Una grave lesión de columna acabó con el sueño de Adriana Ruano de ser una gimnasta olímpica en 2011. Trece años después, se presentó a competir como tiradora y atrapó el primer oro olímpico de Guatemala en su historia.
Ruano se consagró el miércoles en los Juegos de París 2024 tras fijar un récord olímpico en el foso femenino.
“Me formé en un sistema en el que iba a entrenar gimnasia durante dos horas por las mañana, luego iba a la escuela y volvía a entrenar por la tarde", recordó Ruano sobre su primer deporte. “Cuando sufrí la lesión, no tenía nada. Empecé a desesperarme y estaba frustrada. Fue cuando se me abrieron las puertas de este deporte”.
Y de qué manera.
La tiradora de 29 años finalizó con un puntaje de 45 sobre un máximo posible de 50 disparos para subirse a lo más alto del podio en el Centro de Tiro de Chateauroux.
Ruano cerró los ojos y respiró profundo antes de acertar su 43er plato para asegurar el oro con cinco disparos por delante. Falló los siguientes dos disparos, pero ya era algo sin relevancia.
Guatemala nunca había ganado un oro en olimpiadas. La nación centroamericana apenas había logrado una presea — la plata del marchista Erick Barrondo en Londres 2012 — hasta la víspera, cuando el también tirador Jean Pierre Brol obtuvo bronce en la fosa masculina.
“No he magnificado lo que significa esta medalla”, indicó Ruano, quien es nutricionista. “Muy contenta de este logro y de poder representar a las mujeres guatemaltecas”.
La italiana Silvana Stanco se quedó con la plata con 40 disparos y la australiana Penny Smith completó el podio.
Ruano se entrenaba para el campeonato mundial de gimnasia de 2011, clasificatorio para los Juegos de Londres que se celebrarían un año después. De pronto, sintió un fuerte dolor en la espalda.
Una resonancia magnética que la entonces gimnasta de 16 años tenía seis vértebras dañadas — una lesión que puso fin a su carrera. El médico de Ruano le planteó buscar deportes que no impactaran la columna y le mencionó el tiro con armas de caza.
No le gustó al principio, pero paulatinamente adquirió pasión por el tiro y por el esfuerzo mental que conlleva su práctica. También le sirvió como una terapia psicológica para olvidar la gimnasia.
“Cuando era pequeña mi sueño era ser gimnasta olímpica”, recordó Ruano el miércoles. “En mi vida me imagine en terminar en este deporte. Esto fue algo totalmente nuevo".
El punto de inflexión para meterse de lleno en el tiro fue cuando acudió como voluntaria a los Juegos de Río 2016.
“Me tocó y pude ver competir a mis compañeros. Seguí la competencia y fue lo que me dio la inspiración: 'si no puedo hacerlo en la gimnasia, entonces puedo intentarlo fuera de la gimnasia”.
Ruano se clasificó a los Juegos de Tokio y quedó en el último lugar entre 26 participantes. Pocos días antes de que iniciaran esas justas, falleció su padre Luis Ruano. Esa pérdida fue otra motivación.
“Esta medalla va con dedicatoria especial a mi papá", dijo Ruano. “Es mi angelote en el cielo”.
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