En un peligroso polvorín se ha convertido el municipio de Villa del Rosario en el departamento fronterizo de Norte de Santander, Colombia, donde cientos de miles de migrantes venezolanos buscan desesperados regresar a su patria, presionados por el hambre, la falta de techo y la pandemia de la COVID-19.
La situación más crítica se vive en un caserío llamado La Parada, a pocos metros de la frontera, donde más de siete mil migrantes, entre adultos, abuelos y niños, pernoctan en condiciones de insalubridad, mientras esperan su turno para pasar a su país, de donde salieron meses atrás en busca de un futuro mejor, ante la crisis social y económica que atraviesa el país con las reservas de petróleo más grandes del mundo.
Muchos regresaron mediante puentes humanitarios facilitados por autoridades locales colombianas, en coordinación con el Gobierno Nacional, pero también cientos de ellos han atravesado Colombia, a pie, provenientes de otros países de la región, como Chile, Perú y Ecuador, donde sus condiciones no eran muy diferentes a las que viven actualmente.
Con la frontera cerrada desde el 14 de marzo, los migrantes llegan cada día por miles a la línea limítrofe, pero solo entre 200 y 400 logran el permiso de la Guardia Nacional venezolana para ingresar a su país.
El alcalde de esta población colombiana, Eugenio Rangel, califica la situación de “insostenible”.
“Hay microtráfico, hurto a celulares, hurto a viviendas, hurto a motos y que Dios nos ha protegido con el tema de Covid que no se ha propagado con ese hacinamiento tan grande que tenemos, porque la verdad, donde se propague, créame que Villa del Rosario, Cúcuta y su área metropolitana estaremos todos contaminados”, señala.
Mientras tanto, en medio de la crisis, el gobierno colombiano, a través de la Cancillería y la Oficina de Migración Colombia, ha tramitado ayudas humanitarias con países como España y Alemania.
Este impulso, sin embargo, no da abasto para atender la emergencia, empeorada por la negativa del gobierno en disputa de Venezuela de permitir el ingreso de sus connacionales, tal como lo denuncia el congresista colombiano Juan Pablo Celis.
“Desde el principio la responsabilidad la tiene una sola persona y es el régimen de Maduro que acabó con el país, que acabó con su economía y ahora para el flujo del corredor humanitario y evita que la gente regrese a sus hogares”, dijo Celis.
Rangel, el alcalde de Villa Del Rosario, pide al gobierno de Colombia y a la comunidad internacional mayor presencia y ayuda para mitigar la emergencia.
Al otro lado de la frontera, las autoridades venezolanas cierran el cerco bajo la acusación de que los migrantes son traidores a la patria, advirtiendo que con su regreso buscan desestabilizar al país.