El director para las Américas de la organización Human Rights Watch, José Miguel Vivanco, calificó este viernes de “muy acertada” la decisión de Estados Unidos de sancionar económicamente a Juan Carlos Ortega, hijo del mandatario nicaragüense Daniel Ortega.
El Departamento del Tesoro impuso sanciones a Ortega hijo, así como a José Jorge Mojica Mejía y las compañías que ambos llevan -Difuso Comunicaciones S.A. y Mundo Digital S.A.- por el supuesto delito de lavado de dinero y difundir propaganda a favor "del régimen".
La designación del viernes congela los activos estadounidenses de las personas y las empresas y, en general, prohíbe a los estadounidenses tratar con ellos. Sobre este y otros temas habló Vivanco para la Voz de América.
Pregunta: ¿Cómo valora la decisión del gobierno de Estados Unidos?
José Miguel Vivanco: Me parece muy acertada la decisión tomada por el Departamento del Tesoro de identificar y sancionar con este tipo de medidas que se traducen en el congelamiento de bienes y la cancelación de visas para un integrante más de la familia Ortega-Murillo. Como sabemos es una dinastía que gobierna hoy día dictatorialmente Nicaragua y que esta familia no solo es responsable por hechos atroces, por violaciones masivas y gravísimas de los derechos fundamentales de los nicaragüenses sino también es responsable por una enorme acumulación de poder y de riqueza.
Es una familia que funciona sobre la base de testaferros y de negocios ilícitos. Creo que este es precisamente el lenguaje que entiende o que debería entender la parejita gobernante del señor Ortega y la señora Murillo porque de lo contrario seguirán usufructuando del poder de una manera dictatorial como verdaderos déspotas: con presos políticos, con una concentración total del poder valiéndose de la policía de agentes del Estado y también de colectivos de una especie de hampones armados que tienen licencia para cometer todo tipo de hechos atroces.
Es importante que Estados Unidos hagan valer esta presión, al igual que Europa, con el propósito de sancionar a este régimen, tratarlo como una dictadura o un régimen paria que está aislado del resto del mundo y al mismo tiempo tratarlo con el lenguaje que entienden los delincuentes los hampones. Ese es el de la sanción, las sanciones por los delitos que están cometiendo.
P: En una ocasión Juan Carlos Ortega advirtió a la oposición que la libertad no se conquista con flores sino a balazos. El mensaje lo dio en el marco de las protestas contra el Gobierno, por esa razón la oposición la interpretó como una amenaza. ¿Qué opinión tiene al respecto?
JMV: Mire, en mi opinión esta no es una amenaza. Esto es un reflejo de lo que ha sido hasta ahora el récord de Ortega y Murillo. Sobre sus hombros está la responsabilidad del asesinato a sangre fría, la ejecución de más de 320 nicaragüenses a partir de abril del 2016.
Esas protestas pacíficas, movilizaciones, que se dieron por parte del pueblo de Nicaragua fue afrontado con sangre y fuego con o con violencia, con delitos atroces cometidos por el régimen dictatorial. De tal modo que cuando el hijo de la pareja gobernante amenaza a la oposición, a la sociedad civil, a todos los que critican a la dictadura con represalias y con violencia. Creo que hay que tomarlo muy en serio porque esa ha sido hasta ahora la práctica y lo que refleja el récord por el cual esta familia tarde o temprano tendrá que rendir cuentas en Nicaragua o fuera en Nicaragua.
P: Recientemente el jefe del Ejército, Julio César Avilés, calificó como injerencistas las sanciones que le impuso Estados Unidos por considerar que las Fuerzas Armadas nicaragüenses armaron a los grupos paramilitares. ¿Cómo se interpreta la reacción de Avilés?
JMV: Las declaraciones del general Avilés demuestran lo que le han dolido las sanciones de Estados Unidos. Y esto es un buen dato porque, insisto, la comunidad internacional tiene un menú de opciones, múltiples opciones para ejercer presión sobre civiles, militares, involucrados en abusos en el caso del general Avilés.
Si bien es cierto las atrocidades fueron cometidas por la policía y por estos hampones parapoliciales que actúan con licencia para matar, para cometer hechos atroces y que actúan además en coordinación con la protección de la Policía de Nicaragua, el récord muestra que el Ejército no movió un dedo para impedir que esto ocurriera. De tal modo que el general Avilés sabe perfectamente lo que sucedió en Nicaragua, lo que sigue sucediendo en Nicaragua y sin embargo el récord indiscutible, incuestionable, esto está fuera de discusión [y] demuestra que no hicieron el más mínimo esfuerzo por proteger a los nicaragüenses del lastre de las barbaridades cometidas por estos civiles, estos hampones, estos delincuentes armados, aparentemente por la policía y que también son igualmente responsables de hechos atroces.
Nosotros no tenemos evidencias que comprometan directamente al Ejército sandinista y al general Avilés en estos hechos atroces. Pero sí existe una evidencia contundente, es que el Ejército no movió un dedo para proteger a los centenares de nicaragüenses que fueron muchos de ellos asesinados y otros gravemente heridos o brutalmente golpeados o torturados por estos, por una combinación de operaciones de la policía con estos grupos parapoliciales que actúan con total impunidad y que también son igualmente responsables de estos hechos.
No hay nada que muestre que los militares han hecho esfuerzos por desarmar por desarticular a estas bandas criminales. Al contrario yo diría que son testigos cómplices de lo ocurrido en Nicaragua y hasta ahora el general Avilés cada vez que existe la oportunidad le rinde homenajes públicos al dictador y califica estas sanciones, que se le han impuesto a él personalmente como si se tratara de un problema que afecta al país. Una cuestión injerencista… cuando lo que se está haciendo es identificarlo a él como persona, como funcionario público responsable por estos hechos y en tal sentido con la dirección que han tenido estas sanciones individuales contra funcionarios tanto civiles como militares.
Le agradezco a José Miguel por haber brindado esta entrevista a la Voz de América.
Al contrario, es un placer estar en la Voz de América.