SAN SALVADOR – La gran sorpresa de las elecciones en Guatemala, el pasado 25 de junio, no fue solo el paso a segunda vuelta de un candidato a quien las encuestas lo ubicaban en los últimos lugares de preferencia. Los resultados también mostraron que la figura del voto nulo fue protagonista en esas elecciones, superando a los dos candidatos más votados y rompiendo un récord no visto desde 1984.
Los electores guatemaltecos eligieron a Sandra Torres, ex primera dama de Guatemala y candidata por la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), y a Bernardo Arévalo de León, candidato del Partido Semilla, con un perfil de centroizquierda, para competir en la segunda vuelta electoral. Torres obtuvo 879.865 votos (15,8 %) en esta primera ronda y Arévalo de León 654.276 (11,79 %). Pero el voto nulo los superó con 965.462 (17,38 %).
La razón del por qué el voto nulo fue histórico en las elecciones guatemaltecas aún es discutida por politólogos y analistas electorales, cuyas hipótesis apuntan preliminarmente a que se trató de un rechazo al sistema que durante la contienda descalificó a los candidatos presidenciales Thelma Cabrera, del Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP), Roberto Arzú, de PODEMOS, y a Carlos Pineda de Prosperidad Ciudadana.
“Aquí el voto nulo ocurre porque el sistema pro status quo descalifica tres candidaturas. En protesta, ellos (los candidatos descalificados) hacen un llamado al voto nulo. Entonces yo creo que esa es la principal explicación del por qué el voto nulo sale históricamente alto”, dijo a la Voz de América, Carlos Mendoza Álvarado, politólogo, economista y coordinador académico en la plataforma de análisis Diálogos.
El porcentaje promedio de voto nulo había sido del 4 % en las últimas elecciones. El porcentaje más alto del que se tiene registro ocurrió en 1984, cuando el 15 % de la población guatemalteca que acudió a las urnas anuló su voto. No ha sido sino hasta 2023, que ese porcentaje fue superado con el 17 %.
Para Alvarado, el rechazo del elector puede ser traducido de dos maneras: con el abstencionismo, es decir, que el guatemalteco no acuda a las urnas; y con el voto nulo, que sí acuda pero que marque la papeleta de votación con mensajes u otras formas que descarten el voto.
En el caso de Guatemala el abstencionismo no fue sorpresa: en la elección de primera vuelta de 2019 participó el 61,8 % de las personas aptas para votar. En la elección del pasado 25 de junio, en primera vuelta, participó el 60 %.
“Mi hipótesis era que el voto nulo no iba a salir tan alto sino que lo que iba a salir más alto era la abstencionismo porque no tiene mucho sentido ir a votar si vas a votar nulo. A no ser que sí tenga un sentido de expresión de protesta muy fuerte”, agregó Alvarado.
El voto nulo fue una petición
El voto nulo fue promovido por los tres candidatos presidenciales descalificados de la contienda por supuestas infracciones administrativas y legales.
La líder indígena Thelma Cabrera fue la primera candidata descalificada en llamar a sus electores a votar nulo. En un mitín, el 10 de mayo, dijo que ya no había un binomio que representara a los pueblos originarios: "Los pueblos con dignidad vamos a anular el voto de presidente. La papeleta blanca será nula porque no vamos a ser cómplices de asesinos y criminales…”.
A ese llamado se sumó Carlos Pineda, quien encabezaba las encuestas con el 23 % de intención de voto, y en las últimas semanas previas a la elección, quedó fuera de la contienda luego de que la Corte de Constitucionalidad (CC) rechazó las apelaciones que hiciere su equipo legal para continuar en la competencia.
“¡Hay una salida! ¡Hay una esperanza! Ya que los jueces no están con el pueblo, ya que los jueces están vendidos a la corrupción, hay una salida y es el voto nulo. ¡Lo vamos a pedir! El voto nulo es la herramienta que tenemos para manifestar el rechazo a unas elecciones fraudulentas”, dijo Pineda en un discurso frente al edificio de la máxima corte el 26 de mayo, un mes antes de las elecciones.
El mismo camino optó Arzú, cuya candidatura también fue revocada: “Nuestro plan para acabar con este sistema corrupto es necesario y correcto: emitir un voto nulo para la presidencia. Este voto nulo no se trata de apoyar a un candidato sino de darles a los corruptos una dosis de su propia medicina. ¡Voto nulo por la libertad!”, dijo el excandidato en un video publicado en sus redes sociales el pasado 29 de mayo.
En total, un 12 % de las solicitudes de inscripción fueron rechazadas. Lo que equivale a casi el doble de las rechazadas en las elecciones de 2019, señala la declaración preliminar de la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea publicada el 27 de junio.
"Un inédito número de votos nulos en la carrera presidencial podría ser indicativo de la desilusión de los votantes con las ofertas políticas y de la desconfianza en el Tribunal Supremo Electoral y en el sistema judicial por sus decisiones sobre la inscripción de candidatos", añadió la declaración.
¿Qué rol tendrá el voto nulo en la segunda vuelta?
De los dos candidatos en contienda para las elecciones de segunda vuelta, Bernardo Arévalo tiene claro que irá tras la población que votó nulo. En una entrevista con la Voz de América aseguró que el voto nulo fue un mensaje de "rechazo al sistema".
"Hay un profundo rechazo de la población guatemalteca al sistema político, un sistema que lo único que está haciendo es reproducir corrupción y pobreza. A la gente que votó nulo ahora nosotros vamos a decirles, 'tenemos el mismo rechazo que ustedes tienen al sistema político. Ahora tenemos una alternativa y somos nosotros. Juntemos fuerzas'", dijo.
Mientras que Torres, en una conferencia de prensa el 27 de junio, dijo que el resultado en torno al voto nulo era normal. "Hay algún descontento, es normal. Es un voto antisistema. Pero yo le hago un llamado a los jóvenes a que hagan un voto consciente por el país".
Según la Fundación Libertad y Desarrollo, con sede en la ciudad de Guatemala, para que el voto nulo "triunfe" y conduzca a una repetición de las elecciones deben constituir más de la mitad de los votos válidamente emitidos.
En Guatemala hubo 4,1 millones de votos válidos, pero solo 956.705 votos nulos. Para que los votos nulos hubiesen obligado a repetir las elecciones, como buscaban los candidatos descalificados, debieron superar los 2 millones.
[Con reportes de Houston Castillo, desde Guatemala]
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