En su primera semana en libertad, tras pasar dos años en prisión sin condena, el periodista guatemalteco José Rubén Zamora reflexiona en su primera entrevista, concedida a The Associated Press, sobre la difícil situación de la prensa en su país y sobre el temor de los periodistas de terminar en la cárcel por investigar la corrupción.
Su detención, en julio de 2022, a raíz de una investigación de la fiscalía en su contra, ha afectado el periodismo en el país: “No sólo hay periodistas importantes en el exilio, sino que en el inconsciente de los periodistas que siguen en Guatemala existe un fantasma por pequeño que sea de que (al investigar) pueden terminar en la cárcel”.
Zamora, un periodista de 68 años reconocido en Guatemala por las investigaciones del medio que fundó —El Periódico— sobre corrupción en los gobiernos anteriores y en el sistema judicial, enfrentó dos procesos penales. Uno por lavado de activos y otro por obstrucción a la justicia. Asegura que fue detenido por su trabajo periodístico.
Como para la prensa, él mismo vislumbra un futuro un poco incierto. Aún no tiene ninguna propuesta para reintegrarse al periodismo, lo que sí hay es un interés de la fiscalía por que regrese a prisión. En la audiencia en que fue ordenada su excarcelación, el juez de la causa reveló que había una nueva investigación en curso contra Zamora.
“No hay democracia sin prensa o periodistas independientes”, subraya. Y dice que lo vivido en los más de 800 días preso en una cárcel de Guatemala —en donde denunció haber recibido tratos vejatorios —, tendrá más impacto en su vida que lo hecho en 30 años como periodista.
El fiscal acusador de su caso, Rafael Curruchiche, ha pedido que se revoque el arresto domiciliario que le concedió un juez, aduciendo que hay peligro de fuga. Zamora dice que se quedará en el país a enfrentar la justicia, porque es inocente de las acusaciones.
Salió de la cárcel el sábado 19 de octubre, luego de que el juez Erick García, citando convenios nacionales e internacionales en materia de derechos humanos, mencionara que la prisión preventiva cumplida por Zamora “había excedido el tiempo que permite la ley”.
Un día después de esa decisión volvió a su casa, a su “iglesia”, como dice él. "Todo lo bueno y lo malo que me ha pasado ha sido aquí”.
La fiscalía allanó su vivienda y detuvo al periodista en julio de 2022. Le acusaba de lavado de dinero por haber pedir a un amigo que bancarizara unos 38.000 dólares que, según Zamora, eran producto de la venta de un cuadro para financiar a El Periódico.
Su defensa alegó que no fue él mismo quien bancarizó el dinero porque la persona que había hecho la donación no quería recibir represalias por financiar al medio. El dinero nunca entró al sistema bancario. El periodista fue condenado a seis años de cárcel por este caso, pero el fallo fue anulado por fallas en el debido proceso.
A su regreso al hogar, encontró una casa vacía que aún guarda olor a encierro y abandono. Sin su familia, que también tuvo que buscar el exilio por temor a que la criminalización que Zamora dice haber sufrido también les alcanzara. Policías nacionales custodian permanentemente su vivienda.
Lo que más extraña, dice, es el bullicio de su familia en el hogar y espera en los próximos meses solicitar permiso al juez para poder salir de Guatemala a visitarles. Ellos pidieron asilo político y tienen prohibido salir del país donde se encuentran.
Dice que es tímido y que le apena ser ahora el blanco de noticias y de entrevistas. Asume que aún puede sentir las secuelas de la prisión en sus huesos, pero se siente más cerca de su familia, con quién ya puede hablar.
“Francamente, esa sensación de no tener dinero que sea mío, es complicado... Y tampoco tengo cómo movilizarme”, describe. A raíz de su aprehensión, tuvo que vender vehículos y otros enseres para poder pagar su defensa. Ahora depende económicamente de sus hijos.
A su salida de prisión, dijo que su salud sería su prioridad. Aunque como periodista, ha preferido darle prioridad a contar su historia y en los próximos días visitará a sus médicos y se hará exámenes de salud. Cada miércoles tiene la obligación de ir a la fiscalía para poner su huella digital; es una de las medidas sustitutivas de la prisión.
No deja de estar sorprendido por cómo la gente, incluso agentes y empleados de la fiscalía, le han mostrado afecto. “Me preocupa que la gente me salude, porque pueden tener alguna consecuencia”, dice.
Zamora hizo periodismo por 30 años — 24 años de ellos como presidente de El Periódico — y asegura que las publicaciones para fiscalizar al poder son lo que le llevaron a ser perseguido por la fiscalía, especialmente las que hizo en contra del expresidente Alejandro Giammattei, quien reeligió a la actual fiscal general Consuelo Porras y que dijo ser amigo de ella.
El periodista dice que la investigación llamada “La alfombra rusa” es la causa de su detención, en la que se señala al expresidente Giammattei de presuntamente haber recibido sobornos de empresarios rusos, envueltos en una alfombra, a cambio de adjudicación de obras. La fiscalía no investigó y cerró el caso.
“Pensé que el caso iba a trascender y que yo tenía más importancia y peso del que yo realmente tenía en el país; pensé que iba a tener la posibilidad de publicar y sobrevivir a eso”, dijo
Recuerda que antes de su detención, cenó una vez al mes, por varios meses, con la fiscal general, quién luego se convirtió en su acusadora.
En las reuniones, ella se quejaba de sus publicaciones y críticas, pero creía que había una buena relación dice. “La última reunión ya no me invitó a cenar; fue unos meses antes de que me detuvieran, fue una perorata de tres horas, me dejó en la reunión con sus empleados, no regresó”, rcuerda. Fue la última vez que se reunió con ella.
Porras y Curruchiche están sancionados por 40 países que les impiden ingresar a sus territorios por obstaculizar la lucha anticorrupción y socavar la democracia en Guatemala.
Con su detención, el medio desapareció y ocho de sus periodistas y columnistas están en el exilio por publicar artículos sobre el abuso de poder de jueces y fiscales. Del diario solo conserva pilas de cajas de archivos con ejemplares acumuladas en el garaje de su casa.
Uno de los primeros en visitar a Zamora tras su liberación fue el presidente Bernardo Arévalo.
“Hablamos en general, nada personal", resume el periodista. “Le expliqué que en Guatemala nunca ha habido instituciones que se dediquen al control o fiscalizar con rigor. Por eso la importancia de la prensa: no hay persecución ni castigo para los corruptos, más bien hay muros de impunidad”.
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