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La tradicional transferencia de poder


Grandes multitudes se preparan para reunirse frente al Capitolio estadounidense, en Washington, y ser partícipes de la ceremonia de traspaso presidencial entre el electo Barack Obama y el presidente saliente George W. Bush.

Acto seguido, un desfile militar marchará frente al nuevo presidente, mientras que por la noche, elegantes bailes nocturnos, en diferentes lugares del país, concluirán con los festejos.

Esta tradición conocida como la asunción del mando, tiene raíces muy humildes. El primer presidente de la nación, George Washington, prestó juramento al cargo en un balcón, en la Ciudad de Nueva York, la primera capital dela nación, en 1789.

La Constitución estadounidense exige que un nuevo presidente sea investido y juramentado, tradicionalmente, por el presidente de la Corte Suprema de los Estados Unidos. El juramento en sí, compromete al nuevo presidente a ejecutar fielmente sus obligaciones, además de preservar, proteger y defender la Constitución.

"Yo diría que este es uno de los más grandes eventos a los que uno podría llamar la religión civil de este país. Si bien la mayoría de los presidentes han hablado de ser investidos bajo los auspicios de Dios Todopoderoso, de todos modos es una ceremonia básicamente muy civil y es algo que sucede cada cuatro años, haya guerra o paz, sin importar lo que pase", dijo Marvin Kranz, un experto en ceremonias presidenciales y ahora jubilado de la Biblioteca del Congreso.

El primer discurso

Otra parte importante de la ceremonia es el discurso inaugural. En su primer mensaje público, el nuevo presidente habla acerca de dónde quiere llevar al país en los próximos cuatro años.

Pocos discursos inaugurales han superado la prueba del tiempo, y los que lo hicieron, generalmente fueron pronunciados en momentos de crisis nacional.

"(Lo hizo) Abraham Lincoln, al comienzo de la Guerra Civil tratando de mantener unida a la nación, y luego Lincoln nuevamente hacia el final de la Guerra Civil, acerca de lo que la paz podría ser. (Luego fue) Franklin Roosevelt en la Gran Depresión de 1933. El único gran discurso que no fue, acerca de un momento como éste (de crisis) sino realmente acerca de gran retórica, fue el de John Kennedy, en 1961", recordó Stephen Hess, un erudito político de Brookings Institution, en Washington.

El primer discurso inaugural de Franklin Roosevelt, en 1933, es recordado debido a los esfuerzos del nuevo presidente para asegurar al público que todo estaría bien, a pesar de la depresión económica. La línea más famosa de ese discurso es: "No tenemos nada que temer si no al temor mismo".

Por su parte el ex presidente William Henry Harrison, tiene el récord del discurso inaugural más prolongado. Habló durante más de hora y media en una fría y nevada ceremonia en 1841. Al mandatario le dio neumonía y murió un mes más tarde. Se le recuerda por tener el más breve período presidencial en la historia de Estados Unidos.

Una ceremonia pacífica

La pacífica transferencia de poder, es uno de los símbolos de democracia más grande que este país posee.

Kranz dice que la vista de un presidente saliente y uno entrante en la misma plataforma, ayuda a unificar al país tras una divisiva campaña política.

"Hemos hecho esto una y otra vez, cada cuatro años, desde 1789 y nunca ha habido una revolución, nunca ha habido una oportunidad de una lucha armada. Si bien no a todos les gustan los cambios, el ex presidente, llega con el nuevo presidente desde la Casa Blanca a la plataforma inaugural", dijo Kranz.

Como primer presidente afro-estadounidense, Barack Obama, ve una conexión especial con el décimo sexto presidente de la nación, Abraham Lincoln, un héroe de muchos afro-estadounidenses por su liderazgo durante la Guerra Civil.

Obama honrará a Lincoln prestando juramento al cargo sobre la misma Biblia que el ex presidente usó en su primera juramentación en 1861.

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