Una frase pronunciada por la presidenta argentina, Cristina Fernández, durante un diálogo con periodistas en la Casa de Gobierno: “yo no voy a hablar contra mí misma”, define a juicio de la agencia de noticias AP la distante y a veces poco amigable relación de la mandataria con la prensa.
La agencia entrevistó a varios reporteros argentinos que le dijeron que desde que Fernández asumió la presidencia en 2007 la viuda del ex presidente Néstor Kirchner dejó de ser una senadora medianamente accesible para comportarse de forma esquiva y ácida con quienes la critican.
Ya son más de cuatro años los que Fernández lleva en la Casa Rosada y en todo ese tiempo sólo ha dado cinco conferencias de prensa, sus ministros se comportan por el estilo, y muy pocos admiten preguntas porque “no quieren someterse a un escenario al que ya consideran opositor por naturaleza", dijo a la AP Andrés D'Alessandro.
El director ejecutivo del Foro de Periodismo Argentino añadió a la agencia que cuando la presidenta dijo que no iba a hablar contra sí misma quiso decir: “no voy a dar la posibilidad de que me hagan preguntas sobre temas de los que no quiero hablar".
En un extenso artículo, AP dice que “los argentinos se han venido enfrentado, de forma creciente, a un espacio mediático copado en su mayoría por dos bandos irreconciliables: los críticos a la presidenta y los afines al oficialismo, varios de los cuales defienden el periodismo "militante".
De acuerdo con el análisis, en tal escenario ambos bandos se acusan de tendenciosos, y el Grupo Clarín y el diario La Nación, por ejemplo, son cuestionados por presuntamente proteger sus intereses y los de otros poderosos grupos económicos.
También dice que según algunos analistas, el oficialismo alimenta esa polarización en la que hay medios pro y antigobierno porque Fernández necesita de “enemigos imaginarios”, en este caso un sector de la prensa, para reafirmar su poder.
Comparando la situación de la prensa en Argentina con la de Venezuela, donde Chávez suele interrumpir la programación habitual en la televisión con sus discursos y ha impuesto fuertes restricciones a la información oficial, apunta que Fernández encabeza casi a diario un acto en el que anuncia medidas sin dar oportunidad a interpretarlas.
La agencia destaca que el Foro de Periodismo ha denunciado que en esos actos los funcionarios a veces se rodean de "seguidores que buscan amedrentar a los periodistas... generando con cánticos y burlas, un clima poco propicio para el desarrollo de la tarea profesional".
La relación de la presidenta se habría tensado más después de octubre de 2011, cuando Fernández ganó la reelección con 54 por ciento de los votos, lo que le dio oportunidad de ostentar respaldo popular a pesar de las críticas de los principales medios de prensa del país.
El análisis subraya el hecho de que en Argentina no existe una ley que garantice el acceso a la información pública, y al efecto destaca un informe de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) de abril pasado según el cual tal información “sigue siendo manejada selectivamente y como un bien privado” y los funcionarios la utilizan “para discriminar a medios y periodistas, obstaculizando su tarea profesional".
La agencia entrevistó a varios reporteros argentinos que le dijeron que desde que Fernández asumió la presidencia en 2007 la viuda del ex presidente Néstor Kirchner dejó de ser una senadora medianamente accesible para comportarse de forma esquiva y ácida con quienes la critican.
Ya son más de cuatro años los que Fernández lleva en la Casa Rosada y en todo ese tiempo sólo ha dado cinco conferencias de prensa, sus ministros se comportan por el estilo, y muy pocos admiten preguntas porque “no quieren someterse a un escenario al que ya consideran opositor por naturaleza", dijo a la AP Andrés D'Alessandro.
El director ejecutivo del Foro de Periodismo Argentino añadió a la agencia que cuando la presidenta dijo que no iba a hablar contra sí misma quiso decir: “no voy a dar la posibilidad de que me hagan preguntas sobre temas de los que no quiero hablar".
En un extenso artículo, AP dice que “los argentinos se han venido enfrentado, de forma creciente, a un espacio mediático copado en su mayoría por dos bandos irreconciliables: los críticos a la presidenta y los afines al oficialismo, varios de los cuales defienden el periodismo "militante".
De acuerdo con el análisis, en tal escenario ambos bandos se acusan de tendenciosos, y el Grupo Clarín y el diario La Nación, por ejemplo, son cuestionados por presuntamente proteger sus intereses y los de otros poderosos grupos económicos.
También dice que según algunos analistas, el oficialismo alimenta esa polarización en la que hay medios pro y antigobierno porque Fernández necesita de “enemigos imaginarios”, en este caso un sector de la prensa, para reafirmar su poder.
Comparando la situación de la prensa en Argentina con la de Venezuela, donde Chávez suele interrumpir la programación habitual en la televisión con sus discursos y ha impuesto fuertes restricciones a la información oficial, apunta que Fernández encabeza casi a diario un acto en el que anuncia medidas sin dar oportunidad a interpretarlas.
La agencia destaca que el Foro de Periodismo ha denunciado que en esos actos los funcionarios a veces se rodean de "seguidores que buscan amedrentar a los periodistas... generando con cánticos y burlas, un clima poco propicio para el desarrollo de la tarea profesional".
La relación de la presidenta se habría tensado más después de octubre de 2011, cuando Fernández ganó la reelección con 54 por ciento de los votos, lo que le dio oportunidad de ostentar respaldo popular a pesar de las críticas de los principales medios de prensa del país.
El análisis subraya el hecho de que en Argentina no existe una ley que garantice el acceso a la información pública, y al efecto destaca un informe de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) de abril pasado según el cual tal información “sigue siendo manejada selectivamente y como un bien privado” y los funcionarios la utilizan “para discriminar a medios y periodistas, obstaculizando su tarea profesional".