Unas 3.500 botellas de plástico rellenas de residuos sólidos y altamente resistentes darán vida a una ecoaula en Achocalla, una comunidad del departamento de La Paz donde unos 350 niños serán beneficiados para desarrollar sus actividades artísticas el próximo año.
Esta opción ecológica se conoce como ecoladrillos, una alternativa que cada vez tiene más aceptación en varios países de América Latina como Venezuela, Chile y Bolivia, donde también se están dando los primeros pasos.
La materia prima se consigue en base a la reutilización de residuos inorgánicos limpios y secos, como bolsas de diferentes productos que sirven para rellenar las botellas PET (el tipo de plástico más usado para comercializar por ejemplo los refrescos), generalmente de 2 litros, hasta convertirlas en piezas resistentes que pueden emular la función de los ladrillos convencionales, pero con muchas otras ventajas, como explica a la Voz de América Carolina Vaca Guzmán, directora del proyecto Extend Verde que lidera esta iniciativa en Bolivia.
“Ha habido una transformación en la manera ya no de desechar los residuos sino de reutilizarlos. Así surgen los ecoladrillos, que tienen las ventajas de ser más económicos, aíslan el calor, el frío y son mucho más resistentes al paso del tiempo”, explica Vaca Guzmán.
Con los ecoladrillos que se empleen en el ambiente de esta escuela se estarán reduciendo ocho toneladas de residuos sólidos aproximadamente, según explica la directora de Extend Verde, quien está convencida de que esta es una forma no solo de beneficiar a los niños de esta área rural sino a toda la comunidad.
Un informe de 2019 de la organización británica Verisk Maplecroft, especializada en análisis de riesgo, reveló que a nivel mundial se producen más de 2.100 millones de toneladas de desechos cada año, lo que podría llenar más de 800.000 piscinas olímpicas.
Por lo tanto, el nivel de desechos se ha acelerado en las últimas décadas y “no estamos dando una respuesta adecuada a ese problema”.
Los voluntarios, el motor del proyecto social
Armar un ecoladrillo no es un tarea sencilla. Requiere dedicación, pero sobre todo compromiso, porque se está contribuyendo a un beneficio mayor. Por eso, es clave la activación de voluntarios que no solo se encargan de la recolección, elaboración y la bioconstrucción sino también del control de calidad.
“En marzo que ha comenzado la cuarentena, nosotros hemos comenzado a difundir más el tema de los ecoladrillos, porque las familias se estaban quedando en sus casas y ahí se puede palpar la basura que se genera (…) Hace unos tres meses nos han empezado a llegar hasta 400 ladrillos a la semana”, explicó Vaca Guzmán.
La campaña de recolección logró su mayor aceptación en este tiempo de pandemia, debido a los cambios de hábito en el consumo de las familias.
“Hemos visto la oportunidad de recolectar más plástico de lo normal, ya que en este tiempo hemos visto que la gente consume más alimentos y hemos visto la oportunidad de ayudar en este proyecto”, dijo Julián Aramburo, un joven estudiante que decidió colaborar como voluntario en la ciudad de La Paz.
Los jóvenes consideran que la gente no es consciente de lo que consume y de la basura que arroja sin beneficio, pero con un poco de orientación y trabajo arduo, esto puede ayudar a construir sueños como esta ecoaula de música y arte que será una construcción innovadora y con impacto social.
Así, Bolivia sigue los pasos de las iniciativas exitosas de otros países y busca que los ciudadanos se conviertan en verdaderos agentes de cambio a través de la reutilización de los residuos en la forma de ecoladrillos.
