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Treinta años del cultivo de coca en el Micay, Colombia


Desde la década de 1980 del pasado siglo quedó documentada la existencia de cultivos de la hoja de coca en el Micay, Colombia, y con ello, la violencia que llega a nuestros días asociada a este hecho.

En 2022, un informe de monitoreo de los territorios con presencia de cultivos de coca 2022, a cargo de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) y la colaboración del gobierno de Colombia, indicó que "continúa la tendencia al aumento de producción potencial de cocaína como resultado de más hectáreas sembradas con coca, lotes en edades más productivas y ubicados en zonas con mayores producctividades".

Sin embargo, esta zona pasó por mejores momentos, cuando abundaban los sembradíos de cacao, arroz y maíz en estas tierras. Los campesinos entonces también se dedicaban a la ganadería y a las actividades relacionadas con la crianza y comercialización de cerdos.

Con los primeros cultivos de coca, llegaron también los primeros grupos armados. Primero, los frentes 8 y 60 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Más tarde, llegó el frente José María Becerra del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Y ya para el siglo XXI se reportaba la presencia de grupos de paramilitares para disputarse las rutas del tráfico de drogas.

A lo largo de 30 años, la bonanza cocalera que sacó del anonimato a esta región atrajo a personas provenientes de todos los rincones del país para trabajar del raspado de la hoja de coca -como raspachines- a medida que tomaban posesión arbitraria de sus montañas con los mismos fines.

Todos estos factores combinados con la lucha de las comunidades indígenas y afrodescendientes por la defensa de sus territorios ancestrales y la evidente ausencia del Estado se conjugaron de tal manera que El Plateado y sus pueblos vecinos terminaron en una crisis social que se ha expresado en masacres, combates, desplazamientos y asesinatos selectivos.

Solo entre 1991 y 2015, poco más de 2.000 personas fueron asesinadas en el municipio de Argelia, en el departamento del Cauca, de acuerdo con datos del Registro Único de Víctimas.

Con la llegada de los Acuerdos de Paz firmados entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC en 2016 en Cuba, los habitantes del municipio de Argelia tuvieron dos años de aparente calma y mucha fe en la inversión social acordada y con el logro de la paz definitiva.

Sin embargo, la guerra por el control territorial se reavivó en 2019 debido a lo que sus comunidades denunciaron como un incumplimiento de los acuerdos por la demora en la implementación de los proyectos productivos, además de los operativos de militarización y erradicación forzada, ordenados por el gobierno siguiente del presidente Iván Duque.

Esta tesis la confirman pobladores y analistas del conflicto, así como el actual presidente de Colombia, Gustavo Petro, quien ha afirmado que su predecesor abonó la creación de las disidencias de las desmovilizadas FARC.

"Las disidencias fueron construidas por [Iván] Duque, con todo el respeto que me merece, la política de destruir el proceso de paz construyó las disidencias", aseguró Petro en declaraciones a la emisora Blu Radio en septiembre de 2023. "El objetivo era reconstruir las FARC armadas para que siguiera existiendo la excusa de la guerra y no lo hicieron sino parcialmente, entramparon, hicieron trampas", agregó Petro.

Duque respondió a Petro, asegurando que su gobierno combatió a las disidencias: "No las premiamos ni las equiparamos al Estado".

Hoy el mapa de la violencia se ha vuelto más complejo, de acuerdo con expertos y pobladores. En el territorio se disputa el frente José María Becerra de la guerrilla del ELN, que opera camuflado en las montañas entre las plantas de coca. Confluyen también dos grupos disidentes de las FARC que se hicieron al lado y tomaron las armas después de los acuerdos de 2016: el frente Carlos Patiño del Estado Mayor Central (EMC) y el frente Diomer Cortés, perteneciente a la Segunda Marquetalia.

Con la llegada de Petro a la presidencia en 2022, la fuerza pública recibió la orden de recuperar la región del Micay y golpear las estructuras del narcotráfico, para desalentar el cultivo de la hoja de coca.

Vea también: Foro: Petro y el reto de “la paz total”

Presidente de Colombia, Gustavo Petro
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