La salud mental en los niños latinos en Estados Unidos encara un panorama de crisis. Las barreras culturales, la búsqueda de identidad y la falta de recursos han incrementado el riesgo de los jóvenes a sufrir problemas psicológicos, de acuerdo con expertos.
“Cuando se trata de los niños latinos vemos que están a más altos riesgos de cosas como depresión, ansiedad, comportamientos o pensamiento suicida. Entonces sabemos que si ya los niños en general están en crisis, para los niños latinos nos preocupamos aún más”, dijo a la Voz de América Ariana Hoet, directora ejecutiva clínica de la Fundación para la Salud Mental de los Niños, con sede en Ohio.
Solo un 7,95 % de los psicólogos en el país son hispanos, según la Asociación Estadounidense de Psicología. Sin embargo, tan solo un 5,5 % de ellos dicen poder proveer servicios en español, lo que aumenta las barreras para los niños.
El idioma sería esencial para construir una relación positiva con las terapias, según Hoet. Una encuesta del Centro de Investigaciones Pew reveló que un 44 % de hispanos dicen que los retos para comunicarse con sus profesionales de la salud son una de las mayores razones por las que los estos están expuestos a tratamientos menos efectivos.
Factores de riesgo y la “paradoja del inmigrante”
Los factores de riesgo se aprecian sobre todo entre los niños que nacieron en EEUU de padres latinos y aquellos que tuvieron que migrar con sus padres desde sus países de origen.
Para los niños que nacen en EEUU, explicó Hoet, “les cuesta mucho encontrar identidad… Ya es suficientemente difícil cuando uno es niño encontrar cuál es su lugar en este mundo y estos niños se encuentran sintiendo como que no son ni de aquí ni de allá”.
A esto se suma los estigmas sobre la salud mental. Los jóvenes latinos son los menos propensos a buscar servicios de salud mental en comparación con sus contrapartes blancos, según la Alianza Nacional de Enfermedades Mentales.
Un factor de riesgo adicional ha sido durante años foco de estudio para académicos, quienes lo llamaron: la paradoja del inmigrante. Esta establece que los hijos de inmigrantes corren un mayor riesgo de sufrir problemas de salud mental debido al estrés que sufren por la inmigración y los prejuicios en el país de acogida.
“Uno espera que la persona que migra, que viene a Estados Unidos, es el que va a tener la peor salud mental y hemos encontrado que no, que son los hijos de los inmigrantes lo que tienen la peor salud mental y peor salud física, entonces por eso se llama una paradoja, porque es algo que no nos esperamos”, explicó Hoet.
Para los niños que recién llegan a Estados Unidos, el idioma es clave en la adaptación al país. “Si estoy como niño desarrollando mi identidad y ahora estoy en una comunidad nueva donde me pueden dar mensajes de que yo soy diferente, soy extraño, no soy lo suficiente, no me aceptan, eso va a impactar mucho la salud mental de un niño”, agregó la doctora.
Los tratamientos de salud mental son confidenciales, resaltó Hoet, por lo tanto buscar ayuda para los menores no es un factor de riesgo para familias indocumentadas.
La pandemia aumentó considerablemente los riesgos de padecer una enfermedad de salud mental entre los menores. La Asociación de Hospitales Infantiles estima que un 24 % de los jóvenes hispanos han tenido que asumir una carga desproporcionada de responsabilidades familiares.
“10 años antes de la pandemia teníamos ya estadísticas que nos enseñaban que estaban subiendo los problemas de salud mental en los niños y la pandemia solo lo hizo peor”, dijo Hoet.
Prevención como herramienta principal
Expertos en salud mental advierten que es importante pensar en la prevención al hablar de salud mental, especialmente entre los latinos.
“Muchos en la comunidad latina sienten que la salud mental es algo del vecino, algo de otra persona, en mis hijos no hay problemas, yo les estoy dando todo lo que les tengo que dar”, dijo Hoet. Sin embargo, invitó a los padres a ver esto como la salud física. “Así como les damos sus vegetales y les decimos, mueven su cuerpo y hacen ejercicio, les tenemos que enseñar qué hacer para mantenerse bien en su salud mental”, agregó.
Hoet detalló que en el caso de la cultura latinoamericana, debemos encontrar apoyo en la comunidad, familias y vecinos.
“Muchas veces llegamos a EEUU y pensamos que tenemos que aprender a ser como los de EEUU, hablar su idioma, comer sus comidas, actuar como ellos, pero lo que encontramos en la investigación es que los niños que pueden tener sus dos culturas y ser orgullosos de sus dos culturas son los que mejor les va en su salud mental”, expresó.
Por esta razón, la Fundación para la Salud Mental de los Niños busca ofrecer recursos en español a los niños latinos en EEUU y facilitar tratamientos psicológicos en ese idioma. “Cuando vamos a una clínica para nuestra salud física es muy importante que entendamos al hablarnos con los doctores, es igual con la salud mental”, dijo Hoet.
Aunque los problemas de salud mental tienden a incrementar durante la adolescencia, psicólogos recomiendan a los padres estar atentos a señales en el comportamiento de sus hijos que indiquen problemas de salud mental.
“Nosotros conocemos a nuestros hijos mejor que nadie cuando notamos un cambio en su comportamiento, notamos un cambio en sus intereses en cómo se están sintiendo en día a día, ahí es donde empezamos a pensar si es algo normal de crecimiento o es algo que me debo preocupar”, concluyó Hoet.
Entre estos cambios se encuentran la tristeza, enojo o preocupación constante que no puede controlar, y que se repite todos los días por un largo periodo de tiempo, comportamientos que pueden afectar su vida escolar o social.
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