El gobierno de Uruguay nunca decidió que la población estuviera en cuarentena, y por el contrario apostó a la responsabilidad social para cuidarse entre todos.
Desde que surgió el nuevo coronavirus la economía se contrajo, aumentó el desempleo, el endeudamiento y el número de personas que recurren a comedores públicos o a las llamadas ollas populares para poder comer.
Los negocios pequeños y familiares sintieron el impacto y recurrieron a distintas estrategias para poder sobrevivir.
Algunos, incluso, como es el caso de la cafetería de Valentina, en Montevideo, en un primer momento de la pandemia debió cerrar sus puertas y ahora volvió a trabajar. “Sí, con la pandemia tuvimos que cerrar aproximadamente dos meses”, afirma.
Los almacenes de barrios, generalmente atendidos por sus dueños y se dedican a vender alimentos, en su mayoría lograron mantenerse abiertos aunque sus ventas bajaron.
Lo mismo pasó con las tradicionales panaderías de Uruguay que apuestan a promociones para mantener las ventas.
Claudia, propietaria de una panadería en Montevideo, afirma: “Somos dos hermanas, tenemos una panadería familiar y lo que estamos haciendo para poder subir las ventas son promociones permanentes para atraer clientes”.
En Uruguay actualmente hay 216 personas confirmadas con coronavirus y 35 fallecieron desde el 13 de marzo, cuando el gobierno del presidente Luis Lacalle Pou declaró la emergencia sanitaria.
Las fronteras del país continúan cerradas y no hay fecha para su reapertura.
La tasa de contagios se ha mantenido baja en Uruguay y el sistema de salud nunca llegó a verse comprometido.
El caso uruguayo contrasta con el de otros países de América Latina, región que ha sobrepasado a Europa y EE.UU. en cantidad de casos diarios de COVID-19.
Uruguay, un país de poco menos de 3,5 millones de habitantes, tiene una tasa de muertes por coronavirus por 100.000 habitantes de 0,6%, de acuerdo con datos de la Universidad Johns Hopkins.
En el cono sur, la tasa de muertes en Brasil es de 12,2, en Chile de 4,5, en Argentina 1,1 y en Paraguay 0,2, país que también viene siendo exitoso en su estrategia contra el coronavirus, aunque sí con cuarentenas obligatorias.