El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, se asoma este miércoles a un complejo segundo y último mandato como jefe de Estado de la isla, sumida en una de sus peores crisis económicas y de derechos humanos que ha generado a su vez descontento y oposición a la gestión del mandatario.
El Parlamento unicameral cubano, de 470 miembros, votó para elegir al presidente y vicepresidente del país, como parte de un proceso electoral que comienza en los barrios pero que a menudo es criticado dentro y fuerza de la isla por la incapacidad de los cubanos de elegir directamente en las urnas a los principales cargos del Estado y el gobierno.
Díaz-Canel recibió el 97,66 % (459 de 460 boletas válidas)de los votos, mientras que el vicepresidente Salvador Valdés, fue reelegido con el 93,4 % (439 votos).
"Díaz-Canel probablemente experimentará un mayor grado de oposición y descontento de varios sectores de la población cubana, no solamente de los líderes y organizaciones disidentes", dijo a la Voz de América el director del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de la Florida, Jorge Duany.
Díaz-Canel fue reelegido durante la sesión constitutiva del nuevo Parlamento, a la que asistió Raúl Castro, en una de las raras ocasiones que el expresidente de 91 años asiste a actos oficiales desde que se retiró de la vida pública en 2021.
Los comicios para elegir al presidente cubano no se realizan de manera directa. Los diputados de la Asamblea Nacional escogen de entre sus miembros a la jefatura del país, un sistema de elección indirecto que data de 1976, bajo el mandato del fallecido Fidel Castro.
Para Duany, el "problema de fondo" detrás de la poca popularidad de Díaz-Canel está en que "no goza de la amplia legitimidad que podrían haber tenido Fidel y Raúl en otro momento como líderes históricos de la Revolución".
El presidente de 62 años era visto como un símbolo del cambio generacional en 2018, cuando asumió la presidencia de la isla, que por primera vez tuvo un gobernante sin apellido Castro en más de medio siglo.
Sin embargo, "lejos de representar una esperanza de cambio para las nuevas generaciones de cubanos, se ha aferrado a un discurso de continuidad con los principios de la Revolución, como el sistema de partido único y el predominio de la planificación central de la economía", indicó Duany.
"En cualquier sistema de democracia representativa, en que prime el voto directo por los máximos dirigentes de un país, un funcionario político como Díaz-Canel tendría que superar grandes obstáculos para ganarse la confianza de la mayoría de los votantes y ser reelecto", advirtió el experto.
Según la ley electoral cubana, los miembros del Parlamento son elegidos de entre los miembros de las Asambleas municipales, que a su vez llegaron allí tras las primarias generales. El gobierno defiende este sistema como transparente y justo, pues todo, según aseguran, aunque los ciudadanos no voten directamente al presidente, este y otros líderes son elegidos desde la base.
Para el politólogo y abogado cubano Raudiel Peña, la pérdida de legitimidad no está tanto en el mecanismo para elegir al líder del país, "lo que ha ocurrido es la deslegitimación, primero de todo el sistema político, del régimen político, del sistema electoral en general, los cubanos sienten que no están eligiendo a quien deberían elegir, a quienes tienen derecho a elegir".
"Por supuesto, esto viene acompañado por la deslegitimación de de la figura de Díaz-Canel en sí misma o sea por por la ineficiente gestión de su gobierno", afirmó Peña a la VOA.
Un difícil primer mandato
"Los primeros cinco años de Miguel Díaz-Canel como presidente de Cuba estuvieron marcados por una inusitada crisis económica, política y sanitaria", indicó Duany.
La endémica crisis económica de la isla se vio agravada por los efectos de la pandemia de COVID-19. El 2020 fue un año duro para la isla, que tuvo que cerrar sus puertas y dejar de recibir turismo, uno de los motores impulsores de su economía, que cayó casi un 11 %.
A pesar de eso, Díaz-Canel dio luz verde a una anunciada reforma monetaria, que provocó una inflación en torno al 70 % y hundió las esperanzas de miles de cubanos que salieron a las calles el 11 de julio de 2021, en inéditas manifestaciones masivas en casi todo el país.
La profunda crisis ha empujado a la emigración a miles de cubanos, sobre todo hacia Estados Unidos, en un éxodo sin precedentes cuyos números han superado las crisis del Mariel en 1980 y de los balseros, en 1994, combinadas.
"Los constantes apagones, las catástrofes naturales (como huracanes e inundaciones), los derrumbes de edificios antiguos o la explosión de los tanques petroleros en Matanzas han agravado la situación exasperante que vive la inmensa mayoría de la población cubana", recordó Duany.
Según el investigador, "la falta de carisma personal, la creciente impopularidad de Díaz-Canel, su lealtad incondicional a los hermanos Castro y la percepción de que fue ungido por Raúl Castro para sucederlo en la presidencia y el secretariado del Partido Comunista de Cuba son algunos indicios de la dificultad para gobernar al país con un mínimo de consenso y efectividad".
Otros analistas coinciden en que la ausencia de "carisma" es una de las causas de la creciente impopularidad de Díaz-Canel entre los cubanos, acostumbrados a líderes históricos como Fidel y Raúl Castro. "No es un líder que haya demostrado ser cercano al pueblo en la solución de sus problemas, por más visitas que haga. Solo hace falta mirar los comentarios en redes sociales", agregó Peña.
"La de Díaz-Canel es una gestión realmente muy ineficiente llena de esas y desaciertos que tienen sobre todo un impacto muy negativo en la vida cotidiana (...) Él mismo lo reconoció de cierta forma cuando recientemente dijo ante la Asamblea Nacional que él entendía también que el pueblo no estaba conforme con su gestión", recordó el abogado.
Luces y sombras
Aunque los politólogos afirman que ha habido "más desaciertos que aciertos", también reconocen que a "no todo puede ser achacable a Díaz-Canel porque en Cuba existe toda una burocracia partidista estatal y gubernamental que ha demostrado capacidades muy limitadas para sacar adelante el país", insistió Raudiel Peña.
Para el investigador y doctor en Estudios Internacionales en la Universidad de Denver, Arturo López-Levy, uno de los principales aciertos de Díaz-Canel fue materializar uno de los principales objetivos del sistema: su permanencia, con "la concreción de la primera transición intergeneracional en el liderazgo post 1959".
"Lo que Díaz-Canel ha logrado es acortar la brecha entre el modelo económico que el país se plantea desde 2011 y la estructura legal del país", afirmó López-Levy, autor del libro “Raúl Castro y la nueva Cuba”.
El profesor también señaló la aprobación de la nueva Constitución en 2019 como un "proceso que tuvo lugar en una situación tensa en lo económico y también muy tensa en lo político a raíz de las reversión de la política de (el expresidente de EEUU, Barack) Obama por el presidente Donald Trump en términos de contexto externo".
"Son pocos los 'logros' que puede atribuirse la administración de Díaz-Canel desde su ascenso a la presidencia en 2018: la transición gradual a un régimen encabezado por una nueva generación nacida después de 1959, que no lleva el apellido Castro; la aprobación de una nueva constitución (con pocos cambios sustantivos) en 2019; la celebración del referendo sobre el nuevo Código de las Familias en 2022, con un alto grado de abstención electoral", señaló por su parte Jorge Duany.
Sin embargo, para el director del Instituto de Investigaciones Cubanas, quizás el mayor "fracaso” estuvo en "el pobre manejo de las protestas del 11J, cuando llamó a los revolucionarios a retomar las calles y aplacar las manifestaciones mayormente pacíficas, así como las posteriores acusaciones y sentencias a más de 1.000 ciudadanos por sedición y otros delitos serios".
Ausencia de un sucesor claro
Una de las principales incógnitas para los analistas es quién será el sucesor de Díaz-Canel, quien por ley no podrá buscar la reelección para un tercer mandato.
Es la primera vez en la historia de la Cuba revolucionaria que se impone un límite al tiempo de permanencia de un jefe de Estado. Fidel Castro estuvo en el poder por medio siglo. A su salida del poder en 2006, su hermano menor Raúl Castro tomó el testigo para entregar la presidencia a Díaz-Canel en 2018. Tres años más tarde, también le entregó las riendas del gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC, único).
"La pregunta es a quién van a poner de vicepresidente o si van a seguir posponiendo como se ha vuelto parte de la práctica, seguir posponiendo la designación del primer vicepresidente, del vicepresidente que en última instancia va a ser el nombrado para tomar el poder dentro de cinco años cuando expire el mandato constitucional del presidente, que tiene límites de mandato por primera vez", subrayó López-Levy.
La reelección del veterano dirigente sindical Salvador Mesa, de 77 años, como vicepresidente parece aplazar la renovación generacional de la jefatura del país y deja sin sucesor aparente a Díaz-Canel, quien primero fue vicetitular de Raúl Castro antes de seguirlo en el cargo.
La presidencia de la Asamblea Nacional, que a su vez lo es del Consejo de Estado -el principal órgano de dirección del país - se mantuvo en manos del veterano Juan Esteban Lazo, de 79 años, que ostenta el cargo desde 2013.
Se espera que aunque Díaz-Canel deje la presidencia en 2028, se mantendrá al frente del PCC como hizo Raúl Castro. El primer secretario del Partido en Cuba tiene mayor autoridad en comparación con el mandatario.
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