Varias familias en El Salvador dependen del dinero que reciben de sus seres queridos desde Estados Unidos. Sin embargo, la pandemia ha tenido un efecto negativo en las remesas y consecuentemente en la vida de familias como la de Emerita Sarabia, una salvadoreña que reside en Los Ángeles con su hija de siete años.
“Mi vida y la de mi hija corría mucho peligro por maras, amenazas, todo eso. Entonces, poco a poco, primero fue mi hermano y pusimos una denuncia”, dijo Emerita.
“Yo fui con él cuando él puso la denuncia, pero yo no entré, como él era ya mayor de edad. Él llevaba la denuncia con él y no lo volví a ver”, explicó la madre de Emerita Santos de la Cruz Sarabia, que aún reside en El Salvador.
Al poco tiempo, su otra hija comenzó a recibir llamadas extrañas y tras su desaparición y varias amenazas, Emerita tomó a su hija y partió rumbo a Estados Unidos donde trabaja en una compañía de limpieza para sustentar a su familia y a la que se encuentra en su país natal.
“La inmigración ha sido una válvula muy importante de reducción de pobreza, de reducción de tensiones sociales porque trae recursos a familias”, explicó Martín Rama, economista jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.
“Está el comercio, la inversión directa, pero las remesas son extraordinariamente importantes”, agregó.
La pandemia a causa del COVID-19 ha prevenido que el padre de Emerita trabaje lo suficiente para sustentar su hogar en El Salvador. Por ello, su familia depende del dinero que ella envía mensualmente y que a causa de las medidas de confinamiento, ha disminuido en los últimos tres meses.
“Mi esposo trabaja. Gana 300 dólares al mes, pero con la situación que hay ahora mundial, que es el coronavirus, a él solamente le pagan los días que trabaja. Y ahora por esta lluvia. Ahora se ha ido a trabajar, pero a veces trabaja solo dos veces a la semana”, indicó Santos.
Según datos del Banco Central de Reserva, las remesas que recibió El Salvador entre el pasado enero y mayo, cayeron un 11,6% en comparación con el mismo período el año previo.
Pese a esta caída, el Banco Central de Reserva apuntó que la cifra es alentadora con respecto a abril pasado, dado que se incrementó un 44% al comparar ambos meses de 2020. Una aparente mejora atribuida, entre otras cosas, a la reapertura de la economía en la mayoría de estados de Estados Unidos.
“Seguimos trabajando por ahora con una hipótesis de recuperación V. Es decir, una bajada fuerte seguida por la subida, donde vemos un año muy difícil para el 2020, pero con un rebote importante en 2021”, aseguró Rama.
Mientras tanto, la familia de Emerita espera que, si bien la situación no volverá rápidamente a ser lo que era antes de la pandemia, que por lo menos hayan mejoras en cuanto a la economía.
“Ella es la que sostiene la casa y ella era la que me ayudaba acá también”, explicó Santos.
“Sí me preocupa y mucho. Pero mire, yo digo, acuérdese que Dios no lo abandona a uno. Si no nos ha abandonado hasta ahora y tenemos vida, mientras tengamos vida tendremos la esperanza”, concluye.