Las crisis climáticas, migratorias e inflacionarias, junto a la guerra en Ucrania, comprometieron el acceso a productos agrícolas en América Latina y el Caribe en el 2022, y encaminaron la región a un aumento en inseguridad alimentaria y pobreza extrema en zonas rurales, según un informe especial conjunto revelado este martes por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés).
La agricultura en América Latina y el Caribe genera un 18 % del valor de exportaciones, el 4 % del Producto Interno Bruto de la región y el 14 % del empleo, según la CEPAL.
El contexto internacional, desde la pandemia de COVID-19 hasta las guerras, causaron rupturas en las cadenas de producción y transporte de bienes, así como en la importación de fertilizantes, reflejados en el aumento de los precios de alimentos. El índice de precios de los alimentos de la FAO alcanzó su máximo nivel histórico en marzo de 2022.
“América Latina y el Caribe está expuesta a los problemas de producción y comercialización y a las alzas de precios derivados de la guerra en Ucrania. Las alzas de los precios internacionales de los alimentos e insumos afectan tanto a los países exportadores como a los importadores netos de alimentos”, dijo José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario ejecutivo de la CEPAL, al presentar el informe.
La Federación Rusa y Ucrania se encuentran entre los proveedores más importantes del mundo. Juntos suministraron al mundo el 12 % de las calorías comercializadas. El 30 % de las exportaciones de trigo, el 20 % de maíz y el 55 % de aceite de girasol.
“Los agricultores pobres en países como Honduras ya tenían dificultades para comprar fertilizantes, por lo que esto lo hace aún más difícil, lo que resultará en una reducción de los rendimientos de los cultivos, especialmente para el maíz, que requiere una cantidad considerable de nitrógeno”, dijo a la Voz de América Manish Raizada, profesor del Departamento de Agricultura de la Universidad de Guelph en Canadá.
El incremento de los precios de los alimentos aumenta el riesgo de inseguridad alimentaria y a consecuencia, los hogares de menores ingresos sufren más el impacto de la inflación. En América Latina, este fenómeno se ha acelerado más que la inflación general desde mediados del 2020. En julio del 2022, considerando un promedio de 10 países de la región, la inflación de alimentos alcanzó 12,4 %, contra 8,4% de la inflación general, según el informe.
“Este comportamiento de inflación de alimentos agudiza el riesgo de problemas de acceso a una dieta saludable, seguridad alimentaria y hambre, porque afecta más a los hogares de menores ingresos”, expuso Salazar-Xirinachs.
El efecto crónico del cambio climático, también se mencionó en el informe. “En la temporada de huracanes de este año hemos tenido 1,3 millones de personas que se han visto afectados y sus medios de vida se han perdido prácticamente totalmente”, comentó Lola Castro, directora regional del WFP para América Latina y el Caribe.
La intención de migrar también afecta la producción agropecuaria, según Castro. “En Centroamérica 4 de cada 10 hogares, o 43 % indicaron en el 2021 su deseo de migrar permanentemente. Está claro que es imperativo que invirtamos más en las causas subyacentes para revertir esa tendencia. Unas de ellas es la inseguridad alimentaria y nutricional, la crisis climática y otros”.
Datos de la WFP señalan que entre septiembre de 2021 y 2022, hubo un aumento de 37 % en la llegada de migrantes de este hemisferio en las fronteras entre México y EEUU.
Estiman aumento en pobreza extrema e inseguridad alimentaria en América Latina
En la región, la inflación que golpea a los sectores más pobres es 1,4 puntos porcentuales más alta, que la correspondiente a los sectores más ricos. La CEPAL estima en el informe conjunto que, mientras la pobreza urbana bajará ligeramente en el 2022 debido a la recuperación de empleo e ingresos, la pobreza rural y extrema aumentarán.
La pobreza extrema en América Latina alcanzaría este año a 88 millones de personas, de las cuales 21,6 millones viven en zonas rurales. La pobreza rural se vincula a la agricultura por cuenta propia y es donde se produce la mayor parte de los alimentos que consume la región, sin embargo, se enfrenta a limitaciones para su desarrollo productivo, bajo acceso a la tierra, al capital, al crédito y a la asistencia técnica.
La FAO estima que la inseguridad alimentaria aumentó en América Latina más que el promedio mundial. En 2021, un 8,6 por ciento de la población de la región, 56 millones de personas, se encontraban bajo el umbral de la subalimentación, es decir, padecían de hambre.
“El hambre aumentó en la región en un 30 % entre 2019 y 2021. La alta dependencia de la importación de fertilizantes y la variación de los precios de los alimentos tiene un impacto negativo e inevitable en los medios de vida, principalmente de la población rural, y en el acceso a una dieta saludable”, señaló Mario Lubetkin, subdirector General y representante regional de la FAO para América Latina y el Caribe.
Además, la inseguridad alimentaria severa se duplicó desde 2015, de 7,5 a 14,2 en 2021. Se trata de personas que han pasado un día o más sin comer.
El estudio indica que algunas acciones inmediatas para contrarrestar las crisis deben ser activar los sistemas de protección social, aumentar los programas de alimentación, garantizar el acceso a fertilizantes, no restringir el comercio internacional de alimentos, negociar acuerdos de contención de precios y diversificar proveedores, entre otros.
“La pobreza multidimensional está cada vez más vinculada a la inseguridad alimentaria y nutricional y donde diferentes crisis se están sumando a inequidades estructurales profundas, los sistemas de protección social, incluyendo a la alimentación escolar, juegan un papel fundamental en mitigar la vulnerabilidad de las personas antes, durante y después de las crisis”, agregó Castro.
En los 11 países donde el WFP trabaja, registraron desde marzo de a noviembre de 2022 un aumento en la inseguridad alimentaria. “Teníamos 8,7 millones de personas en esos países en inseguridad alimentaria severa y ahora en noviembre lo hemos cerrado con 10,6 millones de personas. Lo que demuestra que la inflación, la subida de costo de la canasta básica, hace que los más pobres no puedan tener unas dietas mínimas saludables con los ingresos actuales”.
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