En la calle y con una maleta llena de libros, pero también de ilusiones nació Bibliomichi, una iniciativa que busca promover la lectura entre los niños, pero especialmente entre los más vulnerables y de barrios menos favorecidos.
La iniciativa surgió originalmente en Colombia, hasta donde llegó Michel Tarazona, un joven artista peruano más conocido como “Michi”, que decidió migrar en 2015 y probar suerte fuera de su país natal. Este joven artista cuenta que fue en Bogotá donde se enamoró de la literatura infantil.
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“Empecé a estudiar mientras trabajaba en una escuela y como no tenía un espacio propio decidí abrir Bibliomichi en los parques. La gente empezó a llegar, los migrantes, los niños desplazados por la violencia, los niños migrantes de la zona y me di cuenta que a la gente le gustaba lo que hacía porque no solo ofrecía libros sino también contaba cuentos a mi propio estilo, en el que fusiono los libros, los cuentos con el movimiento y la danza”, explicó recientemente Tarazona a la Voz de América.
Y es que “Michi” no solo es amante de los libros sino también estudió pedagogía teatral en la Escuela de Arte Dramático del Perú, con formación en danza contemporánea.
Debido a la pandemia, Michi regresó al Perú, pero asegura que extrañaba el trabajo realizado en Bibliomichi por lo que decidió aventurarse y abrir su espacio en el puerto del Callao, donde vive.
“Aquí estoy ahora trabajando con los niños del barrio Castilla, un lugar muy peligroso y vulnerable, donde los niños y todas las personas en general necesitan no solo libros sino también espacios amables, lúdicos y hasta donde puedan llegar libremente y ser felices. Porque Bibliomichi para mí y para todos los que vienen es un espacio para niños de cero a siempre”, asegura Michel Tarazona.
“A diferencia de Bogotá, el Perú no invierte mucho en bibliotecas y espacios culturales por lo que los artistas debemos hacerlo con las uñas y con mucho amor”, agregó.
Sumergido entre libros, encontramos a Michi, disfrutando su trabajo casi al final de su jornada de cuenta cuentos en Casa Fugaz, un espacio compartido de artistas que forman parte del proyecto Monumental Callao, que a su vez busca revitalizar el centro histórico del puerto chalaco, nombre con el que también se conoce el puerto y es el gentilicio que caracteriza a sus habitantes.
Trabajar con niños vulnerables: “Un aprendizaje constante”
Desde hace ocho meses, Tarazona se ha instalado en Casa Fugaz, no solo para compartir su biblioteca personal de libros con niños de la zona sino también para dictar talleres de lectura y otras disciplinas artísticas que comparte con los más pequeños y demás visitantes.
“Para mí trabajar con estos niños ha sido un aprendizaje constante porque yo no llegué a este lugar tan lindo a la primera. Yo llegué a la Plaza Matriz (lugar público en el Callao) con mi maleta de libros, un amigo me dio una mesa y una silla en su galería de arte hasta que me dieron la oportunidad de tener mi espacio en Casa Fugaz”, recuerda Michi.
Tarazona no solo ha aprendido de los niños vulnerables del barrio Castilla en el Callao sino también ha aprendido a “escuchar” y “a ser empático”.
“Ellos me han ayudado a acabar con los prejuicios porque si pensamos en el Callao o en el barrio Castilla, viene a la mente el lugar violento cuando en realidad es un lugar donde también vive gente buena, niños que me enseñan todo el tiempo y donde he aprendido a escucharlos más”, asegura este artista.
“Ellos me han ayudado a sacar ese niño interior que siempre es bueno sacar”, añade Michi.
Fomentar la lectura no es el único fin de Bibliomichi
Si bien el objetivo de Bibliomichi es crear un espacio idóneo para promover la lectura entre los niños no es su único fin, según explica su fundador.
Para Michi, lo más importante es generar una sinergia afectiva y emocional con sus visitantes. “Cuando tu compartes una historia o un cuento con un familiar o un amigo se genera un tema afectivo. Como esto que estamos haciendo en esta entrevista. Yo te cuento algo y te estoy compartiendo mi historia, algo único”, asegura Michi.
Además este "niño grande" afirma que Bibliomichi se convierte también en un "espacio político" donde los libros son las armas, porque al abrir una biblioteca en un sector estigmatizado por la sociedad se convierte "en un espacio de resistencia" para fomentar la lectura y la cultura como lo hacen los artistas "con las uñas y mucho amor", concluye severa Tarazona.
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