Al caer la noche en Londres, Georgina Rowlands y Anna Hart empiezan a maquillarse. En lugar de pintalabios y lápiz de ojos, se cubren el rostro con formas geométricas.
Triángulos azules alargados y estrechos triángulos blancos cruzan la cara de Rowlands. Hart muestra una colección de formas angulares en rojo, naranja y blanco.
Ellas son dos de las fundadoras del Dazzle Club, un grupo de artistas formado el año pasado para provocar una conversación en torno al creciente uso de tecnologías de reconocimiento facial. El grupo lleva el nombre de un estilo de camuflaje empleado con fines militares.
El grupo celebra marchas silenciosas una vez al mes por diferentes lugares de Londres para concienciar sobre la tecnología, que según dijeron se está utilizando para mantener una “vigilancia generalizada”. Señalan preocupaciones como la falta de regulación de estos sistemas, su falta de fiabilidad y su efecto en los espacios públicos.
Unas 19 personas asistieron a su último acto, en Shoreditch, un barrio del este de Londres. Cualquiera puede participar en las marchas, en las que los participantes deben pintarse el rostro en un estilo llamado CV Dazzle.
La técnica, desarrollada por el artista e investigador Adam Harvey, pretende ofrecer camuflaje ante los sistemas de detección facial, que convierte las imágenes de caras en fórmulas matemáticas analizables por algoritmos. El CV Dazzle, donde CV alude a “visión de computadora”, emplea diseños inspirados en el cubismo para eludir a la máquina, señaló Rowlands.
“En cierto modo intentas retorcer eso aplicando estos colores y patrones aleatorios”, explicó. “Lo más importante es tener colores claros y oscuros. De modo que a menudo optamos por blancos y negros, colores que contrasten mucho, porque intentas alterar las zonas iluminadas y en sombra de tu cara”.
Durante la Primera Guerra Mundial se utilizó mucho una técnica similar para camuflar a los barcos de la marina británica y confundir al enemigo sobre el rumbo o ubicación de los buques.
Para poner a prueba sus diseños, utilizan la sencilla función de detección de caras en las cámaras de sus celulares.
“Veo que estoy escondida, no me detecta”, dijo Rowlands, comprobando su celular para ver que en la pantalla no aparecía un cuadrado sobre su cara.
El auge de la tecnología de reconocimiento facial se está probando y extendiendo en las democracias del mundo desarrollado, tras un agresivo empleo en algunos países más autoritarios como China.
Gran Bretaña utiliza desde hace tiempo las cámaras en espacios públicos para contrarrestar amenazas de seguridad, y se cree que Londres tiene una de las mayores concentraciones de cámaras de vigilancia. Pero esa aceptación se está poniendo a prueba conforme autoridades y corporaciones intentan desplegar una nueva generación de cámaras con tecnología de reconocimiento facial, ante la preocupación de activistas, legisladores y expertos independientes en materia de vigilancia masiva, privacidad y fiabilidad.
La oposición a la vigilancia basada en algoritmos no se limita a Gran Bretaña. Según medios, activistas rusos fueron detenidos el mes pasado por una protesta similar con las caras pintadas contra el empleo de cámaras de reconocimiento facial en Moscú. Los activistas prodemocracia en Hong Kong utilizan máscaras de forma habitual en las protestas callejeras para ocultar su identidad. Grupos de derechos en Serbia y Uganda se han opuesto a iniciativas del gobierno para instalar cámaras de fabricación china.
Otros diseñadores han dado con contramedidas como gafas de sol que reflejan la luz infrarroja de las cámaras.
“Hay un movimiento de resistencia contra el reconocimiento facial, en el que participamos activamente y que queremos desarrollar más”, dijo Rowlands.
Rowlands, Hart y otros dos artistas fundaron el Dazzle Club en agosto tras conocer las noticias sobre que el distrito londinense de King’s Cross, un importante núcleo de transporte y donde se están construyendo con rapidez oficinas de grandes compañías, experimentó en secreto con cámaras de reconocimiento facial sin consentimiento ni conocimiento del público, lo que provocó una reacción en contra.
La policía de Londres empezó hace poco a emplear cámaras de reconocimiento facial en despliegues operativos. La semana pasada, una mujer buscada por agresión fue detenida después de que las cámaras la localizaran entre una multitud en una bulliciosa calle comercial. La policía dice que esta nueva tecnología es necesaria para mantener al público a salvo, y que las imágenes de personas inocentes de borran de inmediato.
La opinión pública ante la tecnología de reconocimiento facial en Gran Bretaña parece ser dispar, según un sondeo realizado el año pasado, que determinó que la mayoría de la gente dijo no saber suficiente al respecto, aunque casi la mitad dijeron que deberían poder solicitar que se les eximiera.
Los fundadores del Club Dazzle dijeron estar preocupados por los efectos que tiene esta tecnología en la gente si las cámaras recogen sus datos biométricos -en este caso, imágenes de su cara- sin explicar claramente qué se hace con ellos.
“Tenemos que ajustar nuestro comportamiento en el espacio público de una manera que me parece problemática”, dijo Hart.