El gobierno brasileño pidió disculpas el jueves por las violaciones a los derechos humanos que se cometieron cuando inmigrantes japoneses fueron perseguidos e internados en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
“Quiero pedir disculpas en nombre del Estado brasileño por la persecución que sufrieron sus antepasados, por todas las barbaridades, atrocidades, crueldades y torturas; por los prejuicios, por la ignorancia, la xenofobia y el racismo”, dijo Eneá de Stutz e Almeida, presidenta de la Comisión de Amnistía, una junta asesora del Ministerio de Derechos Humanos de Brasil que analiza las peticiones de amnistía y reparación a las víctimas de persecución política en el país.
La junta aprobó la petición de disculpas en una sesión celebrada en Brasilia a la que asistieron funcionarios del gobierno brasileño y destacados miembros de la comunidad japonesa. En la mesa donde se sentaron los oradores se desplegaron banderas de ambos países.
Un informe de la Comisión de Amnistía reconoció que 172 inmigrantes fueron enviados a un campo de concentración frente a la costa de São Paulo, donde fueron maltratados y torturados entre 1946 y 1948.
“Los documentos demuestran indiscutiblemente la persecución política y justifican la declaración de amnistía política para la comunidad japonesa y sus descendientes”, dijo la relatora de la comisión, Vanda Davi Fernandes de Oliveira.
La solicitud de reparación fue presentada en 2015 por la Asociación Okinawa Kenjin de Brasil, la cual afirmó que tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, los miembros de la comunidad japonesa fueron maltratados y discriminados. Brasil se unió a los Aliados en 1942 y cortó las relaciones diplomáticas con Japón, tras lo cual el gobierno brasileño incautó las propiedades de japoneses y no se permitió a los inmigrantes reunirse o hablar japonés en público.
Mario Jun Okuhara, quien documentó la persecución y apoyó la denuncia, dijo que sus antepasados fueron encarcelados, torturados y acusados de ser espías y saboteadores.
“No estaban en guerra; luchaban por sobrevivir, buscaban un lugar al sol y educaban a sus hijos nacidos en Brasil”, dijo Okuhara el jueves. “Los inmigrantes japoneses no deberían ser considerados responsables de los errores de su gobierno durante la guerra. Eran civiles que trabajaban en la agricultura y otros sectores, y estaban plenamente integrados en la sociedad brasileña”.
Brasil alberga la mayor comunidad japonesa del mundo fuera de Japón, con más de 2,7 millones de ciudadanos japoneses y sus descendientes. Los primeros barcos procedentes del país asiático llegaron a Brasil en 1908, y la inmigración alcanzó su punto álgido entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial.
Okuhara dijo que la ceremonia representaba un momento para honrar a sus antepasados y llevar algo de consuelo emocional a la comunidad japonesa. “No podemos borrar las atrocidades cometidas contra nuestros padres y abuelos, pero podemos aprender de estos tristes episodios y evitar que vuelvan a repetirse con nadie más, independientemente de su origen o etnia”, afirmó.
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