Cucuteño que se respete ha visitado el Parque de Santander, ubicado Cúcuta, ciudad que colinda con Venezuela y que después de Bogotá y Barranquilla, es el sitio de Colombia que más inmigrantes venezolanos ha recibido desde el inicio de la severa crisis en la nación sudamericana.
Este parque es el corazón de la capital del departamento de Norte de Santander.
Allí, muchos cucuteños crecieron tomándose fotos con el paisaje, la vegetación, las aves y con la estatua del General Santander. Tanto locales como turistas han disfrutado hace años de los micos, iguanas y las emblemáticas palomas, que hasta ahora son las únicas que subsisten de lo que fue la fauna del lugar.
A lo largo de su historia, es un lugar que ha sufrido transformaciones, y en los últimos años se ha convertido en testigo de las millones de historias que cargan los inmigrantes sobre sus hombros.
Es el caso de Jesús Bermúdez, quien desde hace cinco años vende en el parque de Santander sus figuras producidas en la técnica del origami, a partir de los billetes venezolanos denominados bolívares. Cuenta a la Voz de América que el conocimiento de este arte, -que consiste en hacer figuras a partir del papel y es oriundo de países asiáticos-, se lo debe a un amigo que le enseñó. Ahora, -cuenta-, es el sustento diario con el que se mantienen él, su esposa y sus tres hijos. Incluso, -asegura-, le alcanza para enviar dinero a su madre e hijo que viven en Venezuela.
Los billetes los compra a alrededor de un dólar por kilo, según el color: “Ese no es capital mío, uno llega acá y los compra por kilo, las personas que lo traen acá, eso dicen, que eso ya es basura, y otros lo botan”.
Explicó que cada figura la vende al precio de entre dos y 20 dólares. Dice que sus figuras causan mucha gracias especialmente a los extranjeros. Sus piezas van desde llaveros y carros hasta animales que algunos compran para guardar como reliquias.
La técnica del origami llegó a la vida de Bermúdez después de vender trigo o cigarrillos en este parque. Ahora sobrevive gracias a la agilidad de sus de sus manos y confiesa que aunque la pandemia y la mala fama de algunos compatriotas le han arrebatado algunos pesos, no le ha faltado nada.
“En el parque Santander daban mucha ayuda: comida, desayuno, almuerzo, pero viendo la delincuencia entre ellos mismos, que llegaban y se jodían entre ellos mismos, robaban, eso se acabó porque eso ahorita casi no hay”, cuenta el venezolano.
Al lado de Jesús, otros venden café, verduras y hasta mascarillas. Otros caminan de calle en calle para hacer otros tipos de labores en el afán por sobrevivir.
La VOA conoció por allí a Luis Chacón, quien en Caracas se dedicaba a la herrería, pero llegó hace un año a Cúcuta y para pagar sus gastos vendió perros calientes en la calle. Ahora por la pandemia vende bebidas.
“En realidad, como tal, no me puedo quejar de cómo me ha ido… no te voy a decir que me ha ido bien, bien, bien, pero al menos se hace el sustento diario, que es mejor que estar en Venezuela porque allá no se hace ni el sustento. Esto me ha ayudado por los menos a Mandarle a la familia y eso”, confiesa con orgullo Chacón.
Aunque dice que diariamente la ganancia no llega ni a 10 dólares, es suficiente para enviarle a su familia en Venezuela.
“Hace como tres días le mandé 20.000 pesos (5,6 dólares) a mi mamá y le hicieron ocho millones 150.000 bolívares… Eso para lo único que le alcanzó fue pa’ comprar una cajita de pastillas que necesitaba”, afirma el inmigrante venezolano.
Punto de encuentro
El Parque Santander también es testigo de las historias de aquellos que solo vienen de visita o que pasan todos los días por allí en busca de algún sustento para llevar a su natal Venezuela.
Es el caso de Yisel Karime Acosta Guerrero quien, a pesar de que la frontera entre Colombia y Venezuela está cerrada para contener la propagación del COVID-19, puede atravesarla a través del canal humanitario, para hacer todas las diligencias médicas que necesita su esposo.
“Empezó con una leucemia mieloproliferativa crónica y todos los estudios hay que hacerlos aquí en Cúcuta, en vista de que en Venezuela pues la verdad el único sitio donde realizan estos estudios es en la ciudad de Caracas y la ciudad de Maracaibo, y a pesar de que el costo aquí es en pesos, sale más económico que realizarlo en Venezuela”, cuenta la licenciada en enfermería y trabajadora de un hospital ubicado en San Cristóbal, Táchira.
Según Acosta Guerrero, únicamente el traslado de sangre desde San Cristóbal a Caracas cuesta alrededor de 100 dólares, aparte de los costos de los estudios médicos que necesita su esposo. En Colombia, todo cuesta aproximadamente 250 dólares, cada tres meses.
“Mi sueldo al cambio acá son 6.000 pesos quincenales, (equivalente a menosde dos dólares) (...) Gano 12.000 pesos mensuales (un poco más de tres dólares). Yo no gano ni siquiera, póngale que no llego quizás a los 3, 4 dólares. Es es mi sueldo Mensual”, explica.
Sitio de intercambio de divisas
Joselyn Luzdei Ramírez González también ha visitado el parque. Aunque trabaja en Pregonero, llega a Cúcuta para comprar comida siempre.
“Allá la vida está más brava que aquí porque allá nadie recibe bolívares, la plata no alcanza allá. Tenemos un trapiche, vendemos panela, la vendemos en pesos, reunimos la plata, y venimos a comprar aquí y llevamos para allá”.
Y es que el parque de Santander también es un centro económico. Hay bancos, locales de ventas formales, vendedores informales y centros para cambio de divisas.
John Jairo Báez, que se dedica al cambio de divisas, dice que prácticamente en este momento el sustento de su negocio depende de los venezolanos: “Son los que vienen a adquirir los productos, servicios, acá en la ciudad de Cúcuta y traen moneda extrajera”.
En este momento, -cuenta-, solo manejan el dólar y el euro debido a la dolarización del país vecino. “Ya bolívares casi no compramos en efectivo, pues ya casi nadie los quiere y nadie pregunta por ellos (...) Lo que es la zona de frontera, desde el punto de vista de Venezuela, se esta manejando ya dólares y pesos. Incluso, allá ya reciben pesos también”, explicó Báez a la VOA.
En Cúcuta, viven 96.133 venezolanos, según cifras de Migración Colombia, a corte de diciembre de 2020. En su departamento, Norte de Santander, ya son 187.854.