Lápidas destruidas, huesos fuera de sus nichos, robo de cruces y basura acumulada son algunas de las imágenes que se observan en el cementerio general de la Ciudad de Guatemala, que ha sido vandalizado por delincuentes y el crimen organizado en ese país.
Algunos de los sepultureros aseguran que los delincuentes profanan las tumbas con la intención de robar objetos de valor de su interior como joyas, bronce y mármol, estos últimos utilizados para la fabricación de nuevas lápidas.
Varios de los mausoleos tienen las ventanas de cristal quebradas y las puertas forzadas con los candados que las protegían arrancados por la fuerza.
Ademas, no se observan empleados de seguridad en los alrededores del cementerio, salvo en la entrada donde se encuentra una oficina administrativa.
El cementerio está ubicado al filo de un barranco, donde la amenaza de que varios nichos se derrumben es latente, y donde también se observan varios graffitis con señales alusivas a las pandillas, principalmente a la Mara Salvatrucha y el Barrio 18, dos grupos con dominio en varios departamentos de ese país.
Es desde este barranco que los lugareños aseguran que pandilleros y otros delincuentes ingresan al camposanto para profanar las tumbas. No cualquiera se acerca hasta el último callejón con tumbas, pues temen ser asaltados.
Las maras son un fenómeno transfronterizo que creció tras la deportación masiva de miles de centroamericanos radicados en Estados Unidos en los años 1980. Al retornar a sus países de origen como Guatemala, Honduras y El Salvador, se organizaron rápidamente.
Aunque la extorsión es uno de los delitos más rentables para la pandilla, se sabe que ahora también participan en actividades transnacionales más sofisticadas.
A casi medio año de haber asumido la presidencia de Guatemala, Bernardo Arévalo reconoció que hay comunidades en el país centroamericano que se encuentran prisioneras de estos grupos. Pero su estrategia, a diferencia de la de El Salvador, se basa en la contención de la actividad ilícita en las cárceles.
Guatemala ha dejado claro que no impondrá un régimen de excepción como su vecino El Salvador, que desde marzo de 2022 declaró emergencia nacional a raíz de la violencia de las maras. Mientras, las pandillas en Guatemala se diversifican en sus actividades delictivas.
Según la prensa local, el cementerio general de Guatemala no es el único camposanto profanado por este y otros grupos que practican la brujería.
En Chinautla, uno de los municipios de Guatemala, también fueron saqueadas en 2023 alrededor de 51 tumbas, según reportó el medio local Prensa Libre.
Además de robar metales y otros objetos, los delincuentes también se llevaron las extremidades de uno de los muertos.
Según las leyes de Guatemala, la profanación de una tumba es un delito que se castiga con cárcel, con penas que van desde los seis meses a los dos años.
La Fiscalía de Guatemala contabiliza más de 450 denuncias de profanación de tumbas desde 2012. Pese a la alerta, algunos cementerios continúan siendo saqueados.
El cementerio general de la Ciudad de Guatemala fue construido en 1880, y su primera inhumación ocurrió en 1881. Entre los exgobernantes que se encuentran en el camposanto están Justo Rufino Barrios , quien ordenó la construcción de este cementerio, y Carlos Castillo Armas.
Para la administración del lugar, el gobierno guatemalteco ha destinado en su presupuesto 24 millones de quetzales, es decir, 3,1 millones de dólares anuales.
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