El impacto que el COVID-19 está causando y causará en la vida de los niños de América Latina va más allá de la interrupción de servicios de atención a la primera infancia o los relacionados con la educación. El equipo de primera infancia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sostiene en un estudio que habrá un aumento de la mortalidad, morbilidad y pobreza infantil y una profundización de las desigualdades.
El estudio del BID, respaldado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia UNICEF y titulado “El alto costo del COVID-19 para los niños”, señala que aproximadamente 19.6 millones de niños de educación preescolar (niños de menos de 5 o 6 años) se encuentran en sus casas como consecuencia de la COVID-19.
Los datos actuales indican que el 90% de los establecimientos que prestan servicios de atención a niños permanecerán cerrados mientras las medidas de cuarentena sigan en vigencia.
¿Pero qué significa esto?
“Esta disrupción de servicios no tiene precedentes y, a menos que se tomen acciones en forma rápida, tendrá consecuencias devastadoras para el desarrollo infantil”, cita el informe, el cual fue discutido por expertos en el tema durante un seminario digital, entre los que destaca la subsecretaria de educación parvularia de Chile, María José Castro Rojas.
Rojas habló que en el caso específico de su país hay aspectos de suma preocupación en la educación de la primera infancia, como el hecho de que la matrícula en estas edades ha disminuido significativamente. “Ya ha disminuido un 10%. Prevemos que de acá a agosto podría disminuir un 15%” debido a la desconfianza en las medidas sanitarias del sistema.
Según la subsecretaria los efectos en el área de desarrollo infantil serán “brutales” porque es en esta etapa donde se afianzan conocimientos amplios y sólidos para su aprendizaje, además de que si los niños no están matriculados no están llegando a ellos los programas de alimentación “Tenemos por lo tanto 250.000 niños que no están matriculados y que por lo tanto no han tenido acceso a esta alimentación”, citó.
“Creemos que este es un tema que va a aumentar y todos los institutos de salud pública ya lo están viendo que puede aumentar la desnutrición […] Esto tiene repercusiones en el tema de salud pública y en el tema de aprendizaje posterior”, apuntó Castro.
Otro de los problemas que preocupan a los defensores de los derechos de los niños es que aquellos que ya vivían en situación de pobreza, estarán más vulnerables ante las consecuencias económicas de una crisis por la agudización de la pobreza. “Son los que primero quedan desatendidos y, casi siempre, en los que menos se invierte”, explica Florencia López Boo, una de las encargadas de liderar el estudio en el BID.
López Boo, ha descrito cómo a este sector la pandemia “los ha invisibilizado aún más, en parte, porque desde el punto de vista médico, el virus les afecta en menor medida”.
“Si a las brechas de desarrollo infantil ya existentes en la región le sumamos la agudización de la pobreza debido a la pérdida de empleo de los adultos por las restricciones impuestas, el acceso desigual a los servicios de salud y saneamiento, el limitado conocimiento sobre herramientas virtuales de aprendizaje y las brechas en las capacidades parentales, el resultado puede ser una catastrófica pérdida de capital humano”, mencionó Boo.
Otros de los problemas que hay que tomar en cuenta es el aumento de la violencia contra los niños, la cual se perpetúa en el hogar.
Entonces para poder ayudar a los pequeños es necesario comenzar por apoyar a sus familias. Entre algunos de los indicadores clave a los que los gobiernos de la región deben responder según el estudio están:
- Alimentación. Garantizar la provisión segura de alimentos es crucial durante la primera infancia y esto, usualmente se llevaba a cabo en los centros de cuidado o prescolares. Para atender la continuidad de este servicio, varios países usan medios alternativos de distribución permitiendo que las familias recojan los alimentos en los centros o asegurando su entrega en los hogares.
- Entorno psicosocial y socioemocional. Continuar promoviendo el juego, las interacciones cálidas y receptivas y las prácticas de disciplina positiva, a pesar de los altos niveles de estrés y ansiedad que enfrentan los cuidadores y las familias, es fundamental para un desarrollo adecuado de los niños.
- Protección social. Brindar apoyo financiero a todas aquellas familias en riesgo de exclusión social o situación de vulnerabilidad debe ser prioridad ya que la ausencia de una fuente de ingreso de los cuidadores o familiares adultos puede, entre otras cosas, afectar directamente el desarrollo de los niños.