, quien apunto a que las reformas policiales se han vuelto cruciales para enfrentar la inseguridad.
“El tema de la legitimidad y la confianza es la base de una reforma policial; el policía está sujeto a escrutinio, y tratamos de apostarle a la confianza, entre la autoridad”, máxime cuando los cuerpos policiales en Latinoamérica y Estados Unidos se enfrentan a altos índices de desconfianza de la población, sobre todo en zonas socialmente vulnerables, explicó.
Cussi dijo que la batería de programas a la que ha recurrido el gobierno local para hacer partícipes sociales a los uniformados en lugar de tenerlos sólo como elementos de reacción ante la violencia, era impensable hace años.
“Hemos mejorado muchísimo nuestro acercamiento con las comunidades para ganar la confianza, como poner policías en servicios de paramédicos y médicos de atención de emergencias y los resultados han sido sorprendentes”, explicó el funcionario, técnicas que están surgiendo de una serie de estudios que plantean otros enfoques para abordar la violencia de diferentes actores en las ciudades.
El caso de combate de las pandillas en Los Ángeles, California, donde nacieron la MS-13 y la Mara 18 que operan en Centroamérica es una lección aprendida cuando las políticas de combate fallan, con una policía enfocada solo en rol “punitivo”, expuso el experto Guillermo Céspedes, que ha trabajado en esa localidad y otras urbes de Estados Unidos y Latinoamérica para cambiar el enfoque de abordaje policial.
“El mayor desafío es no empujar a la policía a que fracase, a que hagan cosas que no puedan hacer”, opinó y dijo ver como crucial el trabajo de los jefes municipales que gozan de autoridad por el respaldo ciudadano y pueden tener canales de incursión en comunidades que enfrentan problemas complejos y acercar a los uniformados de maneras más dinámicas.
Los funcionarios reconocieron que los costos de inversión en programas representan retos, pero en casos como el de Palmeira en Colombia, las donaciones fueron llegando del sector privado, que ve los resultados y las ganancias sociales que deja mejorar el tejido social en conjunto.
El alcalde Escobar dijo que en este momento respira tranquilo porque la gestión de izquierda del presidente Gustavo Pedro ve positivos este tipo de abordaje del problema, pero que en otros círculos más de derecha hay discusiones acaloradas si invertir recursos públicos en programas que incluyan hasta subvenciones para zonas de alto riesgo son más productivos.
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