Trece años después de los atentados del 11 de septiembre, Estados Unidos y la OTAN pusieron fin el lunes a su misión de combate en Afganistán, el país desde donde se originaron.
Tras arriarse la bandera de la coalición, el General John F. Campbell, comandante de las fuerzas estadounidenses y de la OTAN dijo que a partir de ahora la misión será de entrenamiento y apoyo para las fuerzas de seguridad afganas.
Todavía hay 15.000 efectivos extranjeros en Afganistán, pero para el 1 de enero, ese número disminuirá a 13.000. En 2011 ese número alcanzó su pico más alto, con 140.000 soldados.
No obstante, el presidente Barack Obama autorizó recientemente las operaciones contra los persistentes ataques talibanes y de al-Qaeda que han aumentado durante el fin de año y que han provocado un aumento de 6,5% en las bajas de las fuerzas afganas, incluyendo el ejército, la policía y las milicias locales.
Al comentar el fin de la misión de combate de la Alianza Atlántica en Afganistán, el jefe del ejecutivo afgano, Abdulá Abdulá, declaró al periódico británico Sunday Times que "es demasiado abrupta" y que su país necesita aviones militares y apoyo aéreo, algo que la OTAN parece no estar dispuesta a entregar.
Unos 3.500 soldados extranjeros, incluyendo al menos 2.210 soldados estadounidenses, han muerto desde el inicio de la guerra en 2001.