Jorge Alfonso regenta una popular cafetería cubana a pocos metros de Mar-a-Lago, la residencia del presidente electo, Donald Trump, en Palm Beach, Florida. El hombre, que hace cuatro décadas inició este negocio, ha notado que desde que el republicano ganó las elecciones presidenciales, han incrementado en las últimas semanas los vehículos policiales y la presencia de agentes del Servicio Secreto de Estados Unidos en el área.
“Está bien concurrido y sí que he notado que ha subido la protección en torno a Donald Trump, hay más movimiento”, aseguró el empresario de 56 años en los exteriores de su negocio, situado en la misma carretera de acceso al exclusivo club privado de Trump.
Es habitual que se incremente la presencia de agentes federales en las residencias privadas de los candidatos presidenciales desde el momento en el que son declarados ganadores. “Es un protocolo que ya está establecido internamente y lo único que se hace es ejecutarlo en coordinación con las autoridades estatales y locales”, explicó Nelson Barbozo, agente retirado del Buró de Investigaciones Federales (FBI), a la Voz de América.
Según informaron varios medios locales del condado de Palm Beach, en las últimas semanas se han estado llevando a cabo algunas reuniones con la participación del Servicio Secreto de EEUU y otros representantes de organismos de seguridad a nivel local, estatal y federal.
El principal objetivo, dijo Barbozo, es delinear “un plan de seguridad integral para la protección del presidente electo” en esta área, que ya se ha a acostumbrado a convivir con estrictas medidas de seguridad desde que Donald Trump fue escogido presidente en 2016 y convirtió Mar-a-Lago en un lugar al que solía acudir regularmente durante su primer mandato.
"La coordinación entre los diferentes niveles de seguridad es esencial para garantizar la protección del presidente”, indicó Barbozo al tiempo que aclaró que las autoridades también buscan la manera de "minimizar las interrupciones para la comunidad local", en tanto que cada vez que entra o sale la caravana presidencial se debe paralizar completamente el tráfico como medida de seguridad.
De acuerdo con fuentes locales, el Servicio Secreto, en colaboración con las fuerzas del orden, continúa evaluando las necesidades de seguridad en la región, lo que podría significar más ajustes logísticos en las próximas semanas.
“La Casa Blanca de invierno”
Durante su primer mandato como presidente, Trump designó a Mar-a-Lago como su refugio invernal, un lugar donde combinaba descanso con actividades presidenciales. Esta práctica no estuvo exenta de críticas.
El apodo de “Casa Blanca de Invierno” se consolidó cuando líderes mundiales como el fallecido primer ministro japonés, Shinzo Abe, visitaron el lugar para tratar asuntos diplomáticos. Las imágenes de Trump manejando temas internacionales desde la terraza del club provocaron un debate sobre la seguridad y la transparencia en un entorno accesible a los miembros del club y sus invitados.
Fuerte dispositivo de seguridad
Los accesos a Mar-a-Lago permanecen completamente blindados bajo un estricto operativo de seguridad encabezado por agentes federales y del condado de Palm Beach. Las autoridades han desplegado un amplio dispositivo en el área para vigilar cualquier posible amenaza, con patrullajes intensificados por tierra, aire y mar, considerando que la residencia del expresidente Donald Trump colinda con una bahía.
La seguridad del presidente electo se elevó tras el intento de asesinato en julio pasado que conmocionó a EEUU y el mundo, y obligó al Servicio Secreto a reevaluar sus operaciones y protocolos internos.
Como parte del plan, se han bloqueado tramos de carretera cercanos y se han instalado barreras de concreto y tanquetas en puntos estratégicos. La circulación en la zona se ha visto parcialmente restringida, y el tránsito es supervisado de cerca.
Este robusto operativo evidencia la preocupación de las autoridades por garantizar la seguridad del lugar, que sigue siendo un punto de atención nacional. El incremento de recursos y personal subraya la preparación ante posibles contingencias, en un momento en que Mar-a-Lago permanece bajo el escrutinio público y político.
Elsa Sánchez, otra “vecina de Trump” de 81 años, cree que “no hay más remedio que acostumbrarse” a vivir con esta “nueva normalidad” a partir del 20 de enero, cuando Donald Trump sea investido nuevamente como presidente de Estados Unidos.
“A mí no me molesta que haya tanta seguridad porque siempre ha estado así desde que él llegó a la Casa Blanca y venía habitualmente aquí”, recalcó.
Los vecinos aceptan las molestias
Juan Roberto, otro residente de origen cubano que lleva más de 40 años viviendo en el área de Palm Beach, considera que es “normal” que haya tantas interrupciones de tráfico y que eso acabe afectando a los residentes de la zona.
“Recuerdo que cuando él estaba en la Casa Blanca solía venir muchos viernes, después de una semana de trabajo, aunque no siempre era así y podía aparecer en cualquier momento”, recordó Roberto. El instalador de cortinas está convencido de que Trump “volverá a retomar la misma rutina” cuando vuelva a la Casa Blanca en enero.
Tanto Alfonso como Roberto coinciden al señalar que cada vez que Donald Trump se desplaza por esta zona, “decenas de fanáticos” se agolpan en las calles para verlo. “Hay veces que incluso ha bajado la velocidad de ‘La Bestia’ -como se le conoce popularmente al vehículo oficial del presidente de EEUU- para que la gente lo pudiera ver y saludar”, comentó el propietario de la cafetería.
“Sus fanáticos lo apoyan y le hacen barra (celebran a gritos). Eso me parece muy bonito, nosotros lo hemos esperado varias veces, cuando iba a pasar viniendo del aeropuerto. Le poníamos música y banderas porque también somos seguidores de él y somos del Partido Republicano”, dijo por su parte Juan Roberto.
Presencia de fanáticos
Este lugar también se ha convertido en un punto de reunión de seguidores de Donald Trump que suelen acudir regularmente a este lugar para expresar su apoyo al ahora presidente electo. Terry Budler ha viajado desde Tennessee hasta Florida para ver de cerca la residencia del magnate estadounidense.
“Es nuestro primer día de vacaciones y he decidido venir con toda mi familia aquí, para ver cómo es esta mansión, es nuestra manera de expresar nuestro apoyo”, aseguró el hombre apoyado en su vehículo, mientras su esposa tomaba fotografías de la casa con su teléfono celular.
¿Qué es Mar-a-Lago?
Mar-a-Lago abarca más de 8 hectáreas que conectan el océano Atlántico con las aguas interiores de Florida. La mansión, construida en un estilo que combina influencias hispánicas y renacentistas, incluye más de 100 habitaciones, decoradas con mármol italiano, azulejos españoles y detalles dorados.
En 1985, Donald Trump adquirió la propiedad por 10 millones de dólares, una suma que incluyó el mobiliario original y terrenos adyacentes. Desde entonces, Mar-a-Lago ha funcionado como un club privado, con una membresía anual que puede costar más de 200.000 dólares.
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