Independientemente de quien sea el ganador de la contienda electoral presidencial en Venezuela, Colombia va a tener que enfrentar una nueva una ola migratoria y debe intentar mantener unas relaciones diplomáticas bilaterales que defiendan sus intereses, pero además, aboguen por los derechos humanos, según analistas consultados por la Voz de América.
Los dos países comparten, además de 2.219 kilómetros de frontera, una alianza histórica, expresiones culturales y, a partir del año 2014, un fenómeno migratorio que, según autoridades migratorias, ya suma casi 2,9 millones de venezolanos en tierras colombianas.
Ronal Rodríguez, vocero e investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, señaló que son diversas las dinámicas que impiden una transición política y democrática en Venezuela y, en ese sentido, “ante la imposibilidad de un cambio político en el horizonte, muchos de ellos prefieren salir de Venezuela, sobre todo los más jóvenes”.
“La emergencia humanitaria compleja y prolongada continúa” y los niños y adolescentes venezolanos “no encuentran en el sistema educativo venezolano la posibilidad de revertir la pobreza o de poder construir un proyecto de vida, y eso los lleva a salir del país”, explicó.
Ligia Bolívar, presidenta de la organización Alerta Venezuela afirmó que, independientemente de quien gane o quien pierda en su país hay “un terreno de mucha incertidumbre”, en materia de derechos humanos y represiones de “libertad de expresión, en persecución a dirigentes políticos de cualquier nivel. Continúa agudizándose el cierre del espacio cívico… las desapariciones forzadas, de detenciones arbitrarias por razones políticas, etcétera”.
A esto se le suma, según Angélica Rodríguez, profesora investigadora del Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad del Norte de Barranquilla, “un auge mayor del autoritarismo, el declive de la institucionalidad”, generando un escenario que empeorará y, cada vez más, “habrá mucho más déficit democrático", a lo que se le puede sumar “sanciones” y otros efectos en el ámbito internacional, lo que implicaría que cada vez no va a “ser fácil recuperar la normalidad” o será un proceso que lleve tiempo.
Y, teniendo en cuenta que el chavismo aún controla varios organismos de control, lo que “se espera es un reacomodo de actores, lo cual implicaría que no todos los venezolanos van a regresar porque en su país se viviría un espiral de violencia” agregó el investigador.
Además, algunos ya han reconstruido sus vidas en otros países, por varios años y no es visible un retorno a Venezuela, al menos en el corto o mediano plazo.
¿Colombia está preparada?
En ese sentido, no se espera, en ningún escenario, que haya retorno de venezolanos a su país y mayoritariamente se dirijan a Colombia, lo que representa “un desafío”, dijo la profesora Rodríguez, porque, a pesar de que este país cuenta una política de recepción, acogida e integración para la población venezolana, el gobierno actual no ha tenido el “mismo empuje” en la cuestión como los gobiernos anteriores, y los presidentes Gustavo Petro y Nicolás Maduro también “han minimizado el tema”.
La capacidad institucional que se había creado, durante los gobiernos de Juan Manuel Santos e Iván Duque, añadió el investigador, “para dar una respuesta a la población en condición de movilidad humana ha ido disminuyendo” y las organizaciones de la sociedad civil “se han desarticulado, han perdido recursos de cooperación internacional y no tienen capacidades para atender a la población”.
Además, se encuentra cerrada la posibilidad de acceder al Estatuto Temporal de Protección de Migrantes Venezolanos (ETPMV), lo que permitía acceder a un estatus migratorio regular en Colombia a través del Permiso por Protección Temporal (PPT), por lo que se hace necesario entablar medidas que permitan no solo enfrentar la llegada de nuevos migrantes sino cómo regularizarlos, pues esto puede “generar nuevamente demoras, algunos represamientos, inclusive vacíos jurídicos” de los procesos de regularización, afirmó la académica.
A lo que se le suma, dijeron los expertos, la disminución del otorgamiento de recursos al fenómeno migratorio, por parte de la comunidad internacional, enfocada ahora en la migración ucraniana y el conflicto en Gaza.
Por otro lado, dice el vocero del Observatorio de Venezuela, Colombia ha perdido un 1,4 % de la migración venezolana porque ya “no es tan atractivo para la población venezolana”, pero seguirá siendo siempre un país de tránsito y, seguramente, de acogida de la gran mayoría. Muchos de ellos no logran cruzar completamente el país, por temas monetarios o de preparación, otros no logran atravesar el Tapón del Darién o, incluso, se convierten en víctimas de los grupos armados, quienes lucran del fenómeno de la movilidad humana.
Incluso, enfatizó el experto, ya se ha visto el inicio de esta nueva ola migratoria, durante los tres primeros meses del año, que más de 109.069 ciudadanos pasaron por el Tapón del Darién y más 69.000 de ellos ciudadanos venezolanos, "lo que hace que Colombia se haya convertido en ese momento en un país no solamente receptor de migración con vocación de permanencia, sino también un país que se ve claramente afectado por las dinámicas de tránsito".
Por su parte, el gobierno de Nicolás Maduro lanzó en 2018 un plan del Estado conocido como Vuelta a la Patria, mediante el cual facilita el retorno por vías aéreas y terrestres de migrantes venezolanos y su reinserción social y económica en el país. De acuerdo con cifras oficiales, 900.000 personas han apelado a ese programa.
Mantenimiento de relaciones
Otro de los puntos en que enfatizan los analistas es la continuidad de las relaciones bilaterales. Para la internacionalista Angélica Rodríguez, el restablecimiento de relaciones con el vecino país ha sido un punto de partida en el gobierno Petro, y “uno de los grandes aciertos porque esta relación es histórica”, además porque hay varios temas en juego en los que Venezuela es clave, como por ejemplo la política de la paz total que busca el mandatario colombiano.
Colombia “tiene que ser muy firme y generar un discurso en el cual mantener relaciones con Venezuela, independiente de si gana la oposición o si gana Nicolás Maduro” o de que “sean o no elecciones transparentes”, pero siempre debe “pugnar por la defensa de los derechos humanos”, en especial la que se encuentra en su territorio, señaló el analista Ronal Rodríguez.
Y ahí es donde está “la gran dificultad” para el presidente Petro, agregó, porque el presidente “tiene un discurso de izquierda democrática” y “no puede dejarse contaminar… con las acciones de la izquierda dictatorial violadora de derechos humanos”.
En este sentido, dice la experta, se debe manejar con cautela su discurso de los resultados, pues según su manejo, pues generar “tensión”, al interior de su “país en polarización”, e inclusive movilizaciones. Y allí también es clave mantener los canales de comunicación abierta, formales e tradicionales, no solo sujeta a las redes sociales, que “pueden llegar a generar malos entendidos y a escalar ciertos conflictos”.
Ahora, en el “caso ilusorio” de que la oposición llegara al poder, el gobierno colombiano también ha mostrado “que respetuoso del ejercicio electoral y de los resultados, que inclusive se ha ofrecido a ser garante para las elecciones”, señaló la profesora, quien agregó que la oposición también reconoce que es estratégico y que es importante mantener la relación con Colombia. Además, en diferentes momentos, la oposición ha buscado diálogos con el gobierno de Gustavo Petro.
En ese sentido, el gobierno colombiano, independientemente del resultado, no debería “perder de vista la oposición venezolana”, pensando en procesos posteriores y relaciones futuras y, en ese aspectos, según Ronal Rodríguez, los puentes entre Colombia y Venezuela también pueden darse desde el legislativo colombiano, incluso con algunos representantes que aún permanecen en este país.
Para Bolívar, lo ideal es mantener las relaciones, no solo en el ámbito diplomático, sino en la garantía de los derechos humanos de la población venezolana, se quede o no en su país, pues como explicó a la VOA, finalmente son los migrantes las que viven las repercusiones de las decisiones de los gobernantes.
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